+ 1000 palabras.
MELODY
—¿Por qué me arrastras en esto?
—¿No quieres helado?
—Sí, pero prefiero que me lo traigan y ya.
—Qué floja eres.
—No, solo soy cómoda.
—Floja.
—Calla, ojos de sapo.
—Mueve las piernas o cerrarán la heladería.
Preferí no decir nada y le seguí pisando los talones en silencio. Después de que él terminó de hablar con Dave —que no duró tanto como creí que sería, y al parecer que quedaron en buenos términos por los ánimos de Dave cuando bajó—, Said y yo nos dirigimos a mi casa.
Mi mamá se sorprendió al vernos llegar juntos, pero se compuso al rato diciendo que era por esa razón que duré tanto tiempo afuera. Por supuesto que el calor subió a mis mejillas en ese momento, así que inventé que iba al baño para que ni mi mamá ni el susodicho se diera cuenta de lo roja que se me puso el rostro por el comentario.
(Al verme en el espejo, era la primera vez que veía mis mejillas tan sonrojadas. No comprendía por qué mi cuerpo reaccionó así, no es como si hubiera recordado algo tan vergonzoso).
Cuando salí un poco más calmada del baño de mi habitación, él estaba sentado en mi cama.
Me asusté tanto que casi empecé a gritar.
«¿Qué clase de madre permite que un chico suba a la habitación de su hija?».
—¿Qué haces en mi habitación? —le dije, llevándome una mano al pecho.
—Siempre tuve curiosidad de ver cómo era tu habitación. Pensé que sería más rosa, no verde.
—Tan trillado tu comentario. —Puse los ojos en blanco. A veces Said podía ser más pesado que el plomo—. Existen más colores que el rosa, idiota. Como el verde, justo ese tono que tienes me encanta.
—Así que yo te encanto.
Gruñí como respuesta.
Quiero arrancarle la cabeza.
—Ya veo porque me pusiste ojos de sapo —prosiguió.
—¿Por qué? —fruncí el ceño. Esperaba que dijera otra cosa boba que motivara mi futuro homicidio no planeado.
Lo vi saltar de la cama para acercarse a mi escritorio, justo arriba en la pared, tengo varios pósteres de la película "La princesa y el sapo", que solía ver cada vez que sentía que la comenzaba a olvidar.
—Por La princesa y el sapo —carcajeó, aunque no sentí como si se estuviera riendo de mí. Más bien, sonó a una risa socarrona—. ¿Soy tu Naveen? ¿Por eso los ojos de sapo?
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Las mentiras que te escribía © | EN CURSO
Humor«Las mentiras son malas, pero no tanto como ponerle laxante al vaso de tu enemigo». *** Primer borrador 2022-2023. Todos los derechos reservados del autor. Prohibida su copia parcial o total cu...