¡Prepárate para un drama real!
Después de un divorcio complicado, la princesa del sur decide regresar a su hogar, solo para enfrentar una avalancha de problemas. Cuando su padre muere repentinamente en el viaje de regreso, ella se ve obligada a tom...
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Me senté en la cama bastante tranquila, la verdad es que era un bonito lugar. Me relajaba bastante, la decoración era preciosa y la comunidad ni hablar. Se nota que fue mi querida amiga, quien preparó estos aposentos para mí. Ariel se había desaparecido y cuando me estaba por levantar para ir por él, lo vi venir con un gran cubo de agua. Él siempre sabe lo que quiero, es muy complaciente y encontrar hombres que sepan complacerme es muy difícil.
—Su majestad, permítame lavarle los pies antes de dormir —dijo el, mientras ponía el cubo en el suelo y me daba una reverencia.
—Adelante —contesté yo con una sonrisa y él me correspondió.
El lavó mis pies con mucho cuidado y puedo decir que fue el momento más relajante que he tenido. Desde que me convertí en reina, mi vida ha sido todo menos relajante. Estos momentos me hacen volver al pasado, a esa época en la que apenas tenía responsabilidades y me da nostalgia recordar que sufría mucho. Jamás imagine que ese sufrimiento del pasado, hoy me resultaría tan banal y nada real comparado con mi sufrimiento de reina.
—Mi reina —escuché decir a mi querido consorte.
—Ariel, tengo sueño —fue lo único que pude decir y el asintió.
Él se ocupó de acomodar la cama y yo me puse mi camisón de seda. Cuando regrese a los aposentos, él ya estaba acostado y con la camisa de dormir abierta. Verlo me daba una sensación de paz indiscutible. Necesitaba más de este momento, necesitaba más de él y cada vez que lo pienso, solo siento que es el correcto. El problema es, que al mismo tiempo que siento que es el correcto, también siento que él podría ser un arma de doble filo que me destruya. Decidí ignorar esos pensamientos y lo aprecie mientras habría las sabanas para mí, luego me recosté en sus brazos, necesitaba que calmara mi mente y solo eso sería suficiente.
—Su majestad, ¿se encuentra bien? —preguntó de repente mi acompañante y yo sonreí.
—Claro que si —contesté tranquilamente y lo besé con fuerza, el me correspondió y me subió encima suyo. No sé si sea el indicado, pero en cierta forma se lo debo.
—Es el momento, ya es el momento —dije separándome de golpe y el abrió los ojos nervioso.
—Mi reina, no debe sentir pena por mí. Va a estar bien sin importar a quien elija, yo seguiré estando ahí para usted —sus palabras me daban un poco de pena, él es más inseguro de lo que creí y no es normal, más teniendo en cuenta su propia belleza.
—No sé a quién elegiré la próxima vez, pero hoy te elijo a ti —fue lo último que dije y el acortó la distancia entre nuestros labios.
No sabía que pasaría luego de esa noche, tampoco sabía si era la elección correcta o me estaba equivocando. Algo estaba claro y era Ariel. Él ha sido quien más me ha querido y consentido, me ha entregado todo de sí mismo, no creo que exista alguien más perfecto que él. El próximo que debo visitar será mi ex esposo y para ese momento, quiero ya estar preparada y enfrentar las cosas de la mejor forma. Tengo miedo, vivo con miedo. Siento que no hay nadie en quien pueda confiar, pero elijo confiar en él y es todo lo que puedo hacer.
Sentir sus labios en mi cuerpo era mágico y más su cuerpo desnudo tan cerca de mí. El peor error de mi vida fue esperar tanto, al final del día soy libre y estoy en paz. Soy una reina, nadie tiene derecho a contradecirme o juzgarme, soy tan perfecta como las flores de mi jardín. En el pasado podrían haberme juzgado por ser divorciada, pero hoy nadie puede juzgarme y todos se pelean por meterse en mi cama. Soy consciente de quien soy y solo le daré esa bendición a quienes realmente me merezcan, a quienes realmente pueda utilizar a mi antojo y me sean útiles. Los demás serán totalmente descartados de mi vida, porque son descartables para mí.
La mañana había llegado y pude sentir los fuertes brazos de Ariel, estaban rodeando mi cuerpo con mucha fuerza. Abrí los ojos y lo vi dormido, esta vez era muy diferente de todas las anteriores. Esta fue la segunda vez que me entregué a un hombre, la primera después de mi ex esposo. Tal vez para ellos no signifique nada, pero para mi es algo muy importante, algo que no podré olvidar jamás. Además esto cambia el estatus y nivel de mi consorte. No importa con cuantos consortes me acueste, el primero siempre será el que tenga el titulo más elevado y si me da un hijo, aumentará mucho más.
—Mi reina, está despierta —dijo el con una sonrisa y fue en ese momento que me di cuenta, el se había despertado y estuvo varios minutos observándome— Fue una buena noche, fue perfecto.
—Ahora tendré que darte un nombre de consorte —dije yo y él me quedó observando confundido.
—Todos los consortes al acostarse por primera vez con la reina, obtienen un nombre especial, es base a algún rasgo que decida la reina y este remplazara a su apellido. Pero el primero que se acueste con la reina, tendrá una peculiaridad en dicho nombre. No es un título, sino un nombre especial. El título corresponde únicamente, a los padres de los hijos reales —expliqué detalladamente cómo funciona la ley.
—¿Qué nombre me dará? —preguntó el con una media sonrisa, estaba claro que cualquier cosa que le diera yo le gustaría.
—Rubí, consorte Rubí —contesté tranquilamente y él me observó confundido.
—¿Por qué Rubí? —preguntó confundido.
—El rubí es mi cristal favorito y yo lo considero el más bello del mundo, su belleza nunca desaparecerá para mí. Para mí, ese nombre significa: belleza que nunca desaparece —mis palabras lo hicieron sonreír y eso me dio alivio.
—Gracias majestad, no tiene idea lo que significa para mí eso.
—Ya no te tratan como consorte Min o señorito Min. Tu trato será noble consorte —dije con la voz más tranquila y el asintió. Ambos nos abrazamos en ese momento, hasta que un grito desde la puerta me alertó y al abrirla no pude con lo que pasaría a continuación.
—Corra majestad, hay asesinos en el palacio.
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