Capítulo 11

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Muchos creen que la coronación él es día más feliz de tu vida, pero la realidad es muy diferente

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Muchos creen que la coronación él es día más feliz de tu vida, pero la realidad es muy diferente. Para que un nuevo rey sea coronado, el anterior tiene que morir. Mi coronación fue el peor día de mi vida, porque fue el día en que entendí, que había perdido a mi padre para siempre. Solo personas sin alma, pueden sentir ese día como perfecto, porque no tienen amor por ese padre.

—Majestad —escuché una voz en la puerta y al mirar hacia allí, vi a una chica joven observándome.

—¿Quién es usted? —pregunté confusa.

—Disculpe la descortesía majestad —dijo ella reverenciándome— Mi nombre es Catania y soy la sirvienta que la cuidara mientras permanezca en el palacio.

—Un gusto Catania, soy Marie —ella me sonrió levemente y yo le correspondí.

Catania era bastante agradable, me cuidó durante bastantes semanas y siempre tenía algo divertido que decirme, nunca dejaba las ocurrencias y eso me generaba cierta alegría. Mi rutina en el palacio era simple, no tenía muchos cambios. Pasaba todo el día con Catania, a veces en la cama y otras veces paseando por el jardín, en la noche cenaba con el emperador y luego regresaba a mis aposentos. Miraba mi estómago durante mucho tiempo, me daba un baño y a la cama, no solía hacer nada más que eso.

Ese día no fue la excepción y pude disfrutar tranquila de admirar las flores del jardín. Levanto la vista y veo que alguien me está observando detenidamente, era la mano derecha del emperador. Me presentó a ese hombre el otro día, me miraba con molestia y recelo, se nota que no le caigo nada bien. Se acercó a mí con paso decidido y me miró de arriba abajo durante unos segundos.

—¿Qué hace fuera de sus aposentos? —preguntó con una evidente mirada de fastidio.

—No tengo porque responder esa pregunta, además es muy obvia ¿no lo cree? —pregunté yo también, era muy claro lo que estaba haciendo y el solo me irritaba.

—No confío en usted, no me parece normal que una reina aparezca sola y sin un solo guardia o compañero. No es quien dice ser, no viene con buenas intenciones y me aseguraré de descubrir lo que trama, la asesinaré finalmente cuando lo descubra —sus palabras estaban llenas de veneno, me sentía como si una víbora venenosa, me estuviera rodeando por completo.

—No tengo ninguna intención escondida.

—Usted debe ser una bruja, por algo el emperador esta encandilado con usted. No es normal que se comporte así y no me gusta verla tan cerca de él, es mentirosa, puedo verlo en sus oscuros y depravados ojos de mujer —escupía sus palabras, desprendía veneno de su boca a más no poder.

—¿Qué mujer te hizo tanto daño? —pregunté con tono de burla, estaba claro que tenía algo en contra de las mujeres y que en eso se basaba su estúpido reclamo.

—No crea que el emperador es tonto, no caerá en tus estúpidos juegos de seducción oscura y más sabiendo que esta embazada, no debería tener el valor de pararse a su lado.

Tras esas últimas palabras se fue y me dejó totalmente perdida, no sabía que podía hacer o decir respecto a eso. Después de varias semanas en el palacio, pude ver un poco de lo que él dice y si pude darme cuenta de los sentimientos del emperador hacía mí y aunque yo no estoy enamorada de él, al menos no a la misma escala que Ariel por ejemplo, si puedo sentir esa atracción. El emperador es un hombre muy atractivo e inteligente, puede atraer a cualquier mujer.

De todas formas, jamás podría casarme con alguien como él. El emperador y yo somos iguales, esa es la principal razón que no lo permite. Él puede tener múltiples consortes, pero ellas no y yo puedo tener múltiples consortes, pero ellos no. Él y yo no podríamos estar juntos, porque yo no estoy dispuesta a aceptar que tenga amantes y sé que él tampoco lo estaría, ya que nuestros orgullos se verían dañados y sobre todo violaríamos las reglas de nuestros imperios. El humillaría su imperio si se vuelve mi consorte y en mi caso sería igual, nosotros no podríamos ser más que amantes.

—¿En qué piensas reina Marie? —escuché que preguntaba el emperador, ambos nos encontrábamos en mi habitación. ¿En qué momento llegué a mi habitación y no me di cuenta?

—Tu mano derecha no me quiere mucho —contesté yo sonriendo.

—Está preocupado por mí.

—¿Por qué tendría que estar preocupado? —pregunté fingiendo no entender.

—Porque eres una encantadora de hombres —contestó el con gracia.

—¿Encantadora de hombres?

—Eres hipnótica, es imposible apartar la mirada de ti.

—Deja de decir tantas tonterías —dije molesta. Me habían dicho muchas cosas, pero jamás algo como eso.

Él se sentó a mi lado en la cama y puso su mano sobre mi vientre. Mi estómago aún era pequeño, no había pasado mucho desde que me embaracé, pero aun así él lo acarició. Dejó esa mano quieta donde estaba y con la otra me acarició la mejilla, tuvo tanta delicadeza que me sentí extraña. Cerré los ojos debido al cálido tacto, nunca nadie me había acariciado de esa forma y se sentía perfecto.

Yo era una reina después de todo, nadie se toma la confianza de hacer algo así. Es extraño, tengo hombres para complacerme, pero ninguno hizo algo tan simple como eso. El emperador lo hizo, porque es más poderoso que yo y se siente con la confianza de hacerlo. El me trata como una igual, a pesar de que al ser emperador, es mucho más poderoso que yo. El gobierna un imperio inmenso y yo un reino pequeño, somos muy diferentes, pero nunca me trato de otra manera o me rebajó y eso es algo admirable.

—Eres la mujer que mis ojos aman observar, sienten que ven el paraíso.

Abrí los ojos del golpe al escuchar esas palabras y lo vi tan cerca de mí, me sentí demasiado nerviosa en ese momento. El sexo opuesto siempre me pone nerviosa, más cuando hace algo como eso, acercarse tanto a mí. Sentí sus labios rozar los míos y luego de repente me besó con fuerza, puso sus manos en mi cintura y me apretó contra él. Me besó con mucha pasión en mis labios y los dejó bastante rojos, para después besarme el rostro con mucha delicadeza y tocarme de una forma que sentía demasiado familiar.

No sé qué me pasa últimamente, no puedo dejar de sentirme atraída por otros hombres y que me deje tocar por ellos. Se supone que es normal teniendo un harén, pero también debería ser normal escoger a uno y solo darle favoritismo a él, pero por algún motivo, me encanta estar con hombres diferentes y sobre todo, me encanta que ellos solo puedan tenerme a mí, aunque yo pueda tener muchos de ellos.

¿Está mal que me sienta así?

¿Está mal que me sienta así?

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Los hombres de la reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora