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|Capítulo XVI: "Festejo"|

17 de Agosto, 2022.

Manchester, Inglaterra.

ALEJANDRO

Sonó la alarma y me desperté enseguida, giré mi cabeza para asegurarme de que no la haya despertado a Melody. Afortunademente no, así que me levanté com cuidado de no hacer mucho ruido. Cogí mi bolso con mis cosas de práctica y abrí la puerta para ir al living a prepararme el mate para desayunar.

Daniel ya estaba despierto, lo vi acostado en el sillón que se hacía cama con su celular. Mientras Marc, Rhys y yo dormimos en los cuartos de las chicas porque somos sus novios, él no porque no es novio de ninguna. Entonces, durmió en el sillón cama que tenían las chicas.

—Chico estrella—. Me dijo a modo de saludo y yo asentí.

Usualmente no era hablador de mañana, solía empezar a serlo después del segundo mate. Cuando puse a calentar el agua en la caldera que Melody tenía para el té, recordé algo que me hizo hablarle.

—Verde—. Lo llamé, de los cuatro, es el único que tiene ojos verdes aunque sí el cielo está muy despejado parecen azules.

Él me miró, se acercó y abrió la heladera antes de decirme:

—¿Qué?

—No paró de preguntar por vos, quedamos en que estarías—. Susurré a modo de reclamo y él se detuvo—. Ella te adora, DG—. Agregué y fue suficiente para que se volteara a mirarme, yo había empezado a ponerle la yerba al mate.

Cuando le conté lo que tenía en mente y que necesitaba su ayuda, quedamos en que me ayudaría y que estaría en la fiesta. Él tenía que haber llegado antes que Melody y no lo vi, y pasaban las horas y no llegaba, y pasaban las horas y Melody no paraba de preguntar por Daniel, que por qué no estaba sí había sido uno de sus comodínes y yo no sabía qué responderle. Ella se empedó muy mal, al igual que sus amigas, y en una después de tomarse una copa de vino, empezó a llorar porque Dani no estaba.

Le tuve que pedir a Dani que fuera a medianoche al departamento de las chicas para que Melody se calmara. Dani fue y ella cuando lo vio, le pegó en el hombro antes de abrazarlo y llorar. Nadie entendía bien qué pasaba, ni siquiera Dani que nos preguntó qué le habíamos dado.

—No quería ver la entrada de novio perfecto—. Admitió, lo entendí y lo miré con una mueca, dejando de hacer lo que estaba haciendo—. Yo hice mi parte, no quería verte hacer la tuya—. Completó, agarrando una jarra de yogurt natural.

—Ella pasó preguntando por vos, te juro—. Repití—. Ella quería que estuvieras, no entendía por qué la habías ayudado sí no ibas a estar, que no le avisaste. Le preguntó a todo el mundo y nadie sabía nada, pensé que te había pasado algo hasta que me contestaste el mensaje.

Le mandé cien mensajes y lo llamé cinco veces porque me preocupé y pensé que algo le había pasado en la ruta. Los chicos no sabían dónde estaba tampoco y de madrugada había llovido, las carreteras seguían mojadas. Me preocupé al pedo porque cuando al fin se dignó a contestarme (dos horas después) me dijo que se había ido a lo de Lily y me mandó una foto con ella.

Lily era una chica rubia de ojos claros que conocía de la secundaria. Durante un tiempo intentaron ser novios, pero no salió y quedaron como amigos. Amigos con derechos, a veces. O, tal vez, una relación abierta, pero no oficial. Era una chica linda, graciosa y amable, nunca entendí por qué amorosamente no funcionaron. Siempre me pareció extraño e incomprensible, ella hasta lo iba a ver a los partidos de vez en cuando. Conocían a la familia del otro, salían juntos sin coger de por medio a veces.

Falso | Alejandro Garnacho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora