Hwang Hyunjin no era un niño como otros. No había pasado una buena infancia, tenía problemas familiares, en el colegio... Él perdía más la esperanza cada que pasaban los días. No era muy feliz... hasta que llegó un pequeño rubito pecoso al barrio, d...
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Hoy sería el primer día de secundaria de Felix. se matriculó en el mismo centro escolar que Hyunjin, por lo que ahora, al Felix empezar el instituto, se encontraban los dos juntos en una de las mesas de la cafetería.
Hyunjin se estaba llevando a la boca un trozo de... bueno, lo que Dios quiera que sea eso, mientras escuchaba atentamente a su mejor amigo.
—¿Enserio te estás comiendo eso, Hyunjinnie?— Puso una cara de asco, bebiendo un poco de zumo, que se le hacía lo menos asqueroso.
—¿Y qué? Que tú solo te alimentes de nuggets y alitas de pollo, no significa que los demás también, señor especialito.— Se burló de el más bajito, quien solo puso los ojos en blanco.
—Como más cosas aparte de eso, inteligente.—
—Ah, es verdad. También comes brownies, ¿algo más en el menú del señorito?— Y alzó una ceja mirando a Lix con una expresión divertida en su rostro, mordiendo su lengua entre una sonrisa. Por gracioso, recibió un puñetazo (sin mucha fuerza) en el hombro.
—Tonto.—
—Extraño cuando eras pequeño y me querías, Lixie.— Se llevó las manos al pecho dramáticamente, fingiendo una expresión de lástima, a lo que Felix acabó riendo.
—Te quiero, pero eso no quita que seas tonto.—
Los dos rieron y hablaron de temas triviales en lo que acababan los 35 minutos del tiempo de descanso. Cuando sonó el timbre que indicaba el fin, se abrazaron y tomaron rumbo a las respectivas clases de cada uno. El mayor desordenó los cabellos del pecoso, y ambos se dedicaron una sonrisa antes de que el rubio entrara a su clase, pues el pelinegro se empeñó en acompañarle, y este se encaminó a la suya.
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Después de tres horas de clase, llegó la hora de irse a casa, y Hyunjin esperaba a Lix en la salida, como habían acordado por la mañana. Felix saludó a Hyunjin con otro abrazo, y al finalizarlo el mayor tomó de la mano al más bajito, para disponerse a volver a casa. Claro, ese era el plan, si no hubiera aparecido Min Yoongi, un chico del curso de Hyunjin, a joder un rato.
