Capítulo 22 (Los Tyflós)

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Al sumergirnos no logro ver nada, aún así tengo suerte al estar amarrada de la muñeca con uno de ellos o si no ya estaría perdida.

Ellos nadan hacía las profundidades de una manera ágil arrastrándome detrás de ellos. Mi vista se acostumbra al mismo tiempo que la vida marina empieza a iluminar el lugar. Pasamos por algas, escombros, edificios sumergidos y miles de peces. De seguro hubiese disfrutado de la vida, de no haber estado en una situación de peligro absoluto.

Por un momento, se me cruza por la mente atacarlos y nadar hasta la superficie para escapar, de seguro que con un solo movimiento que hiciera todo mi grupo entendería mis intenciones y me seguirán. Aun así, hacerlo sería la peor idea de todas. Este es su territorio y por obvias razones saben desplazarse muy bien en él. Sería absurdo atacarlos cuando ni siquiera sé dónde estamos.

Mientras más nos adentramos en el Bosque Gris, más perdemos la razón y la lógica de lo que supuestamente sabíamos. Si, no teníamos nada de información sobre este lugar y aun así nos arriesgamos a venir por cumplir con un deber. Ahora que cambiamos de misión y tenemos otro objetivo, es demasiado obvio que nos encontraríamos con desafíos mayores, especialmente si decidimos vivir aquí, en el Bosque Gris.

Para nuestra suerte,la mayoría de cosas que nos dijeron sobre este lugar fueron verdaderas. El Tépas, el peligro de estar cerca del agua, que todo es peligroso y letal. Poca información pero útil, de resto todo quedaba a nuestra imaginación y experiencia propia.

Pero de todo lo que imaginé que pasaría, nunca se pasó por mi mente encontrarme con una civilización de gente... ¿Ciega? Ni siquiera sé qué son. ¿Es una habilidad? ¿Es un defecto? ¿Les ayuda a sobrevivir al Bosque Gris?

Nadamos por unos segundos más hasta llegar a otro edificio, entramos por una de sus ventanas y subimos a la superficie. Creí que el viaje sería más largo, o que era una trampa para ahogarnos y convertirnos en comida para el Tépas. Aunque, en este punto de mi vida ni siquiera me sorprendería que fuésemos comida para ellos y no el animal.

Los hombres con los que estábamos amarrados, nos llevaron nadando por la superficie hasta una habitación amplia. Allí pudimos subir a una plataforma que me imagino es el suelo de la habitación que se encuentra un poco inundado y comenzamos a caminar por ella.

Todo mi cuerpo se encuentra mojado y el frío de la noche penetra por mi piel, dejándome con la mente en blanco, aun así puedo concentrarme y observar si entre nosotros se encuentra Max y Orión. Hasta donde recuerdo, ellos no saben nada y por poco mueren en el primer ataque del Tépas.

A mi derecha se encuentran Damen y Nyx erguidos, aparentando superioridad y seguridad, pero sus mandíbulas tiemblan, lo que significa que se mueren de frío al agua que yo. A mi izquierda apenas llegan los hombres con Orión y Max. Ambos tosen, tratando de recuperar la respiración, pero Orión se sostiene el abdomen justo donde lo apuñalaron.

Yo hago el amague de ir hasta donde él, pero nuestras miradas se encuentran y niega con la cabeza. Yo asiento despacio y miro al frente. Él tiene razón, separarme del hombre, ir a curarlo, solo hará que alguien más resulte herido.

Ya ha pasado la tormenta y solo caen escasas gotas del cielo, aun así las nubes siguen cubriendo el cielo y la belleza de la luna.

Delante de nosotros aparece el Tépas, con la mujer pelirroja en su lomo. Ella baja del animal, lo acaricia como había hecho antes de secuestrarnos y lo deja ir. El Tépas sin mucho esfuerzo, sale del edificio y se sumerge nuevamente en el agua, desapareciendo.

La mujer comienza a caminar arrastrando el bastón de su manera particular, adentrándose más a las habitaciones del edificio y, sin decir nada, el resto de los presentes comienzan a seguirla, arrastrandonos con ellos.

Sin RastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora