diecisiete

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DIECISIETE

Y AHORA DAMOS LA BIENVENIDA AL NUEVO AÑO LLENO DE COSAS QUE NUNCA HAN SIDORAINER MARIA RILKE

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Y AHORA DAMOS LA BIENVENIDA AL NUEVO AÑO LLENO DE COSAS QUE NUNCA HAN SIDO
RAINER MARIA RILKE

EL RESTO de las vacaciones de Navidad pasó más rápido de lo que Aspen hubiera podido esperar. Antes de que se diera cuenta, era treinta y uno de diciembre y su tiempo con los Weasley -y, lo que era más importante, con su hermana pequeña- estaba a punto de terminar. El árbol de fuera empezaba a marchitarse bajo la intensa nevada y, de no haber sido por el Año Nuevo de aquella noche, el ambiente en la Madriguera habría sido especialmente monótono.

Aspen pasó la mañana en el trabajo, abasteciendo las estanterías y atendiendo a los molestos niños que tenían galeones de sobra para gastar de sus regalos de Navidad. Estaba especialmente ocupada, y no tuvo ni un momento para hablar con ninguno de los dos gemelos antes de que cerraran a la hora de comer, temprano por Año Nuevo. El trío, agotado tras un turno sorprendentemente agotador, subió las escaleras hasta el piso, después de haber cerrado con llave en la entrada.

—Mañana mil novecientos setenta y siete—,dijo Aspen a nadie en particular mientras se dejaba caer en el sofá.—Una locura, ¿verdad?

—¿Qué quieres decir?—preguntó George, tomando para sí el sillón reclinable junto a la chimenea vacía.—Es sólo otro año, ¿no?—

—Supongo. Es que es raro—,proclamó mientras Fred tomaba asiento a su lado. Ella, distraídamente, apoyó la cabeza en el pecho de él, y George les sonrió con cariño, el único que parecía haberse dado cuenta de su afecto.

—¿En qué sentido?—preguntó Fred, rodeándola con el brazo.

—Bueno, para empezar, mi hermana cumplirá dieciséis en marzo. ¿No es raro? Un año más y será legal—,dijo Aspen, estremeciéndose al pensarlo.—Además, en junio hará un año que los conozco—.

—¿Y qué tiene eso de especial? ¿Aparte de conocer a los dos hombres más guapos e hilarantes que has conocido nunca?—.se burló George, recostándose perezosamente en su sillón reclinable.

—Ja, ja. Muy gracioso—,dijo ella secamente, poniendo los ojos en blanco.—Es que mi vida es muy diferente a la del año pasado. Pueden pasar muchas cosas en trescientos sesenta y cinco días. ¿Cómo es que no se preocupan tanto por esto?—.

—Porque, amor—,dijo Fred, y a ella se le revolvió el estómago al oír el apodo.—No estamos absolutamente locos como tú—.

—¡Oye!—

Ella se inclinó desde su cómoda posición en su pecho, golpeándolo ligeramente en el estómago. Fue suficiente para hacerle gemir, y George se rió como siempre hacía cuando Fred era atacado por sus estúpidos comentarios.

—¿Vamos a comer o no?—.Preguntó, habiendo superado ya el espurio insulto de Fred.

—Es probable que mamá tenga algo en casa—,dijo George, mirando el reloj de la pared.—Será mejor que nos vayamos ya o Ron repetirá—.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐋𝐈𝐊𝐄 𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍 | ᶠʳᵉᵈ ʷᵉᵃˢˡᵉʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora