Capítulo seis

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Camila llegó al partido de futbol unos minutos antes de que comenzara. Jonah, al verla, corrió hacia ella, le dio un abrazo, la tomó de la mano y la arrastró hacia donde estaba su madre.

—Mami, mira a quién me encontré —le avisó—, ¡ya llegó la señorita Cabello!

—¡Qué haría sin ti, campeón! —Lauren miró a Camila—. Hey, ¿cómo estás?

—Bien —respondió ella—, aunque para mí es un poco temprano iniciar así el fin de semana.

Sobre su hombro, Lauren vio que llegaba el resto del equipo. Fue la excusa para escapar de la mirada penetrante de Camila.

—Jonah, creo que tu entrenador ha llegado.

Jonah dio vuelta y corrió hacia su equipo.

— ¿Quieres una taza de café? Traje un termo.

—No, estoy bien. Tomé un poco de té antes de venir.

— ¿Una infusión de hierbas?

— Tomé una taza de Earl Grey.

— ¿Con pan tostado y jalea?

— No, con cereal. ¿Por qué?

Lauren asintió.

—Sólo por curiosidad.

Sonó un silbato y los equipos se reunieron en la cancha, preparándose para el juego.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo Lauren, Camila asintió —. Puede que suene muy extraño, pero, ¿por qué no me sorprende?

—¿Por qué será que tus preguntas extrañas no me sorprenden? —inquirió a su vez.

Lauren despejó su garganta.

—Bueno, me preguntaba si te envuelves la cabeza en una toalla luego de tomar una ducha.

Ella se quedó con la boca abierta.

—¿Perdón?

—Tú sabes, luego de ducharte, ¿envuelves tu cabeza, o te la dejas al descubierto?

— Envuelvo mi cabeza en una toalla —respondió ella con una sonrisa perpleja en el rostro.

Lauren asintió, satisfecha.

—Era lo que pensaba.

—¿Piensas en mí en la ducha? —La cara de Lauren le hizo darse cuenta de que esa pregunta solo se había escuchado inocente en su cabeza, así que le hizo otra para cambiar de tema. —¿Y tú no has pensado en dejar la cafeína?

Lauren sacudió la cabeza.

— Nunca.

— Tal vez deberías.

Dio un sorbo al café, sin ocultar el placer que sintió al hacerlo.

—Ya lo había escuchado antes.



.

A pesar de los esfuerzos de Jonah, el equipo perdió, aunque él no parecía demasiado molesto. Corrió hasta donde estaba su mamá, seguido muy de cerca por Mark, su amigo.

—Jugaron muy bien ustedes dos.

Se escuchó que daban las gracias de manera distraída y luego el niño empezó a tirar del suéter de su madre.

—Mark me invitó a que vaya a dormir a su casa.

Mark asentía.

—Mi mamá está de acuerdo —aclaró Mark.

Un lugar en nuestros caminos (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora