CAPÍTULO 17 | MELODIA INMORTAL

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El cielo fue testigo de lo miserable que era el dios del inframundo al ver a su amada tomando el brazo de otro, era evidente que estaba en lo correcto al pensar que no se encontraban al mismo nivel. Pensó en lo absurdo que fue el día en el que confío que ella podía ser para él, pero más absurdo fue cuando a pesar de saber tal cosa deseaba poder tener la mirada de la diosa solo para sí. Con enojo apretó ligeramente la copa que sostenía entre sus dedos, habían pasado unas horas desde que se encontraba observado desde lejos a la diosa de la primavera y también tenía horas bebiendo continuamente copas de ambrosía que las ninfas aprovechadamente le ofrecían cada vez que se les presentaba la oportunidad.

Desde su perspectiva, la nombrada Kore no parecía darse cuenta de su indiscreta y fija mirada al estar más ocupada conversando o riendo con el de cabellera dorada, tan felices se les veía que trataba de imaginar que era de eso de lo que tanto hablaban. Suspiró con amargura al ver tanta perfección junta, Hermes esplendoroso y Kore despampanante ¿Acaso podían serlo más? Era una pregunta que ya conocía al igual que la respuesta de esta, es que todo parecía estar jugando le en contra.

Intentó relajarse por fin al captar una señal que indicaba que en instantes ocurriría lo que menos quería hacer desde que llegó, respiro profundo y distrajo su mente; concentrándose en el momento observó a su alrededor, el salón de Zeus era más hermoso de lo que recordaba, odiaba admitirlo pero su hermano menor tenía un exquisito gusto para la decoración.

La luz tenue de las velas le daban una ambientación cálida al área, las columnas dóricas de mármol que parecían poseer vetas plateadas eran exageradamente altas, sin duda imponía poder a ese lugar. Esto sin dejar de lado los quisquillosos detalles compuestos en oro, plata, bronce y perlas en los muros, que relataban a detalle por medio de dibujos sobresalientes la feroz guerra que tuvieron contra el padre de los titanes, la titanomaquia.

No se podía esperar menos del templo de su presumido hermano menor, quien siempre alardeaba de tener la dicha de las mejores edificaciones. Se sabía fácilmente que era dedicado al rey de los dioses gracias a la enorme estatua de marfil de él mismo en la cella del templo, pero como muestra de su benevolencia y suma humildad, el dios del rayo mandó a colocar bustos de los dioses más importantes. Se lograba ver un Hermes y un Apolo tallados de igual forma en marfil alrededor de las salas.

Volvió en sí al sentir el fino brazo de su acompañante deslizarse para tomar el suyo, si la ninfa no lo hubiese tocado podría haberse quedado sumido en sus pensamientos.  Se giró a verla pero en ella no encontró expresión alguna, esta tenía la mirada fija al frente esperando a que este la guiará hacia delante donde se encontraba la estatua de Zeus, el imito a la chica y levantó la mirada mostrando un porte imponente ante el resto de curiosos dioses que esperaban su aparición con ansias. Caminando lento y seguro, a lado de la ninfa, se dirigió junto a su hermano quien daría inicio a lo más esperado del evento.

Los ojos del general de los dioses se clavaron en su hermano mayor cuál agujas, y sin pudor alguno también a la que era su compañera, viendo a esta última con gran interés desde los pies a la cabeza sin importarle el vistazo celoso que previamente le había dado su propia esposa, quien se encontraba tomándolo de la mano en un gesto de control. Sorprendido quedó al ver al dios del inframundo por primera vez en el Ylanret, pero más impactado se vio al ver que no estaba solo, recibió a ambos con una sonrisa amplia.

—¡Hades, hermano mío, cuanto tiempo sin verte por aquí! —exclamó complacido cuando los azabaches se plantaron frente a ellos. Sí que había pasado demasiado tiempo, porque ya no recordaba lo fastidioso que podía llegar a ser el menor de los tres hermanos —Espero que estés disfrutando de esta fiesta, pero no hace falta que te lo diga por que veo que vienes muy bien acompañado —comentó con picardía refiriéndose a la ninfa, misma que no mostró gesto alguno, al igual que Hades, ante tal afirmación —¡Vamos, es solo una broma! Espero que vengas preparado porque esta va a ser tu noche —dijo por último con ánimos, tantos que incluso le dio una pequeña palmada en la espalda a dios mayor.

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⏰ Última actualización: Mar 26 ⏰

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