Un verano inolvidable a tu lado

Capítulo 8

Llegó el día en donde mis padres partirían de viaje con los padres de Jacob, mientras me quedaría a solas con él. Me desperté temprano para despedirlos, ya que su avión salía a las diez. Me acerqué a ellos y los abracé fuerte antes de que se fueran.

-Os voy a echar de menos- susurré todavía un poco adormilada.

-Nosotros también- sonrió mi padre abrazándome.

-Bueno, a lo mejor tú no nos echas tanto a nosotros- sonrió mi madre divertida.

-Mama venga ya- la miré frustrada.

Estoy segura que la señora Britt ha estado hablando con ella, se le notaba en la mirada, pero ahora lo importante no era ese tema, era la despedida.

-Valee - rió- perdón.

Mi padre negó con la cabeza riendo.

-Tendré que empezar a vigilar a ese chico.

Oh no, tú también no.

-Que no entendéis de que es solo un amigo, dejar ya el tema- frustrada.

-Es para que así no nos eches de menos.

-Claro, no ves que vas a estar mucho tiempo sin nosotros, tenemos que molestarte todo el poco tiempo que nos quede.

Suspiré y negué con la cabeza.

-¿Sabéis que? Se os está empezando a hacer tarde, seguro que os están esperando fuera.

-Pero ni siquiera nos han llamado- dijo mi madre mientras me chinchaba como una abuela agarrando mis mofletes

-¡Mamá!

Intenté liberarme de su ataque de abuela y aunque parecía imposible, el timbre de la casa sonó y mi madre me soltó.

Salvada por la campana

Mi madre abrió la puerta, mientras la señora Britt pasaba con más energía de la que tenía yo esa mañana.

-¿Quien se va de viaje?- dijo Elisabeth emocionada

-¡Nosotros!- respondió mi madre con el mismo tono de emoción, mientras se cogían las manos y se ponían a saltar.

Me quedé mirando intentando no sentirme avergonzada del espectáculo que estaban montando. Miré por un momento a Thomas que estaba en la puerta hablando con mi padre, él en cambio no se veía tan emocionado como su mujer, no se veía ni siquiera feliz.

¿Por qué estaría gritando tanto ayer?

Sacudí mi cabeza saliendo de mis pensamientos, vi a mi madre y a la de Jacob sacando sus pasos de baile prohibidos.

Vale, creo que necesitaré un psicólogo después de esto.

-¿Nos vamos ya?- preguntó Thomas con un tono de seriedad y desesperación.

Algo no iba bien, se podía ver desde kilómetros. Al final dejaron de hacer el tonto y cargaron los macutos en el maletero, cuando terminaron mi padre se acercó a mí nuevamente.

-Si tienes cualquier problema mientras no estamos, no dudes en llamarnos ¿vale?

Asentí con la cabeza mientras le daba un último abrazo antes de que se fuera.

Después se montó en el coche y se fueron.

Cuando el coche desapareció de mi vista, me metí dentro de mi casa y fui a la cocina, donde encontré un plato de tortitas calientes de mi padre. Sonreí y me las comí antes de que se enfriaran más