cap 4

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JongIn se paseaba de un lado a otro de la sala de su cabaña.

La construcción había sido herencia del antiguo Alfa.

Era una hermosa casona estilo rustica, una mezcla entre piedra y madera, vidrio y cemento, que le daba un aire solido sin dejar de ser acogedor; mirando el reloj por enésima vez, no pudo dejar de preguntarse el porqué del retraso, sus lobos tenían
órdenes precisas, ir por el mocoso y traerlo.

La instrucción del Sagrado Consejo era tan clara que hasta unos gatos melindrosos tendrían que entenderlo.

El sonido de los dos vehículos que se acercaban por el camino le advirtieron que su segundo regresaba con su encargo.

Respirando profundo retuvo el aire en sus pulmones unos segundos y luego lo dejo salir lentamente, tratando de centrarse.

Era un malvado y gran macho alfa, como para ponerse nervioso por la llegada de un proyecto de gato.

El chico no llegaba ni al metro setenta de altura, para ser un cambia forma era una pinta de hombre.

Según recordaba entre la neblina de
recuerdos de esa noche de luna llena, el cachorro era tan joven que apenas si debía haber atravesado su primer cambio hacía
unos meses.

En la sociedad de las manadas los veinticinco años de su pareja apenas hacía de su emparejamiento algo legal.

Todo porque el maldito gato le había dado por pasear en su territorio de caza con la cola al viento, tentando a su lobo hasta
llevarlo a la locura.

La voz de su madre de cría, SeoJu se escuchaba en la puerta de entrada de la casona.

Gracias a su oído animal pudo escuchar la manera rígida en que recibió a los invitados.

La mujer odiaba a muerte a Taewoo, su segundo, y al parecer la idea de un felino en la casa era la otra mala noticia para ella.

Solo esperaba que la loba cascarrabias no despellejara ni a uno ni a otro.

JongIn podía escuchar los pasos de los tres hombres, pesados con sus botas estilo militar que caminaban con pasos
largos, luego escucho el sonido de las faldas de SeoJu, pero nada más; empezaba a inquietarse, cuando los vio llegar, su madre de cría, una mujer hermosa, alta, de cuerpo esbelto y mirada escrutadora, entro seguida por los lobos, tras estos, su pareja.

El chico era más bonito de lo que podía recordar, más aún que las fotos que el Consejo le había enviado para su
reconocimiento, era simplemente una cosita linda.

Su lobo gruño en su interior, el animal estaba listo para comenzar los juegos de cortejo y el consiguiente apareamiento.

—Empezaba a pensar que habían perdido el camino de regreso— se dirigió el alfa a los lobos, ignorando adrede al felino—Es que no deje claro que lo quería sin pérdidas de
tiempo.

El segundo, un hombre alto, con la apariencia de un hombre de cuarenta y cinco años, aunque ya contaba con
más de cuatrocientos años, no pareció muy preocupado con el reclamo de su alfa

—Su familia insistió en darle algunas instrucciones antes de dejarlo partir con nosotros— casi escupió las palabras, Taewoo fue uno de los que más trabas puso para
que el Alfa se emparejara con un felino— Ese cachorro no es más que un mocoso mimando, no sobrevivirá ni una semana en
nuestra manada— se quejo Taewoo arrugando el ceño.

— ¡Es mi problema!—le aclaro JongIn, mirando directo a los ojos de su segundo, este desvió la mirada reconociendo la
posición de su Alfa—Ahora vallase, hasta aquí llega su trabajo Yo me encargaré personalmente de mi pareja de aquí en
adelante.

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