Hwang Hyunjin no era un niño como otros. No había pasado una buena infancia, tenía problemas familiares, en el colegio... Él perdía más la esperanza cada que pasaban los días. No era muy feliz... hasta que llegó un pequeño rubito pecoso al barrio, d...
(𝐅𝐞𝐥𝐢𝐱, 𝟏𝟐 𝐚𝐧̃𝐨𝐬. 𝐇𝐲𝐮𝐧𝐣𝐢𝐧, 𝟏𝟓 𝐚𝐧̃𝐨𝐬.) 21 de Diciembre, 2006.
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Los dos mejores amigos se encontraban en la casa del pelinegro, pues su madre no iba a estar en casa por unos días, y Hyunjin le ofreció al mas pequeño quedarse la tarde allí, y un Felix muy emocionado aceptó, ya que ni siquiera había entrado alguna vez.
Felix se quedó embobado viendo la estantería donde Hyunjin tenía coleccionados unos cuantos discos y vinilos de cantantes y bandas de los 80/90's, mayormente.
—¿Michael Jackson? ¿Enserio, Hyunjin?— El rubio rió negando con la cabeza, echándole un vistazo a su mejor amigo girando su cabeza.
—¿Qué?— Dijo el pelinegro indignado. —Michael Jackson es el mejor de sus tiempos.—
—Lo que digaaasss— Dijo alargando las vocales, con tono indiferente.
—Te lo demostraré.— Hyunjin se posicionó detrás de Lix, elevando su brazo para coger un disco del cantante; acción que puso un poco nervioso al bajito, pues tuvieron contacto entre espalda y pecho, por lo que permaneció estático en su sitio, sin hacer ninguna especie de movimiento, hasta puede jurar que contuvo un poco la respiración, tragando saliva duramente y su rostro enrojeciendo. Hyunjin no se percató de eso, así que siguió con lo previsto, y se alejó de Felix, dejando que un poco de aire frío golpeara la espalda del menor. Puso su disco en una radio que tenía sobre su escritorio, y empezó a sonar "Smooth Criminal".
Hyunjin tomó un sombrero que tenía por ahí guardado, y empezó a bailar a lo Michael Jackson, meneando cada parte de su cuerpo y haciendo los característicos movimientos del cantante, robándole a Felix grandes carcajadas mientras este lo observaba, juraba que en cualquier momento estallaría a reír y lloraría de la risa. Entonces se unió a Hyunjin.
Los dos empezaron a bailar como dos niños pequeños, realmente ninguno lo hacía bien y estaban tropezando con sus propios pies, cosa que los hacía reír y era más divertido para ellos.
Hyunjin terminó su "espectáculo" sentando a Felix en la cama, y tomó la silla de su escritorio posicionándola de la parte del espaldar enfrente de Felix, por lo que el mayor se sentó a horcajadas sobre esta, apoyando su brazo en en el espaldar y se quitó el sombrero, poniéndoselo a Felix en su cabecita. Finalizó ladeando su cabeza y guiñándole un ojo al rubio.
Felix estaba que no podía más de la risa, y Hyunjin se unió a reírse con él, mirándose mutuamente haciendo un contacto visual.
—Estás... — risa— Estás fatal.— Dijo el rubio negando mientras sonreía.
Hyunjin amaba esa sonrisa, sentía que su corazón estaba siendo curado y vendado por el sonido de la risa del pecoso.
El mayor se sentó en la cama también, poniéndose al lado del más pequeño.
—Me gusta pasar tiempo contigo, Jinnie.— El menor sonrió, achicando sus ojitos, haciendo que sus mejillas adornadas de pecas se arrugaran. El pelinegro solo asintió, ni siquiera había escuchado bien lo que dijo, pues estaba demasiado "ocupado" observando todos los movimientos del rostro que tenía su chico, poniendo nervioso al pecoso, su ritmo cardíaco se estaba alterando, y sentía su cara y orejas acaloradas, que se teñían de un ligero rojo carmín.
Los dos terminaron haciendo contacto visual, Hyunjin seguía escaneando con la mirada al chico de al lado, percatándose de la inquietud de aquel, por lo que sonrió transmitiendo calma.
El otro solo ladeó un poco la cabeza, como si estuviera esperando algo. Hyunjin le quitó el sombrero al más pequeño.
Y sus rostros se acercaron un poco.
Un poco más.
Un poco más.
Otro poquito más...
Y los labios de ambos acabaron tocándose, haciendo un contacto bastante rápido, convirtiendo eso en un inocente y dulce beso. Los dos se miraron unos segundos, recapacitando sobre lo que acababa de pasar. Analizando lo que acaban de hacer y, esta vez, Felix tomó la iniciativa.
Tomó las mejillas de su mayor con sus dos manitas, acercándolo a él. Hyunjin rodeó la cintura de Lix, inclinándose un poco sobre él, y dándose otro piquito en los labios. No se atrevieron a ir más allá de un pico que no duró más de cuatro segundos, aunque Hyunjin mordió levemente los labios del otro cuando iban a separarse.
Hicieron contacto visual de nuevo, ambos soltaron risitas cómplices.
—Te quiero.— Se atrevió a decir Hyunjin, con pura sinceridad y honestidad.
—Yo también a ti, Hyunjinnie.—
Esa tarde, 𝐬𝐮𝐬 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐫𝐨𝐧 𝐮𝐧 𝐯𝐢́𝐧𝐜𝐮𝐥𝐨 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥.
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