No sabía lo que tanto te amaba, lo que tanto me importabas, lo que me desvivía por ti, hasta que no pude apreciar tus dos grandes canicas de color café intenso brillar por culpa de las lágrimas de dolor que descendían por tu delicado rostro con lentitud, había sido yo el causante de aquel dolor que te estaba desgarrando por dentro sin detenerse, sintiendo que tu mundo se estaba derrumbado encima tuya y yo no estaba haciendo nada por salvarte, más que observar lo que sufrías al hacerlo.
Cada lágrima que descendía con tanta lentitud por tu rostro que hasta desesperada, era una gota de sangre que emanaba de las grietas desgarrantes que dividían tu corazón lentamente, angustiando, haciendo que quisieras estar sin conciencia para no sentir más todo el dolor que llevabas arrastrando hasta tal punto, que las palabras insignificantes de alguien que no tienen validez, te hicieron sentir que tu felicidad no existe, que no es más que un sueño que no podrás alcanzar por mucho que desesperes, por mucho que te rompas o te agrietes, que no mereces portar en tu rostro una sonrisa de verdad en vez de la máscara sonriente que portas siempre a todos lados.
Pensé que eran risas, pensé que era broma, pensé que tú también reías, aquello fue lo que mantenía en mis pensamientos hasta que lo aprecie bien, hasta que pude observar con detenimiento que las lágrimas que descendían no eran de risa, no eran de felicidad, eran de aquel dolor que te estaba devorando más a cada segundo que pasaba, sintiéndote más pequeña ante el gran mundo.
No aguanté más verlo, aquello no pude soportarlo yo tampoco, la mera idea de pensar que esas lágrimas habían sido causadas por mis gracias, que las grietas ensangrentadas de tu corazón el cual jure proteger con mi vida para que ningún bastardo lo destruyera hasta el punto de no quedar más que un hueco en la zona donde antes palpitaba con vida y ahora solo era un agujero negro que te estaba consumiendo como las llamas candentes a una vela, habían sido por obra de mis palabras que nunca pensé que iba a ser devastadoras para ti.
Ahí me di cuenta de todo lo que te estaba amando, cuando sentí como una estaca atravesaba mi corazón intentando igualar el daño que le había causado yo al tuyo, las lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro, sintiendo como estaban frías, el aire ahora era plomo cayendo en mis pulmones, ¿Por qué había hecho esto? ¿Por qué te había dañado? Jure hacerte feliz y ahora tus ojos habían perdido el brillo.
Reviví lo que te dije, como te lo dije, reviví lo que me dijiste, como me lo dijiste, escuchar tu voz emocionada y feliz, portando una sonrisa implacable en tus labios que ahora temblaban de la impotencia, apreciar como tus hermosos ojos que admiraba con mayor pasión que a la luna en las noches estrelladas donde no había hora para dejar de hablar con la persona que más amaba, contigo, ahora estaban apagados y rotos, agrietados y con miedo.
Solo fue ahí cuando mi mente repleta de caos y mi corazón lleno de estacas y puñales se dieron cuenta de todo lo que te amaba, de todo lo que me importabas, de lo jodidamente roto que me sentía al ver como yo también te había destruido a ti, fue ahí cuando pude ver como cada lágrima que brotaban de tus lunas deslumbrantes eran una nueva grieta para mi corazón palpitante.
Pero no todo quedó ahí, no todo el dolor ceso como si fuera magia, no estamos en un cuento de hadas, ni en una película de ficción, desgraciadamente estábamos en la vida real, todo mi mundo se desplomó con fuerza aplastando mi cuerpo con tanta fuerza, con tanta potencia, rompiendo cada hueso de mi mísero cuerpo, cuando vi como tú te culpabas por mi dolor, como minimizadas tus sentimientos para avivar más los míos, como te estabas rompiendo en un ataque de ansiedad.
Un nudo ató mi garganta, ¿Por qué eras así? ¿Por qué razones tenías que hacerme sonreír con tus mensajes dándome amor? ¿Por qué tenías que ser así? ¿Por qué no dudaste en perdonarme? ¿Por qué razón no cesaste hasta hacerme sonreír? ¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué? Cada mensaje, cada maldita letra que escribían tus temblorosos dedos estabas cosiendo mis heridas del corazón, estabas construyendo lo que yo mismo acabe destruyendo por amarte.
No entendía tu mente, no lograba ser capaz de encontrarle lógica a tus pensamientos y mucho menos a tus acciones, pero estaba claro que aunque tú perdón reconfortaba, alegraba, sanaba, yo no portaba mi perdón, no podía hacerme a la idea de haberte hecho aquel acto tan mísero para mi y darme cuenta tarde de lo que eso supuso para ti, aún así, tus mensajes lograron apaciguar mi dolor, pero entrando en mi mente la duda de, ¿Y tu cómo estás? Porque no fuiste capaz de responder ante mi pregunta, porque tan solo te preocupaba saber como estaba yo.
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~MI MAR DE ROSAS~
PoëzieEste libro es algo diferente a lo que suelo escribir, puede que haya muchos de este tipo, puede que el mío no llegue a tanto como otros, pero me encanta escribir poemas, he querido sacar a la luz aquello que nubla mis pensamientos y aquello que grit...