Capítulo 9: Eres lindo asi

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Kei

Habían pasado unas horas desde que Chan y yo llegamos de nuestra pequeña caminata, los chicos se encerraron en sus cuartos a grabar videos para las redes y jugar como solían hacer. No quería decir que eran muy aburridos pero la verdad lo eran, su día se resumía en eso. Ir a practicar coreografías, volver y jugar o grabar, y eso se repetía cada día, a veces después de salir para grabar juegos solían comer algo afuera, pero ya. Fin de sus vidas como famosos. Cuando me mudé aquí por alguna razón pensé que iba a estar rodeada de drama, mujeres que salen y entran y mucha pero mucha fiesta, pero nada de eso, el mayor drama que veo a diario es Changbin peleando por la última patita de pollo o Hyunjin huyendo de Minho por fastidiarlo.

Yo salí de mi cuarto y caminé sin saber bien que hacer, llegue a la cocina y vi a Chan de espaldas. Me acerqué de forma sigilosa hasta quedar detrás del, oía el agua caer, se lavaba las manos. No paso mucho para girar hacia mí, dio un salto al verme.

—Mierda —se quejó y yo reí, oírlo decir malas palabras seguía siendo nuevo.

—Hola —sonreí —¿Qué haces?

—Haré la cena —empezó a moverse por la cocina hasta llenar la mesada de ingredientes.

—¿Te ayudo? —el giró a mirarme, enarco una ceja.

—Dijiste que no sabias cocinar.

—Y no se —Coloqué mis manos detrás de mi espalda —enséñame.

El pareció dudar, me miraba esperando que diga que era broma, sin embargo solo sonreí mostrando los dientes.

—Bien, recógete el pelo —ordenó con voz ronca y yo me colgué, mi cuerpo se sintió pesado y el frunció el ceño al verme remojar los labios.

Santo cielo, apreté los muslos sin entender la reacción de mi cuerpo, quería reír por lo sensible que parecía ser ante él, mis ojos bajaron a las venas que adornaban sus brazos, su pecho duro y sus brazos tan jodidamente musculosos.

-¿Kei? –pregunto despertándome de mi ensueño.

Joder, empezaría a tener algún fetiche con el dándome ordenes con su voz gruesa y ronca.

–Si, ya –obedecí, él se giró hasta abrir un cajón y sacar de ahí un delantal como el de él. Se acercó y me lo colocó, no pasó desapercibido sus dedos en mi espalda baja haciendo un nudo, contuve el aire.

—Haremos pollo frito, pero yo voy a fritar, no quiero que te quemes.

—Okey —asentí repetidas veces.

El empezó a decirme que colocar y donde, se giró un instante a cortar el pollo, mi tarea era sencilla, vaciar la harina en un bol, no sé muy bien que sucedió, pero en un segundo había más harina en mi que en el recipiente, el estúpido pote se movió y realmente no entiendo como llegue a este punto.

—Bang Chan —lo llamé.

—Solo Chan —me recordó sin girar, dejé el bol y la harina y alcé los brazos en un intento de no embarrarme más.

—¿Puedo cortar yo el pollo? —pregunté, con las manos traté de amontonar la harina de la mesada.

—No Kei, haz lo fácil mientras.

Giré a mirarlo, su espalda era ancha, podía ver sus musculos tensarse mientras cortaba el pollo. Me acerqué lentamente y sin decir nada lo abracé, pegando por completo mi delantal lleno de harina a su ropa limpia, sentí como se tenso, dejó de cortar y contuvo la respiración, yo recosté mi mejilla en él y entrelacé mis manos en su abdomen, por los cielos, podía sentir la dureza de su cuerpo trabajado en mis brazos y mejilla.

La voz que calmó la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora