Notas perfectas, melodías de aves cantantoras, no desentonan ni desafinan ninguna de ellas, que tortura para los que no sean avecillas, porque el resto de nosotros que si desentona en las mañanas, e incluso en las frías noches con las estrellas cons...
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Capítulo 6. «I Wanna Be Like, Look Like, The Girl in the Mirror».
Nilla 🍪.
Quince minutos para alistarme.
Cuando eres como yo, que solo te vistes, sin maquillarte y solo colocas la ropa simple esos quince minutos es demasiado tiempo, tiempo que me pasó el tiempo repasando poco a poco las clases.
De reojo se ve mi reflejo que evitó con esfuerzo, y frotó mis rodillas con nerviosismo al entre verlo, me obligó a cortarme el pelo, no me gustó el resultado, ni siquiera es el hecho de tener el pelo corto, porque lo he tenido antes, es que me veo patética, y me hace parecer un chico.
Dejo salir un sonidito molesto y trato de arreglar mi cabello deforme, peinando y alisando los mechones desordenados y molestos.
Última vez que le hago caso a mi madre en algo, siempre es el mismo resultado en algo que me disgusta, pero como es mi madre termino cediendo, incluso sin querer.
Suspiro resignada y salgo de la habitación con mi mochila.
Papá me acompaña hasta el autobús, me despido de él y luego subo.
La ciudad aún duerme, los tonos oscuros de la madrugada aún está en la atmósfera, siempre amanece tarde en esta ciudad, razón por la cual son las seis y media y aún no hay rastros del sol.
Desde los confines de los bajos mundos hasta la buena civilización recorro todos los días, es asombrosa la discrepancia de las zonas de la ciudad, todo lo bueno se lo queda el norte y el oeste, nada para el sitio donde crecí.
Aun así nunca me he quejado de mi casa, y mi habitación es un santuario.
Suspiró, desearía un auto para mí, o al menos que papá arregle su camioneta vieja, al menos es cuestión de tiempo para que eso pase, o al menos eso creo yo, perseverancia.
Mi recorrido de todas las mañanas no es tan largo, así que ya puedo decir que llegue.
Bajo del autobús y me dispongo a apagar mis audífonos para buscar a mis amigas, a pesar de ser un grupo grande, tengo dos mejores amigas, lo que más adoro es que puedo hablar con ellas por horas y horas, lo raro es que no les haya buscado un apodo.
Camino perezosa hasta el sitio de reunión que tenemos en una esquina del jardín de la universidad.
—Hola. —Saludó algo tímida a las chicas.
—Holis. —Me contesta una de mis mejores amigas sonrientes.
—Holis. —Le sigue otra de las chicas que me cae bien.
—¿Aún no ha llegado la profesora? —Pregunté.
—No, debe estar por llegar, van a ser las 7:30.
Al menos llegué a tiempo.
—Chicas, ¿Fueron al concierto de Lone Star?
Y este es mi momento para aislarme en mi teléfono.
Lo desbloqueo rápida y comienzo un pequeño repaso de la clase de hoy, al menos puedo decir que me aprendí toda la lección rápida y sin ningún contratiempo, eso se debe a que amo mi carrera, la magia que posee siempre me atrae como imán a metal.
—Nilla no te vi en concierto, ¿Fuiste? —Pregunta una de las chicas.
—No fui. —Apenas respondí.
—De lo que te perdiste, fue uno de los mejores concierto.
Al menos pude estudiar, y no tuve que soportar la contaminación sónica de estar en ese concierto, que de seguro estuvo atestado de personas, y con canciones que me lastiman los oídos.
Sí, eso no sonaba para nada divertido, al menos para mí.
—Para la próxima.
Y paso de eso, prefiero mi tranquilidad.
No hay manera de que vaya a uno, aun así, sonrió.
Creo que nunca entenderé del todo a las personas de mi edad, creo que siempre he tenido diferentes prioridades que ellos.
Prefieren disfrutar antes que cualquier otra cosa, yo solo quiero hacer todo bien, supongo que soy muy perfeccionista.
—Tenemos que organizar para ir al próximo concierto.
Por favor, no.
—Creo que es en dos meses.
Espero que se agoten las entradas antes de eso.
—Así podemos ir juntas, debimos planear ir en grupo en el último concierto.
Yo agradecí que nadie lo dijera antes, me ahorre ir a un lugar así.
Antes que dijeran algo más, mi teléfono vibró y pude ver la notificación de un mensaje.
Hora de entrar a clases.
—Chicas, Oriana aviso que llegó la profesora.
Todas nos levantamos hacia la clase, a unos metros de distancia.
Comencé a garabatear sobre la clase un tanto aburrida, y pude darme cuenta de que la clase estaba aburrida al ver cómo un par de amigas revisaban sus teléfonos.
Pude ver cómo dos de mis amigas empezaban a conversar entre ellas con el teléfono en medio.
Poco a poco fueron uniéndose y comenzó a escuchar los murmullos por sobre la clase.
—Te dijo que está para comérselo.
—Lo sé, mira ese cuerpo.
Momento para mirar fijamente mi libreta, y permanezco haciendo garabatos en ella.
—No, viene a esta universidad, lo vi el otro día.
Vale, eso sí me interesa.
Me acerco lentamente al teléfono y veo la imagen, nada inesperado, un chico castaño con ojos cafés y piel clara, posando con una camisa manga corta dónde se puede ver algo de músculo, admito que tiene una pose envidiable que lo hace ver aún mejor, lo me impresiona es el juego de luces en tono azules brillantes a un lado que va hasta la gama de blancos, se puede ver qué es una buena fiesta, sé que lo vi por ahí, cuando fui a buscar las entradas para las chicas.
La verdad no había caído en cuenta que era tan lindo.
—Sí es lindo. —Murmuro.
—Más que lindo, está bello.
No tengo más que decir.
Mis amigas siguen viendo la imagen del chico cuando noto de reojo observo a alguien que está con él, está de lado y apenas se puede ver parte de su cara, pero se nota por sobre todo su cabello, eso me embarga una sensación que lo he visto, no sabría decir de dónde, pero algo me grita que lo he visto.
Entrecierro los ojos, para ver dónde lo he visto antes, se me hace familiar, ese corte de pelo sé que lo he visto antes.
Me quedo viendo la imagen tratando de rememorar de dónde lo conozco, me pierdo unos segundos detallando su imagen.
Y caigo en cuenta, era el chico que me entrego las entradas, recuerdo que no lo observé por el hecho de que me pareció lindo, por eso no lo recordaba.