CAPÍTULO 15 | EL SILENCIO DEL CORAZON

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La sonrisa del de cabellos blancos se desvaneció, un cosquilleo subió desde su pecho hasta su garganta. Lo único en lo que pudo pensar fue en los intensos orbes de la mujer, una mirada de encantadores tonos verdes oscuros. Recordó la primera vez que se cruzó con ella, era exactamente igual, seguía conservando ese brillo inusual en todo su semblante.

Inclinó la cabeza hacia adelante y sopló levemente en la cara de la mujer. Jazmín sintió el ligero soplido, la frescura en el aliento de él logró estremecerla a tal punto que sintió un temblor en su espalda, la cercanía física con otros le incomodaba y él sabía eso, pero esta vez decidió no darle tanta importancia.

—Como la situación no es la más apropiada, me veo en la obligación de posponer mis exigencias para otra ocasión— dijo finalmente mientras arrugaba la nariz.

Jazmín puso los ojos en blanco y reprimió la serie de insultos que deseaba escupir en la cara de su maestro; Señora mía, deme paciencia porque si me da la fuerza lo mato. Volvió su vista al mayor quien aún mantenía una corta distancia entre ellos. Dió dos pasos hacia atrás, misma acción que provocó que el juez soltara una leve sonrisa ante la acción, para él era más que esperada su reacción, ya que cuando se le presentaba la oportunidad hacía esto mismo para molestarle, por el contrario no dejaba de causarle gracia así lo hiciera una y otra vez.

Chasqueó la lengua y echó su vista aún lado —Bien, da por hecho que ese mapa estará mañana en tus delicadas manos antes del amanecer— declaró en voz alta, a lo que la Jarehzeit asintió con la cabeza —Espéralo en la catedral, te lo dará un hombre de mi confianza; además de eso también enviaré un mensaje a Lune, él te ayudará a infiltrarte en el inframundo sin que nadie se de cuenta. No obstante debes tener cuidado, los espectros piensan que la orden de Jarehzeits han hecho algo en contra de los mandatos del maestro Hades. Hay un ambiente muy desfavorable por lo que no debes dejar que absolutamente nadie se entere que estas ahí.

Un suspiro por parte de la fémina se hizo presente, si era sincera consigo misma no pensó que iba a ser algo tan... sencillo, no por el hecho de que Minos solía negarse a hacerle favores relativamente inocentes a comparación del que recientemente había solicitado, sino por haberlo convencido a la primera de todo el asunto que ocurría con su diosa y alrededor de ella. Por otro lado, tenía fe en él, Minos podía ser muchas cosas, pero nunca se negaría a hacer algo por ella si es que él consideraba que eso era lo correcto; prefería pensar que las cosas eran así, deseaba que él no fuera capaz de todo solo por que ella se lo pedía.

—Gracias— emitió ella con calma en un tono tenue de voz —Tú...— se callo a sí misma, no era capaz de formular correctamente una oración con lo que rondaba en su conciencia, pero temía decir algo incorrecto que el pudiera mal interpretar. La razón llegó a su mente y le negó soltar palabra alguna del tema, solo se limitaría a la cordialidad. Con ese pensamiento el nudo en su garganta desapareció poco a poco, el alivio llegó a ella y su cuerpo se relajo al quitarse una carga de encima—Gracias por esto, Minos.

Un silencio sepulcral inundó de repente la escena, era como un hueco entre toda la conversación que habían tenido. El peliblanco no le quitó la mirada de encima, una leve corriente de aire pasó entre ellos, el dulce aroma de ella llegó hasta sus fosas nasales. Cerró los ojos y pensó de nuevo en esos días en los que ella entrenaba con él, en esas veces en las que él se iba de misiones y Jazmín insistía en ir con él como toda una malcriada, una que le causaba ternura por creer que el motivo era para proteger sus espaldas. Siempre deseó poder decirle el motivo por el que se negaba a que ella lo acompañara, no podía ser él mismo luchando si ella estaba en peligro; no podía permitirse a sí mismo ponerla en riesgo.

Minos se aclaró la garganta para romper el silencio y al mismo tiempo tratar de evadir esos pensamientos —Aún no me dices para qué quieres la armadura de Perséfone — exclamó él en seco, evadiendo la mirada de la mujer.

YOURS EVER ✔ | THE LOST CANVASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora