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Suspiré cuando solté el delineador de entre mis dedos. Ya había terminado.

Llevaba un vestido color champagne, con un escote en V y un corte que comenzaba desde el muslo hasta los pies. Unos tacones de igual color. Maquillaje ligero pero que resaltaba mis facciones y el cabello hecho un moño algo desordenado (a propósito.)
Me puse un poco de gloss en mis labios y lo guardé en mi pequeña bolsa, dando por terminado mi atuendo. Apliqué perfume en mis muñecas, cuello y detrás de mis orejas, sintiéndome satisfecha con el resultado de mi apariencia.

De repente, siento unas manos atrapar mi cintura y levantarme por los aires.
Chillo del susto, pero al ver los anillos en las extremidades que me rodean, sé que es Lisa.

— ¡Me asustaste, tonta! — Digo con histeria y golpeo su hombro.

Ríe despreocupada y besa mi frente. La escaneo de arriba a abajo y muerdo mi labio inconscientemente...
Joder. Está exquisita, más de lo normal.

Lleva una camisa blanca, arriba, un blazer negro. Pantalones acampanados hacen juego con el mismo y unos tacones de punta de aguja en sus pies, haciéndola aún más alta de lo que ya es. Su cabello está recogido en una coleta baja, y lleva un poco de iluminador con un chapstick levemente rojo. Su perfume es femenino y dulce, algo como The One de Dolce Gabanna.

— Tan apetecible. — Me jaló del trasero y fundió nuestros labios.

Sonreí entre el beso. Actuaba como una amante real, como si no fuese mi madre
-no biológica- pero aún así.

— Tú no te quedas atrás. — Sonreí. Ella me miró con ojos oscuros.

Creí que iba a volver a besarme y ceder ante la tentación de follarme.

No lo hace.

— Se nos hace tarde, Jen. Vamos. — Me tiende su mano.

Algo decepcionada, tomo mi bolsa de mano y la sigo, saliendo de su casa después. Me subo al auto y bufo, intentando reprimir mis emociones, acomodo los mechones sueltos de mi peinado y tomo aire, intentando serenarme y no explotar contra ella. No saldría bien en lo absoluto.

— Estás molesta. — Dice.

— No, no lo estoy. — Gruño, a la defensiva. Ella ríe.

Me mira de soslayo con un destello de diversión: — Oh, vamos. Creo que puedo arreglar eso.

Una de sus manos se posa en mi pierna y la aprieta. Intento reprimirme y la quito, pero es insistente y la vuelve a poner, esta vez en la carilla interna de ésta.
Hace círculos con su pulgar sobre mi piel desnuda y me estremezco, obligándome a no reaccionar ante sus acciones. Pero quiere verme hacerlo; quiere que me desmorone en su presencia. Sus largos dedos se mueven hasta encontrar la tela de mis bragas blancas de encaje... Esas que me daban alergia, pero ya no, para mi gran fortuna.
Se quita el blazer y arremanga su camisa, un gesto sumamente sensual para mí en la pausa del semáforo.

— Joder. — Sisea, acariciando sobre el material sedoso. — Tan puta, poniéndote ropa de encaje para mí.

Intento que mi voz no tiemble cuando le digo: — ¿Y quién dijo que me vestí así por ti?

Se ríe con oscura diversión, disfrutando del juego que se está formando entre nosotras.

— ¿No lo haces? — Suspiré cuando metió su mano dentro de mi ropa interior y acarició mi monte de venus sin un solo pelo, no como hoy en la tarde. Suspira y continúa: — Depilada. ¿Lo hiciste por mí también, Ruby Jane?

Mis mejillas se enrojecen. Fui atrapada por ella.

— Claro que no. No me gusta tener... Oh,
m-mierda. — Gimo cuando encuentra mi clítoris, acariciando lentamente.

𝗛𝗲𝗮𝗿𝘁 𝘁𝗼 𝗛𝗲𝗮𝗿𝘁 | 𝗝𝗟Where stories live. Discover now