Polvo

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El crudo viaje que conllevaron el duo, hizo que al llegar a Londres solo pidieran descansar. La joven tenía náuseas, antojos, malestares y solo quería descansar de ese recorrido por mar tan tormentoso. Solo queri caer sobre la suave cama y dormir lo que quedaba de día, pero a la vez quería ver al muchacho que había cautivado su corazón

¿Quiere descansar señorita? -George la miro mientras ella solo tenía su vista pegada al camino. Volteo a verlo algo perdida y asintió- ¿Esta bien?

Me siento un poco mal, es todo... -tomo la mano de George y el dió un saltito de sorpresa al sentir el frío tacto- ¿Sucede algo?

Nada, tranquila... -se conformo con el dulce roce de la piel ajena en sus manos y desvío su vista al camino- señorita yo...

Llámame TN, George -el silencio inundó el vehículo- No quiero que me sigas llamando señorita

Cómo guste...-al ver la mansión Andrew, acelero un poco, estaba agotado y veía la cara de malestar de la joven a su lado. Tenía algo de temor, olvidó completamente que ella caía enferma luego de un viaje en barco- Llegamos, señorita

George, no me siento bien... -tomo aire y apretó la mano del pelinegro-

Tranquila... -se bajo soltandose del agarre, abrió la puerta donde estaba la pequeña y la cargo entre sus brazos siendo recibidos por la segunda dama de compañía de la joven, Carmela- Carmela, llama al doctor lo más rápido que puedas

Cómo guste señor George -La mujer tomo su abrigo y salió sin antes reverenciar. El mayor aprovecho la instancia para subir rápidamente al cuarto de la joven que quedaba por el pasillo que daba a su cuarto y oficina

Al llegar, recostó con delicadeza a la joven quien tenía sus ojos cerrados por el malestar y colocaba una mano en su vientre aún no tan notorio. Sentia una gran necesidad de tocar ese vientre que tanto anhelo ver en Rossemary  con un hijo suyo años atrás, algo que jamás sucedió. Pero ahora, podía estar junto a su nuevo amor si ella le permitía vivir a su lado aunque fuera un periodo corto.

Cuanto noto que el tiempo pasaba y Carmela no aparecía, decidió salir a buscarla dejando a TN a cargo de los sirvientes. Busco por los alrededores y jamás la encontró, tenía un presentimiento extraño, los aviones de guerra sobrevolaban los cielos de Londres y se angustio un poco ¿Cómo se le ocurrió traer a la joven, con un estado de salud complejo, a una tierra donde la guerra ya estaba puesta? Al llegar al hospital, pudo ver a un grupo de doctores y pidió ayuda lo más rápido posible

Señor lo lamento, pero estamos ocupados con los heridos de guerra -el doctor disponible negaba repetidamente la ayuda que pedía George-

¿Sabe con quién está hablando? -su voz sonó grave y muy molesta. Jamas había usado su cargo para tener cosas a su favor, pero este era el momento indicado para hacerlo- Soy la mano derecha de William Andrew, patriarca de la familia Andrew

No puede ser, mil disculpas señor -bajo la cabeza avergonzada- ¿En qué podemos ayudarle?

Necesito que reciban a alguien aquí, pero debe quedar en total confidencialidad ¿Me ha escuchado? O seré yo quien venga si las noticias publican algo de lo que le diré, ¿Entiende? -su mirada fría causó que la sangre del doctor se helara-

S...si señor, no debe de preocuparse -El médico lo guío a una oficina privada, pasando por fuera del cuarto donde Candy atendía a Albert. George, quien seguía al hombre frente a el, diviso a la rubia en el cuarto de su jefe, mientras le tenía tomada la mano y se miraban de una forma que solo el podía descifrar. Amor. No podía creer lo que sus ojos veían, sabía que el rubio había perdido la memoria, pero... ¿Olvidar los sentimientos por la chica a la que le juro hasta la luna? Eso le era imposible de aceptar

Avanzo sin más, no quería ser el quien le dijera a la rubia que había venido no solo a acompañarlo a el, si no que también a ver a Candy y a su amado de ojos azul cielo. No podia permitir que ella viera tales escenas, su embarazo podia correr riesgo. Tras hablar un rato con el doctor sobre lo que pasaba y dónde dejarían a la joven Cornwell, George partió en busca de la chica, quien lo esperaba en la sala sin poder contener sus dolores

Luego de subirla al vehículo y partir nuevamente al hospital, se dió cuenta que el brillo en los ojos de la joven no era el mismo que tenía cuando subieron al barco en Chicago. El hospital hizo su presencia y al llegar, George la cargo en sus brazos cual princesa y la llevo al cuarto de cuidados intensivos dónde estaría para la revisión.

