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LA CAPACIDAD DE AMISTAD ES LADE DISCULPARSE POR NUESTRA FAMILIAJAY MCINERNEY, THE LAST OF THE SAVAGES

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LA CAPACIDAD DE AMISTAD ES LA
DE DISCULPARSE POR NUESTRA FAMILIA
JAY MCINERNEY, THE LAST OF THE SAVAGES

ASPEN ANDREWS nunca había visto a su hermana pequeña tan emocionada en toda su vida. A pesar de que al llegar a casa habían tenido la tediosa tarea de volver a guardar los adornos navideños, no parecía que nada pudiera desanimarla. Ante la sugerencia de Aspen de hornear unas galletas para llevar a los Weasley como agradecimiento por su hospitalidad, gimió angustiada, como si aquello fuese a llevarles demasiado tiempo y les retrasase la llegada a la Madriguera. Sin embargo, no era nada que un poco de música navideña no pudiera arreglar y, con un movimiento de varita, la radio hizo sonar algunos de los clásicos festivos favoritos de Alessia.

En la cocina, bailaban alrededor de la mesa y amasaban la masa juntas, riendo como niñas mientras trabajaban. Aspen había olvidado lo bien que se sentía pasando el rato con su hermana pequeña, incluso su sola compañía bastaba para animarla enormemente. Cuando metieron las galletas en el horno, les dolía el estómago de tanto reír y las mejillas de tanto sonreír.

—Será mejor que vayas empacando lo que necesites. Ropa, regalos y esas cosas, ¿sí?—.dijo Aspen mientras empezaba a limpiar, moviendo la varita y haciendo levitar los platos hasta el fregadero, donde una esponja empezó a fregarlos hasta dejarlos limpios.

—¡Muy bien! Tú también, recuerda. Creo que me prometieron una montaña de regalos—,bromeó Alessia, guiñándole un ojo antes de salir corriendo de la cocina y entrar en su habitación para llenar el baúl de varios artículos para las próximas dos semanas.

Aspen rió ante su entusiasmo, sintiéndose más que agradecida por tener a su mejor amiga de vuelta en casa. A medida que pasaba el tiempo, se dio cuenta de que era mejor que empacara sus propias cosas y se retiró a su habitación para meter algo de ropa en su viejo baúl. Encima, colocó los regalos cuidadosamente envueltos que ya había comprado para su hermana y, por último, los que había comprado para los gemelos. No sabía si se estaba extralimitando o si estaba pensando demasiado en su amistad al regalarles algo, pero le parecía justo teniendo en cuenta lo amables que habían sido con ella desde el principio del verano. No esperaba nada a cambio; suponía que su empleo era suficiente regalo, teniendo en cuenta que era lo que pagaba las facturas.

Finalmente, sacó el baúl al pasillo, gimiendo bajo su peso. Alessia ya estaba ahí, recostada en el sofá con otro ejemplar del Semanal de la Bruja entre las manos. Thelonious se revolcaba en su regazo, soltando pelitos morados por el sofá crema, para disgusto de Aspen. Pero no dijo nada, no quería estropear el ambiente.

—Sacaré las galletas, les pondré hielo y podremos irnos, ¿sí?—.dijo Aspen, y Alessia soltó un grito de emoción.

Aspen desapareció de nuevo en la cocina para sacar las galletas del horno. El vapor envolvía la habitación, y ella tosió un poco mientras la envolvía. Aun así, las galletas tenían un aspecto casi perfecto y las colocó rápidamente sobre la encimera, lanzando un encantamiento de enfriamiento que le permitiría ponerles hielo inmediatamente. Con la mayor precisión posible, cubrió a todos con hielo, incluido Remus Lupin, que, según Alessia, se reuniría con todos por Navidad. Sobraron unos cuantos, y dibujó imágenes caricaturescas de objetos navideños: árboles, muérdago y cosas por el estilo.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐋𝐈𝐊𝐄 𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍 | ᶠʳᵉᵈ ʷᵉᵃˢˡᵉʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora