11

588 79 0
                                    

— ¡Jennie!

Salí de mi ensoñación tan rápido como pude al oír la voz de Rachel retumbando por todo el pasillo.

— ¡Oh dios, Jennie! ¡¿Por qué te fuiste así?! ¡Estaba preocupada! — Grita.

Se metió a la casa como si fuera suya, empujando a Lisa en el proceso. Negué, pero se abrazó a mí lo más fuerte que pudo. Después de unos segundos, al notar que no respondí a su muestra de afecto, me miró.
Noté varios aspectos que habían cambiado en ella. Estaba más delgada, más ojerosa, más pálida. Mamá siempre había sido una mujer con curvas y una piel estupenda, saludable, pero ahora, parecía que no estaba en su sano juicio.

— Rachel... — Murmuró una cansada Lisa, pero fue interrumpida.

— No, Lalisa. No quiero hablar contigo ahorita, sólo quiero charlar con Jane en paz.

Me arrastró hacia mi habitación y nos encerró dentro. Suspiró y sacó de su bolso con las manos temblorosas mi chocolate favorito. Eran unas barritas Kínder, las que solía comprarme cuando era una niña.

Joder. ¿Saben cómo se siente eso? Una maldita extorsión.

— Y-Yo... Te traje esto p-porque es tu favorito y... Jennie... ¿Por qué? ¿Por qué te fuiste?

Notaba su voz agrietada, afónica.

— Mamá, yo... Yo vine a buscar respuestas. Ya sé que Lisa no es mi madre biológica, pero creí que pudiese saber algo al respecto que yo no. Sin embargo, ha demostrado tener aún más ignorancia que yo en el tema. Por eso ahora que estamos aquí, quiero que dejes de mantenerme en una burbuja de mentiras y me digas la verdad. ¿Quién es mi padre realmente? Solo dímelo, mamá, no voy a enojarme. — Me acerqué lentamente hasta tomar sus frías extremidades. — Dímelo.

— Jennie... No. No puedo. Es difícil de explicar. Además, si querías respuestas, ¿Por qué no me lo preguntaste a mí? ¡Podría haberte dicho algo, pero no, corriste a los brazos de tu otra mamita la cual te abandonó!

— ¡Porque nunca estás! ¡Nunca estás, Rachel! Y no creas que olvido esa noche en la que me castigaste por preguntarte si habías alejado a Lisa de mí, o esa otra en la que me encerraste en el cuarto por preguntar quién es mi verdadero padre. ¡Evades mis preguntas todo el jodido tiempo! — Exploté, diciéndole todo lo que sentía. Ya no podía seguir callando.

— ¡Tú no sabes lo difícil que ha sido para mí! ¡Lisa... Lisa es mala, ella está enferma...! Si tan solo supieras. — Sus manos temblaron nuevamente.

— Ya lo sé todo. Lo sé absolutamente todo, Rachel, y estás equivocada al creer que ella podría pedirme que yo, una niña de cinco años en ese entonces, fuera una modelo nudista. ¡¿Qué tienes tú en la cabeza para creer semejante cosa?! ¡Ella sería incapaz, porque me amaba, y me ama! — Lo último ha sido involuntario.

— ¿Qué? — Su expresión se endureció.
— ¿Qué has dicho, Jennie?

Las palabras se me habían salido de la boca en un pequeño ataque de rabia, y me arrepentí.

— No...

— Dime la verdad, Jennie. ¿Ella entró en ti? ¿Tuvieron sexo? — Se acercó hacia mí con una mirada deseosa de que lo que estaba diciendo no fuera verdad. — ¡Dímelo!

— ¡Claro que no, Rachel! ¡Ella jamás haría algo así sin que yo se lo pida! ¿Y sabes qué? La amo. La amo tanto que duele, no puedo seguir ocultándolo. Y es el amor de mi vida.

Sus ojos se abrieron a tope, y negando, retrocedió.

— ¿Lisa y tú...? No, no... ¡No! E-Ella te está corrompiendo... ¡Está mal, Jane! — Titubea al decir las palabras y puedo notar el temblor en su voz; está asustada.

— ¡¿Y crees que no lo he pensado, ah?! ¡Pero ya no me importa! No me importa, porque he estado lejos de ella por once años. Me alejaste de ella, mejor dicho. ¡Me quitaste lo único que adoraba! ¡Y todo por ti, por tus... psicóticas ideas de que ella podría llegar a hacerme daño! ¡Es incapaz, Lalisa es incapaz!

Me encontraba fuera de control. Las palabras salían de mi boca sin permiso; todos los pensamientos que encadené por años se liberaban.

— ¿Y tú qué sabes, ah? ¡No la conoces, Jennie! ¡No la conoces de nada y te atreves a decir esas cosas, como si fuese alguien importante en tu vida! — Gritó.

— ¡No lo hago, sin embargo me bastó vivir con ella cinco años para darme cuenta de que es una persona maravillosa. No quiero ni necesito a alguien más, entiéndelo! — Dije, encolerizada.

Las lágrimas surcaban mis mejillas y no me molesté en quitarlas. Sentí un profundo dolor en el pecho, como si me estuviesen apuñalando una y otra vez.

— Veo que ya has tomado una decisión, y no puedo hacerte cambiar de opinión. Ten por sabido que si te quedas con ella, jamás volverás a verme, Ruby Jane. — Susurró. Sus advertencias o amenazas no surtían ningún efecto en mí, no más.

Un silencio se instaló en la habitación.

Me miró con ojos vacíos, esperanzados de que me quede junto a ella y olvide a la única persona que me ha importado desde que tengo uso de razón.
Pero yo ya tenía tomada una decisión, y no cambiaría de parecer.

Ya no soy su maldito peón.
Es hora de que las piezas queden bien puestas en el tablero.

[...]

𝗛𝗲𝗮𝗿𝘁 𝘁𝗼 𝗛𝗲𝗮𝗿𝘁 | 𝗝𝗟Where stories live. Discover now