Quiero que una enfermera está el rato con ella en lo que yo busco los exámenes en la mansión -el doctor quedó pensativo ante la petición del elegante hombre frente a el-

Esta bien, tenemos disponible a una joven de la edad de la señorita, su nombre es Candice White -George miro a la chica y volteo nuevamente hacia el doctor negando- ¿otra?

Si, por favor -susurro- quiero que a la enfermera Candice White la mantengan fuera y alejada de esta sala...

Cómo guste pero... ¿La chica ha hecho algo que no le gusto? -el doctor parecía querer saber si su enfermera había cometido algún error, si era así, sería expulsada del trabajo-

Para nada, solo que...ellas se conocen y no quisiera, como le comenté, que nadie supiera de que la joven TN está aquí -George miro de forma seca y salió en busca de los papeles de la joven, sin embargo, el destino lo haría tropezar con la pecosa que salvó de las garras de los Leagan hace años atras- Señorita Candy!

Señor George! -Comento alegre dándole un abrazo- Un gusto verlo aquí ¿De visita en el hospital?

Pues, por algunos contratos mejor dicho -sono nervioso y aclaro su garganta- ¿Y usted?

Si supiera... -la mirada verde bajo al suelo- mi querido amigo Albert ha perdido la memoria en un accidente de tren en Italia, no recuerda nada ni todo lo que vivimos juntos... Imagínese!

Debe ser... Algo triste -musito-

Si, lo es... ¿Mi hermana pudo leer la carta? Ha de estar triste también, era muy unida, más que yo, a Albert... Desearía poder verla

¿Porque no vuelve a Chicago?

Porque aquí trabajo hasta ahora y debo hacer que Albert recupere su memoria de alguna u otra forma. Es mi deber, por algo quiero ser la mejor enfermera -dio un guiño-

Claro que lo será, señorita... Ahora sí me disculpa, debo ir a por unos contratos nuevos, desearía verla nuevamente y espero me lo permita el tiempo -dio una pequeña reverencia y salió rápidamente sentandose en el vehículo que manejaba, y secando con su pañuelo el sudor helado de su frente. Por poco y se le escapa que la rubia de ojos grises estaba aquí y con dolores por un embarazo.

Llegada la tarde, el doctor entrego los análisis de la joven mencionando que el embarazo, como sospecho George, era de alto riesgo y que en lo posible regresarán a Chicago en el siguiente barco que iba a zarpar en dos días. No le quedó de otra que aceptar regresar, por la única razón que había viajado era para ver cómo estaba el jerarca de los Andrew. Cuando la joven pudo ponerse en pie, caminaron a la salida con lentitud, pero sin saber que lo que iba a ver, cambiaría todo lo que soño e imagino.

Albert... -susurro mirando por la abertura de la puerta. Estaba semiabierta y podía divisar a su amado mirar a la rubia pecosa; dió una pequeña sonrisa de ilusión cuando vio que el hombre veía la foto que se habían tomado una semana antes de que el se marchara sin avisar, pero el corazón de la joven se hizo trizas cuando vio que arrugaba la fotografía y la dejaba con la basura de su cuarto. Candy no se habia fijado, pero cuando voltio le dió una grata sonrisa al rubio recibiendo un beso bastante amoroso cercano a los labios.

El alma de la chica de ojos grises se dividió en mil pedazos, los labios que tanto gustaba besar, ya eran probados por otra chica quien no era nada más ni nada menos que su mejor amiga y hermana de orfanato. Cerro sus ojos dejando salir un sollozo que llamo la atención de ambos rubios; corrió... Corrió como si su vida dependiera de ello sin mirar atrás a pesar de escuchar como Candy la había reconocido y la llamaba por su nombre.

Sus ojos grises, tan brillantes como la piedra lunar que portaba de collar (regalado para su cumpleaños por Albert) solo se hacían opacos tras ver qué ya no había vuelta atrás. La había olvidado

La chica de los ojos grises (Albert x TN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora