Capítulo 20 (Atención a los pequeños detalles)

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PARTE DOS

SOLO QUEDARÁN ESTRAGOS


Desearía poder decir que todo mejoró después de que todos caímos en ese sueño profundo. De que por fin encontramos la cura. De que negociamos la libertad de Orión y vivimos tranquilos en una pequeña comunidad de cinco, compartiendo historias, conociéndonos, cazando y escapando de los animales letales del Bosque Gris.

Desearía decir que Orión y yo resolvimos esa extraña tensión entre nosotros, que Damen aprendió a convivir con Max y que Nyx por fin nos contó sobre su pasado. Que el Tío nos dejó en paz y que fuimos libres por fin. Que resolví el trauma de mis padres y lo único en lo que lograba pensar era en conocer el mundo, así como Orión deseaba.

Pero no, en realidad todo empeoró desde que salimos de esas malditas escaleras. Yo aún no lo sabía, es más, pensé que todo mejoraría y es por eso que no pude reaccionar de manera adecuada ante la situación.

***

Me toma tiempo despertar a todos y traerlos nuevamente a la realidad. Llegué a pensar varias veces que aún continuaba en esa pesadilla horrible, pero al ser la única consciente, mi trabajo en este momento es despertar el resto y chequear que todos estén bien.

Mi mente siempre ha estado en mi contra y no es raro para mí encontrarme con recuerdos o pesadillas que atacan con mi percepción de la realidad. Por eso me fue sencillo detectar la pesadilla en la que estaba. De todas las que he tenido, esta fue la menos espeluznante y por consiguiente, la menos creíble. Creo que agradezco a mi mente fracturada por tan buen servicio. Es como si me estuviera preparando toda mi vida para un momento como este.

Al principio, consideré que solo fue una mala pasada de mi memoria, pero cuando desperté y vi a todos en la misma situación, noté que algo no andaba bien. Es imposible que todos cayéramos en un sueño profundo sin algún estímulo externo. Tengo que descubrir qué o quién nos hizo esto.

Parece percepción mía, pero el calor se incrementa cada vez más, conforme intento despertar al resto, es desesperante y sofocante. Las gotas de sudor bajan por mi frente, la camiseta cada vez parece más una segunda piel que tela y siento el pantalón en lugares donde creo nunca haberlo sentido. Y mientras yo me aso viva, el resto se encuentra sudando frío, con la temperatura baja, la piel pálida, los ojos perdidos y los labios secos. Todo es un caos.

Las antorchas de la mayoría habían caído al suelo, solo dos, que quedaron intactas, ayudan a iluminar el lugar con su incandescente brillo anaranjado. Reúno a todos en un mismo sitio para cuidar mejor de ellos y no perder a ninguno de vista. A Max lo dejo apoyado en las escaleras, mientras que a Orión, Nyx y Damen lo pongo en el largo pedazo de concreto que separa un piso del otro.

Pasados unos minutos de intentar despertarlos con todo tipo de métodos; golpes, gritos, sarandeadas, me tomo la libertad de descansar un poco. Mi cabeza ha comenzado a palpitar y la venda de mi brazo está cada vez más roja y húmeda, y no específicamente por el sudor.

-Iris...- susurra una voz a mi lado.

Me volteo de inmediato para verificar que no haya nadie y, efectivamente, estamos solos. Es solo un efecto del sueño, intentando sacarme nuevamente de la realidad.

Meneo la cabeza para disipar la voz, me recuesto cuidadosamente en una pared y me dejo deslizar por ella hasta caer al suelo. Cierro mis ojos, respiro profundamente y comienzo a quitarme lentamente la venda que cubre mi cabeza. Paso mi mano por la parte trasera de mi cabeza y noto algo húmedo. Al observar la palma de mi mano veo sangre, tan solo un poco, pero aun así no es buen momento para que mi herida se abra.

Sin RastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora