Capítulo 28

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Algo me atrajo de ese esclavo Henry, no sé por qué, pero tenía algo que me empujaba hacia él

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Algo me atrajo de ese esclavo Henry, no sé por qué, pero tenía algo que me empujaba hacia él. Pedí que lo trasladaran a otra ala, al menos hasta estar completamente segura de que era. Fui directo a la habitación de Ariel, quería ver a mi pequeño príncipe. Había estado todo el día sin él y lo extrañaba.

Cuando llegué, toqué la puerta y me abrió mi esposo. Se veía muy cansado, tenía unas pequeñas ojeras notorias y me sonrió aún con los ojos casi cerrados. Debía tener demasiado sueño, fue una escena muy tierna. Tuve que contenerme, porque de repente me imaginé a Asher con el mismo aspecto que él.

—Te ves muy cansado —dije mientras entraba—, él solo se rio un poco.

—Criar un niño no es tan fácil como parece —contestó él y yo le sonreí, se notaba que hacía un gran esfuerzo.

Por lo general, el padre es quien cría a los hijos de la emperatriz, pero son los sirvientes quienes cubren las necesidades de los niños. El tema con Ariel, es que él decidió ser el mismo quien se encargue de todo esto. Él alimenta, baña, cambia y duerme a Saúl, aparte de darle su amor y cariño. Esto genera en él una sobrecarga, que no tienen todos los demás consortes. Él decidió dedicar su vida a mi príncipe y abandonar el resto. Eso no suele pasar normalmente con los consortes en general.

—¿Cómo está mi pequeño príncipe? —pregunté en silencio, acercándome a su cunita y viéndolo totalmente dormido, encantado de estar en silencio.

Sus ojitos, su cabecita, todo en él era hermoso y aunque era demasiado pequeño para tenerlo claro aún, algo en él se parecía demasiado a Asher y temía que en el futuro pudiera ser una copia de él. Lo último que necesitaba es que las personas comenzasen rumores, no por tener un amorío con otra persona, eso no es un problema para alguien como yo.

El conflicto viene del lado del poder y tener un hijo con un gobernante de otro imperio, podría ocasionar que me destronen. La verdadera identidad de mi hijo debe mantenerse escondida. De cualquier forma, Asher ya lo sabe y estoy segura de que él no hará nada en mi contra. Además, tiene a nuestra pequeña hija con él y podrá continuar su legado sin mí. De esta forma también protejo a mi hija de la muerte, eso es todo lo que necesito ahora.

Me acerqué a Ariel y le acaricié la mejilla. Este cerró los ojos por un minuto y se recargó en mi mano. Se veía demasiado cansado y era evidente que necesitaba una siesta. Le insistí que se recostase, el bebé estaba dormido y no despertaría en un buen tiempo, que era mejor que aprovechara a descansar. Él me insistió que me uniera y, aunque soy una persona con poco tiempo libre, de igual forma decidí recordarme con él un rato, hasta que se durmiera.

—Su majestad —dijo él, mientras rodeaba mi cintura con su brazo.

—¿Qué ocurre? —pregunté yo y él se acercó más a mi oído, quería evitar que el bebé se despertara.

—¿Ha pensado en tener otro hijo? —me sorprendió su pregunta, pero él, por el contrario, se veía muy relajado—. Estoy seguro de que en poco tiempo comenzarán a presionarla.

Los hombres de la reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora