¡Prepárate para un drama real!
Después de un divorcio complicado, la princesa del sur decide regresar a su hogar, solo para enfrentar una avalancha de problemas. Cuando su padre muere repentinamente en el viaje de regreso, ella se ve obligada a tom...
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Me observé en el espejo mientras me arreglaban, nunca imaginé que volvería a vestirme de blanco y caminaría hacía el altar. Pero sobre todo, jamás imaginé que me tocaría caminar a altar sin ser feliz, sin estar plena con la decisión tomada. De cualquier forma eso no es importante, una reina no debe pensar en su felicidad, lo que único que debe importarle es la prosperidad de su reino.
—Majestad, el blanco le queda reluciente —dijo de repente una de las criadas y yo sonreí inconscientemente. Ellas siempre me alagan y yo no sé ni sus nombres, eso de alguna forma me hace sentir mal, aunque puede que solo sean las hormonas del embarazo.
—Gracias... —me quedé en silencio buscando su nombre en mi memoria, pero es imposible, no recuerdo haberlo oído.
—Lilith, majestad.
—¿Tu nombre es Lilith? Es un nombre muy hermoso —le dije sonriendo y ella me correspondió la sonrisa.
—Mi madre me puso este nombre hermoso, ella idolatraba a una mujer poderosa que se llamaba igual. Solo que suelo mantenerlo oculto, es un nombre peligroso majestad. Una mujer poderosa siempre es peligrosa en un mundo de hombres —sus palabras estaban repletas de verdad, los hombres siempre verán a las mujeres poderosas como peligrosas.
—Si algún día tengo una hija le pondré ese nombre.
—Me alaga majestad.
El tocado y la joyería que estaba luciendo en está ocasión era diferente, era más lujosa. Una boda siendo reina, claramente es muy diferente a cuando era princesa, pero ¿por qué el sentimiento es tan distinto? Él era un mal hombre, pero al menos me casé feliz, ahora me caso con un buen hombre, pero no estoy para nada feliz.
Sé que dije que no es mi derecho ser feliz y que mi reino esta primero, también sé que soy una persona que odia a la gente quejica y ahora yo soy la que se queja. Pero creo que tengo derecho a quejarme, me uniré por el resto de mi vida a otra persona y estaré obligada a mantener ese matrimonio hasta la muerte. Solo después de que el muera, tengo derecho de desposar a otra persona legalmente. Puedo tener amantes, puedo tener consortes, pero no puedo tener otro esposo legítimo, no puedo tener otro consorte real.
Dada las circunstancias, creo que tengo derecho a quejarme. Cuando una persona toma una decisión, ahí pierde su derecho a quejarse, pero cuando estás obligado a tomar una decisión, la queja es el método de desahogo más certero. La realeza siempre ha sido visto como lujos, joyas y felicidad. Lo que no saben, es todo lo que tenemos que hacer para mantener esos lujos, esas joyas y esa "felicidad". Hay gente que sufre en todos lados y no está bueno minimizar el dolor de nadie, todos sufrimos en diferente medida por diferentes circunstancias.
—Ya está lista majestad —la voz de Lilith me sacó de mis pensamientos y pude apreciar la obra de arte que habían hecho conmigo, el vestido era tan hermoso y elegante.
Salí de la habitación rumbo al carruaje, no miré a ningún lado, no quería ver las miradas de los demás. El carruaje me llevó por toda la capital y las personas no dejaban de gritar. Es una tradición que la reina recorra todo la capital antes de su boda y no hablo de una futura reina consorte, no, hablo de una reina. Las únicas que son reinas antes de casarse, son aquellas que nacen con el derecho y sus esposos nunca pueden aspirar a más que a consorte real.
Los esposos de las reinas, solo obtienen un título de príncipe, cuando su hijo se sienta al trono. Recién ahí estos reciben el título de príncipe real, hasta entonces solo se les llama consorte real, aunque tienen trato de majestad. Nunca ha habido un príncipe real, dado que el esposo nunca vive más que la reina, siempre muere antes o al mismo tiempo, pero nunca después. En muchos casos, la reina se ha vuelto a casar luego de la muerte de su esposo.
Terminado el agonizante paseo, finalmente pude poner de nuevo los pies en la tierra y dirigirme al altar, lo que desde hoy sería mi futuro. Los ministros estuvieron presentes, se sentían demasiado orgullosos de lo que veían, en especial el primer ministro, quien hoy se convertiría oficialmente en mi suegro. Todos estaban contentos, porque desde que me coronaron solo desean que me case y empiece a parir como un conejo.
No digo que no quiera tener hijos, claro que lo deseo, quiero tener tantos hijos como me permita la vida. Es más, lo bueno de tener varios consortes, es que habrá mucha genética diversa en mi descendencia. El problema radica en que eso es lo único que quiere, nosotros los gobernantes, somos descartables para ellos. Siempre que tengamos un heredero que nos suplante, les da igual si morimos mañana.
"Larga vida a su majestad"
Esa frase tan ridícula, solo es una forma de decir "que nos dure hasta que tenga un remplazo", porque para ellos no tenemos ningún valor más allá de eso. Mi caso es todavía peor, soy mujer y para ellos es un claro pecado el que sea una reina, peor aún una reina con un harén y para echarle más leña al fuego, soy una mujer que tuvo más victorias que un hombre. Como reina logré algo que ningún rey logró, eso debería ser algo bueno, logré cumplir el sueño de mis antecesores. Para ellos es una pesadilla y solo porque soy mujer.
—¿Te sientes bien? —escuchar la voz de Ariel en ese momento me centró, asentí a su pregunta y tomé su mano.
—El bebé me tiene sensible.
—Es normal, en poco tiempo estará fuera, ya verás —sus palabras me tranquilizaban, más allá de todo, él siempre lograba calmarme y centrarme, era como mi cable a tierra.
—Estamos aquí reunidos para unir en sagrado matrimonio a una reina y un consorte real —la ceremonia había comenzado con esas palabras y se desarrolló tranquilamente normal, hasta que me tocó dar mi consentimiento.
Miré a la multitud, luego a mi futuro esposo, detrás de él estaban mis otros consortes. Todos parecían felices, en el fondo, sabían que no era el final. Ellos sabía que el hecho de que me casara con uno, no aseguraba nada. Tendrá más poder y solo un hijo de él será mi sucesor, pero los demás pueden seguir teniendo poder, ganándome a mí y dándome hijos, al final del día ser un esposo oficial no te asegura nada. Solo tienes obligaciones y un nivel más bajo que rey, pero estás muy cerca de ser uno. Bueno, si la reina no tiene herederos, su esposo puede convertirse en rey, únicamente si tiene el apoyo de los ministros. Ellos saben que no perdieron y por eso están tan tranquilos.
No pude evitar mirar más al costado y ahí estaba el, mi querido emperador. No dejaba de mirarme y me sonreía, aunque su sonrisa no llegaba a sus ojos. Quería tirar todo e irme con él, imaginar cómo hubiera sido nuestra vida, si me hubiese casado con él y no con mi ex marido. Ya era tarde, este matrimonio no era solo por el reino, también era por el bebé que llevó en el vientre. Para nadie es un secreto que yo no he intimado con Ariel hace meses y sería muy fácil para todos sospechar de lo que ocurrió, está boda es un buen distractor, para que nadie haga preguntas sobre mi embarazo y todo quede olvidado.
—Acepto —dije sin dejar de mirar al verdadero padre de mi hijo y el solo levantó la copa de alcohol que estaba bebiendo.
¿Por qué siento como si mi vida se hubiera acabado?
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