O C H O .

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Capítulo 8

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Capítulo 8. «Molestia».

Había cumplido la misión del día sin esfuerzo, escuché un montón de canciones de Danny Elfman.

Era uno de los mejores compositores que he conocido.

No solo había compuestos los temas principales de la primera película de Spider-Man, también compuso los de Batman Returns y también los de Alicia en el país de las Maravillas.

Se acaba de convertir en parte de mi música favorita, aunque la mayoría solo eran instrumentales, eran maravillosos, y me encantaba, al contrario de lo que se creería había unas canciones llenas de fuertes instrumentos que semejaban al rock.

Nilla, en definitiva, tenía buenos gustos.

Escuchaba las canciones mientras hacía la cena, la verdad era una buena combinación, ñoquis caseros con música instrumental, iba a hacer como comer en un verdadero restaurante italiano.

Me coloqué la cena e hice videollamada con mamá.

—Hola mamá.

—¿¡Salvien!? No te escucho, la cobertura es pésima, hijo, dame un segundo.

Pude ver cómo se movía hacia otro sitio.

Lo que me sorprendió era verla con un traje de invierno, estaba en Argentina, no pensé que hiciera tanto frío.

—¿Qué tal el trabajo?

—Oh, todo bien, nos mandaron a la parte de los Andes, Salvien, ojalá estuvieras acá, es magnífico.

No pude evitar entrecerrar los ojos, mamá se había ido de casa por temas de su carrera, pero a veces me daba la impresión que simplemente estaba de vacaciones.

No podía decir que no estaba resentido con ella. Lo estaba.

Ella disfrutaba las vacaciones que yo quería, mientras a mí me tocaba trabajar con mi tío y lidiar con la agenda completa que tenía debido al deporte, la universidad y el resto de lecciones.

Había empezado cerca, al otro lado del país, si se podía llamar cerca a eso, luego Australia, así fue hasta que tuvimos horarios diferentes por horas, cuando estaba en Asia.

Me sorprendió cuando dijo que regresaba a este continente.

Tenía la sensación de que ya no quería estar con la familia completa, al menos la relación de papá y ella iba genial, pero ya ni siquiera estaba seguro si los vería al mismo tiempo de nuevo alguna vez.

—Ya, suena lindo... —No pude evitar sonar apático.— ¿No son una de las cordilleras más grandes del mundo?

—¡Sí, lo es! Te voy a enviar un montón de fotos para que lo veas.

—Mamá no es-

Suspiré.

—Y colgó.

Removí lo que quedaba de mis ñoquis, la verdad se me había ido el apetito, guarde el resto en la nevera.

Fausse NoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora