Capítulo 16 (¿Monstruo con alma?)

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Maratón 2/2

Los gritos de Damen me devuelven a la realidad, aunque solo un poco, pues sigo consumida por el recuerdo que acabo de tener, si es que ese le puede llamar recuerdo.

Todo ocurre en cámara lenta, como si el mundo se hubiese tomado un descanso de darle tantas vueltas al sol.

El Tépas trepando el barco y enredándose con la muralla de sogas de Max. Damen gritando que saltara de una vez, mientras tiene una antorcha encendida en la mano lista para incendiar el barco. Yo observando las plumas y el vello que cubre todo el cuerpo del animal. Y por último, Damen soltando la antorcha en el punto exacto para después correr y tumbarme de espaldas dentro del agua.

He leído muchos libros en donde despiertan a un personaje con un balde de agua fría, o que algún deportista relaja su cuerpo con un baño de agua con cubos de hielo; y siempre traté de imaginar cómo se sentiría pero claramente nunca pude realizarlo por vivir en un desierto.

Aun así, lo que sentí cuando caí en el agua fue esa experiencia de los libros multiplicada por mil. Sentí como si cientos de agujas penetraran la piel de mi espalda, haciendo que todos mis puntos nerviosos se activen al mismo tiempo y me inmovilicen por completo.

Puedo decir que esa agua congelada si que fue un golpe a la realidad, pues activó mi cerebro nuevamente y comencé a nadar donde se encontraban todos. Damen viene justo detrás de mí.

Nadamos hasta el edificio con hongos verdes y entramos por la tercera ventana del piso más cercano. Allí ya se encontraban Nyx y Max, pero no ví a Orión por ningún lado.

Aún tratando de recuperar el aliento, reviso por todas partes y al no encontrar nada, pregunto por él.

-¿Y Orión?- pregunto agitada.

-Pensé que venía con ustedes- responde Max.

Maldigo por lo bajo y comienzo a quitar la maleta de mi espalda. Damen se da cuenta enseguida de mis intenciones y trata de detenerme. Nyx lo ayuda a retenerme.

-No puedes volver. Hay más criaturas ahí, aparte del Tépas. No es seguro- advierte Nyx.

-Pues con más razón iré.

Y sin pensarlo dos veces me lanzo al agua.

Salgo a la superficie y miro a todos lados detenidamente pero rápido al mismo tiempo, para ver si Orión está en algún lado. A mi derecha se encuentra el barco en llamas, cada vez consumiéndose más, la criatura no puedo verla, pero asumo que está igual de tostada que el barco. A mi izquierda, está el vasto laberinto del océano, pero Orión no se encuentra en ningún lado.

Me sumerjo y agradezco que aún es de día, aunque la poca luz que hay no ayuda mucho a ver.

Ya abajo, todo parece un mundo completamente distinto. La vida marina ha dominado el paisaje y las edificaciones que una vez habían conquistado el mundo. Peces que nunca había visto en mi vida, ni siquiera en libros, merodean el agua en busca de refugio y comida. Nadan a mi alrededor sin importarles mi presencia, se sumergen entre escombros de edificios y medios de transporte antiguos, rodean vegetación y cazan a las especies más débiles.

Me hubiese gustado seguir observando, no, admirando este nuevo mundo que no tenía ni idea que existía, que es completamente diferente a lo que he logrado ver en el arrecife cerca del desierto. Pero Orión es mi prioridad en este momento.

Me sumerjo un poco más hasta encontrar a Orión en medio de un pequeño cardumen de peces, flotando a la deriva. Nado hasta él, disperso los pequeños peces a su alrededor, lo tomo de la cintura y comienzo a ascender a la superficie.

Sin RastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora