CAPÍTULO 13 | BAJO LA SOMBRA DE LOS DIOSES

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Jazmín suspiro con pesadez al mismo tiempo que veía como el viento movía las blancas cortinas de la habitación. Se acomodo en la silla por décima vez en la hora para después apretar los labios con delicadeza, sus pensamientos eran abrumadores en ese instante. Recordó el color del oro en su mirada y esos cabellos sedosos que siempre parecían iluminar el día más oscuro.

¿Qué había pasado con él?

¿Qué fue lo que cambió?

Sintió cómo su pecho se apretó al recordar cómo la veía cada vez que se encontraban, incluso el recuerdo de su voz aún lograba estremecer su cuerpo. Quería saber que fue lo que hizo que todo cambiara tan drásticamente a lo que ahora era, por qué si se suponía que eran aliados ahora solo se verían como desconocidos que estaban destinados a ser enemigos ¿Él estaría pensando lo mismo? ¿Él sabría lo dolorosa que era esta situación para ella? ¿Abría olvidado el beso aquel día en la catedral?

La piel en las manos de Jazmin aún conservaban memoria del tacto del dios, cada vez que sujetaba entre sus brazos y la miraba gentilmente estaba guardada en lo profundo de su memoria. Posiblemente fue absurdo llegar a creer que ella cambiaría algo en él, así lo era, y ella lo sabía.

Dioses y humanos...

Una vida humana era un parpadeo en la vida de un dios.

¿Cómo podía pensar en la posibilidad siquiera?

Los dioses no se enamoran de los humanos y los humanos no deberían enamorarse de los dioses.

Él no la amaba, supo que ya era demasiado tarde para darse cuenta de esto. Le pesaba más el hecho de saber que llegó a pensar en las probabilidades. Jazmin pensó que ella no era nada para él, no se lo había dicho pero sus accidentes lo demostraban, no necesitaba palabras para darse cuenta de la realidad. Así que ella no era nada para él, ahora él también sería nada para ella.

—¿Que estoy haciendo?— se cuestione a sí misma en voz baja mientras fruncia el ceño —Me traicionó sin ningún tipo de remordimiento, no debería estar pensando en él— dijo para zanjar el tema, Jazmín echó su cabeza hacia atrás y miró el techo pensando en lo que haría después de que el plan que tenía con su diosa se llevará a cabo.

Vivir o morir, siempre era así, al menos en su vida lo fue. Era su vida o la de otros, no pensó que alguna vez iba a considerar otra que no fuera la suya o la de su diosa. No le dio vueltas al asunto y trató de concentrar su mente en otra cosa, regresó su vista al libro entre sus manos. Era de pasta dura con subiera de cuero negro desgastado, con letras plateadas enunciaba "Dahlia" seguido de un "Diario personal" unas flores del mismo color plata adornaban el lomo. Las hojas se veían amarillas debido al polvo y el pasar de los años, así como a la humedad de la biblioteca en la que estaban.

Abrió el libro y pasó sus manos por encima de las hojas, la tinta color lila en las letras le daban un toque exquisito. De las tres generaciones de Jarehzeit de Gnirps, las portadoras de la Latep llevaron diarios de sus vidas junto a sus diosas y sobre las guerras santas en las que lucharon.

Movorei "el fruto del infierno", la que era su antecesora, se decía que era tan letal como una oleandrina y tan hermosa como una rosa, todos en el inframundo la adoraban e incluso se decía que era la preferida de la diosa Persefone. Era gentil y amable con quienes amaba, así como inteligente y despiadada contra sus enemigos. Según sus escritos hubo una época oscura en la que el árbol de la vida en el infierno estuvo a punto de secarse, ella con ayuda mataban brebajes, polvo de estrellas y sangre del propio rey de los muertos logró evitar que este se secara. Se convirtió en la cuidadora del árbol por mandato de Hades, y su nombre fue dado por el propio dios en agradecimiento por su ayuda, sin embargo, murió en una emboscada contra los caballeros de oro de Athena mientras protegía el árbol de la vida.

YOURS EVER ✔ | THE LOST CANVASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora