Soo se despertó sintiéndose extrañamente confortable, por temor de esa sensación de bienestar, se negó a abrir los ojos, hundiendo su nariz en ese delicioso olor comenzó a restregarse contra esa manta tan calentita.
Una mano grande acaricio su espalda desnuda haciéndolo ronronear, dándose
cuenta de la intimidad del gesto, se levanto tan rápido que se mareo al sentarse.—¿Jongin? — Los ojos verdes de Soo se dilataron por la sorpresa.
Había estado acostado sobre el sólido pecho del hombre y su olor llenaba las mantas y su propia piel.
El alfa se sentó, la manta apenas si le cubría lo interesante, Soo, para su completo horror, se encontró bajando de los ojos dorados que lo miraban, deteniéndose un momento en los labios que dibujaban una sonrisa maliciosa, para seguir haciendo un lento recorrido visual por el pecho del hombre, los cuadros bien marcados de su vientre hasta encontrarse con la línea de bellos, del mismo color rubio oscuro que el cabello del
hombre que llegaban justo a la protuberancia que levantaba la manta.—¡Buenos días! — La sonrisa del lobo se ensancho al notar que el dulce olor de la excitación había contrarrestado el olor
inicial del miedo.El chico bien podía odiarlo, pero aún lo
deseaba, y eso, entre las opciones del lobo, era una de sus mejores cartas.— ¿Qué haces….?—Balbuceo Soo tragando duro— ¿Qué haces aquí? —.
JongIn acomodo la manta un poco mejor sobre sus caderas, tanteando un poco su miembro en un movimiento que quiso parecer casual — hasta donde yo sé, esta es nuestra cama—. Los ojos del felino se ampliaron más, si eso era algo posible.
— ¡No es cierto! — Contradijo Soo mientras ponía los pies en la alfombra— voy a mi cuarto—. Al tratar de ponerse de pie
descubrió que estaba desnudo bajo la tela, eso explicaba porque su erección no se sentía apretada contra la ropa interior.
— ¡Diablos! — Se sentó, las mejillas estaban tan rojas que le daban un color encantador a sus mejillas color caramelo.— ¿Pasa algo, cachorro? — Lo reto Jongin a propósito, hablándole a la espalda esbelta del chico.
Soo no pudo evitar volverse para ver como los ojos dorados del lobo se lo comían con la vista, podía sentir como se deslizaba desde el cuello hasta la curvatura de su trasero.
En un ataque de timidez se acomodo en la cama y se cubrió con la manta hasta el cuello. — ¡No mires! — espeto arrugando el
ceño, dándole un aspecto de gatito furioso que solo éxito más al pobre lobo.Jongin se encogió de hombros— no hay nada bajo esa manta que yo no haya lamido, besado, mordido o penetrado con anterioridad—.
El maldito lobo era un ladino sinvergüenza, como se atrevía hablarle así.
Soo lo miraba sin poder creer que el hombre
fuera tan descarado — ¡Ya no hay nada de mí a lo que tengas derecho! — aclaro mordiendo su labio inferior, el cuerpo
temblaba de furia y su pantera se encogía de miedo.Estaba demasiado cansado de sufrir, de callar, al menos en esa habitación no estaban los otros lobos para mirar como el lobo lo ponía contra el piso.
—Sabías que cada día que pasa estoy más seguro que eres el hombre más sexy que he conocido—.
Si la quijada no se le desprendió en esta ocasión a Soo, ya no tenía cuando— Estas loco— balbuceo confundido.
La sonrisa de Jongin era sincera, y sus ojos reflejaban una emoción que Soo no pudo interpretar. — Hoy voy a decirte algo que no he dicho a nadie, ni siquiera a Seojun cuando me daba mis buenas surras por andar en mis cosas con Sehun. Hoy
quiero pedirle perdón a mi pareja por ser tan idiota.