Nueve.

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«Querido Said:

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«Querido Said:

Tuve que tragarme mi orgullo y preguntar por ti a mi madre.

¿Sabías que nuestras madres son amigas?

Irónico y surrealista, ¿no?

Pero, en fin, ¡ese no es el punto!

Me dijo que estabas bien, que solo estabas resfriado.

No sabes cómo me volvió a latir el corazón en el pecho, estaba asustada. Pensé que me había pasado al ponerte cuatro laxantes en tu vaso.

Tenía miedo de que te hubiera intoxicado y que me llevaran al juzgado de menores.

Era demasiado joven para estar presa, ¿sabías cuántas etapas todavía no había quemado?

Lástima que el alivio no me duró mucho, porque a mi mamá se le ocurrió una brillante idea para que te sientas mejor.

¡Qué yo te llevara caldo de pollo!

Att. Una Melo que no quiere salir de casa.

 Una Melo que no quiere salir de casa

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Las mentiras que te escribía © | EN CURSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora