cap 3

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—Hablen de una vez— suplico Soo sintiendo encogerse sobre la cómoda silla frente al escritorio de su padre —Si la idea es tranquilizarme, no lo están logrando—.

Las manos suaves de la abuela se posaron sobre el hombro del Alfa, en un gesto de apoyo.

Soo pudo ver claramente que su abuelita había llorado, lo delataba el rojo de sus ojos, aunque su presencia era tan controlada como siempre.

—Empezare por decirte que el Sagrado Consejo nos ha notificado que ha recibido una denuncia en nuestra contra— hablo el Alfa sin dejar de mirar el resultado de sus palabras en el felino delante suyo— Ellos dicen que hemos abusado de su cortesía al permitirnos acampar en el límite de su territorio, ya que la noche de luna llena en que su nuevo Alfa correría con la manada, se le tendió una trampa, poniendo en su camino a un macho joven en celo.

—¿Qué?— Soo se puso de pie tan rápido que la pesada silla se estrello contra el suelo al caer— ¿Ponerme en su camino?

La abuela al ver la palidez de su nieto fue hacia el cachorro sosteniéndolo por los hombros mientras el Alfa recolocaba la silla para que la joven pantera se sentara.

— ¿Entonces es cierto?— Pregunto el Alfa con una mirada gélida dirigida a su hijo menor.

—Déjalo que recupere el aliento— pidió la abuela al ver como se construía el enojo en su hijo— Él nos explicará que fue lo que ocurrió.

Tomando el vaso de agua que la abuela le ofrecía, lucho con todas sus fuerzas para que la mano no le temblara al llevar
el líquido a sus labios.

— Era de noche— comenzó su relato, con la vista fija en un punto en la alfombra, negándose a ver la decepción en la cara
de su padre — La luna brillaba en lo alto del cielo, se veía tan grande y hermosa; los mayores estaban alrededor de la fogata, se suponía que yo estaba durmiendo, pero la luz de la luna no me dejaba. Woobin estaba dormido como un tronco junto a mí en
la tienda de campaña, y yo no podía pegar un ojo — La voz apenas le salía, se negaba a llorar como un crio — Así que salí a dar una vuelta en mi forma de pantera, abandoné el
campamento. El agua del río golpeaba las rocas, me eche a la orilla para verlo. Luego un conejo me tentó a cazarlo, sin saber
en qué momento me encontré en medio del territorio de los lobos persiguiendo al maldito animal—Las lágrimas como si
estuvieran contenidas en una represa se desbordaron mojando sus mejillas en un llanto silencioso—Me disponía a salir cuando uno de los chuchos me encontró, trate de escapar pero el enorme animal me dio caza y me atrapo.

— ¿Te hizo daño?—La voz del Alfa era tan afilada que podía cortar rocas.

Soo aspiro tratando de llenar sus pulmones de aire, la mano suave de la abuela acunaba su mejilla mientras con la otra acariciaba la cabeza, tratando de brindarle un silencioso
consuelo —Nosotros estamos contigo— el voto de apoyo de la abuela solo arranco más lágrimas en el joven cachorro.

El Alfa dejo escapar el aire lentamente, tratando de no salir de su oficina y desgarrar al hijo de puta que le haya puesto una pata encima al más inocente de sus hijos.

El chico era el último cachorro que le había dado su compañera de vida, ella le había hecho prometer que cuidaría del niño ya que estaba de meses cuando fueron atacados.

— El Sagrado Consejo exige que les entregue al macho que se apareo con el lobo Alfa de su manada — El hombre estiro su espalda recostándose al respaldar de su silla, pasándose la mano por la frente trato de
controlar un dolor de cabeza que se estaba construyendo a pasos gigantescos— ¿Ese fuiste tú?.

—Creo que sí— logro balbucear Soo sintiendo todo el peso de la mirada de su padre.

Apartándose del consuelo de la abuela se enderezo en la silla— ¿Para qué me quieren?.

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