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La blanca luz de la luna bañaba nuestros cuerpos y las sábanas.

La excitación en el ambiente era palpable. Sus ojos me encontraron una vez más, sólo que desde diferente ángulo.

— Dime, Jen... ¿Serás una chica buena para mí? — Cuestionó Lisa a centímetros de mi rostro. Me encontraba tan sumida en su mirada, que no la estaba oyendo. Me tomó bruscamente de la cara y me obligó a contestar: — ¿Mm?

Era nuestro sucio secreto. El juego prohibido que hacíamos en las noches, cuando Roseanne se iba de la casa y nos dejaba solas.

— S-Sí... — Complacida por mi respuesta, sonrió con arrogancia.

Sacó su lengua y comenzó a delinear mis labios de forma obscena. Suspiré, cerrando los ojos, deseando atraparle en un beso. Pero no podía. Prometí ser obediente.
Atrapó mi labio inferior, mordiendo y tirando de él, y se alejó con una mueca triunfante.

Levanté la vista. Me encontraba arrodillada frente a ella, esperando un inminente final el cual estaba dispuesta a aceptar. Oí la cremallera de su pantalón y su cinturón ser quitado. Me aferré inconscientemente a las sábanas debajo de mí, que estaban en el suelo. Ella estaba semidesnuda.

— Vas a quitarme esto — Señaló su ropa interior, lo único que me privaba de ver su cuerpo al desnudo. — Y serás complaciente. ¿Oíste?

Asentí suavemente. Con las manos temblorosas, me aproximé a su cuerpo; su maldito y bien esculpido cuerpo. Tomé la bragueta de sus bóxers y, sin esperar más, las bajé de inmediato.
Abrí los ojos más de la cuenta, un gemido se atascó en mi garganta al ver semejante... cosa.

¿Ahora estás tímida? — Pegué un saltito en mi lugar al oír su reclamo. — Te recuerdo que la que anduvo en bragas por toda la casa moviéndome el culo "disimuladamente" para que te vea fuiste tú, amor. Tampoco olvidemos esa vez en la que espiaste por la puerta de mi cuarto.

Mis mejillas se calentaron. Vaya que me avergonzaba de haber hecho aquello. ¿Arrepentirme? Claro que no, porque conseguí lo que tanto deseaba; estar entre sus piernas por primera vez.

— Creo que no tengo que decirte lo que tienes que hacer. — Su voz demandante me sacó de mis pensamientos.

Tomé con mi mano el tronco. Su piel era suave. Lo examiné con cuidado, intentando que no lo note, pero estaba segura de que podía ver una expresión de burla si subía la mirada. Decidida, acerqué mi boca hacia el glande, finalmente metiéndolo en mi boca. La primera impresión no fue mala. Algo como almizcle y sal llenaba de sabor mi boca, una mezcla peligrosamente deliciosa en mi paladar a la que temía volverme adicta.
Succioné levemente, haciéndola sisear. Decidí dejarme llevar, sabiendo que si estaba tensa las cosas no funcionarían. Paseé mi lengua por toda su extensión, llegando hasta la punta nuevamente. Allí hice remolinos con mi músculo bucal, y sentí que ella acariciaba mi cabello.

Y ahí comenzó el verdadero desafío.

Comencé a meterlo en mi boca, sabiendo que su enorme polla no entraría por completo en mi cavidad bucal. Busqué ahondar más en la situación, pero una evidente arcada me hizo detenerme. Saqué su miembro de mi boca y gemí de puro gusto.
Pero no sabía cómo hacerlo aún, entonces, puse mis manos en mis muslos y la miré, indicándole que podía follarse mi boca si así lo quería.

— Joder... Vas a matarme, Ruby Jane.
— Acarició mi rostro y a continuación, metió su falo en mi boca, comenzando a mover las caderas lentamente.

𝗛𝗲𝗮𝗿𝘁 𝘁𝗼 𝗛𝗲𝗮𝗿𝘁 | 𝗝𝗟Where stories live. Discover now