Capítulo 1

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«Es un regalo. No necesitas devolverlo»

Jugueteó con el anillo en su dedo anular mientras mordía su labio inferior ansiosamente.

Había sido una mañana realmente difícil. La alarma había sonado tarde y eso lo había puesto de muy mal humor.

Su gata, Cherry, se había encargado de arruinarle aún más el día tirando su taza de café al suelo (lo que hizo un enchastre en toda la cocina) y huyendo de él por la terraza de su vecino. ¡Pero la racha de mala fortuna todavía no acababa! Había salido tan rápido de su habitación que se había olvidado de cambiarse los pantalones... Ahora llevaba sus pantalones de pijama de cuadros rojos y negros, combinado con una camiseta gris holgada. Quería gritar de lo frustrado que estaba.

De todos modos, eso no le impidió llegar a horario. Se había tomado el mismo autobús de siempre, el cual lo llevaba por cuarenta y cinco minutos y lo dejaba a dos calles de su universidad.

—¿Alguien podría pagarme el pasaje?

Seungmin alzó la vista y miró a la silueta aburrida de un desconocido alzar veinte dólares, lo que costaba un boleto de transporte público.

No tenía saldo de más como para pagarle a alguien. De todos modos, un hombre unos asientos más adelante que él alzó su tarjeta, indicando que le pagaría sin problema alguno. Seungmin volvió la vista a la ventana y siguió pensando.

Aunque fuera temprano, había mucha gente caminando por la calle.

«Sé que te hice daño... pero tú también, así que no puedes dejarme»

La avenida principal de Seoul siempre estaba habitada, fuera la hora que fuera, siempre había gente caminando de manera apresurada: Algunas iban al trabajo, otras a la escuela. Seungmin siempre la veía cuando pasaba en autobús, para su suerte no tenía que caminar por ella.

Algo que llamó su atención fue una pareja tomada de la mano. Caminaban tan tranquilos y con sonrisas en sus labios, olvidándose del hecho de que era muy temprano como para mover sus músculos y tener una paz calcada en su cara. Probablemente estaban así porque, esos dos amantes desconocidos, dormían el uno al lado del otro durante las noches, quizás porque sabían que siempre se tendrían a ellos mismos.

Seungmin había aprendido a dejar de lado el amor por un rato. Solía preguntarse qué tan importante y esencial era para un ser humano enamorarse. ¿Quién necesitaba amar físicamente a alguien si podías amar a los personajes ficticios de tus novelas y series favoritas? Miró a la gente pasar de manera cansada; ¿De dónde venía la ansiedad de querer sentir tu corazón latiendo rápidamente? ¿Había tanta necesidad de sentirte como un estúpido gracias a este? Suspiró y siguió analizando la situación.

Tomarse de las manos, besarse antes de ir a dormir... Sí, eso era algo por lo que no volvería a pasar.

Hizo una mueca de asco e indignación cuando recordó que, en su última —desastrosa— relación, había hecho todo ese tipo de cosas. Se arrepintió al instante de acordarse.

Cambiando drásticamente de tema, Seungmin decidió olvidarse un rato de la vida «feliz» de las otras personas y miró el paisaje. Gracias a su larga trayectoria de viaje, conocía varias partes de Seoul. Había locales que llamaban su atención, cada vez que pasaba por estos se prometía que algún día iría a visitarlos en persona. Más nunca lo hacía porque no tenía tiempo ni dinero con tantos libros que le daban para estudiar.

El parque Yeouido era uno de sus principales intereses a la hora de pasar por él. Si bien lo veía de lejos, este siempre llamaba su atención. Era increíble la cantidad de colores y árboles de cerezo que habían. Una vista toda digna de ser la octava maravilla del mundo. Lo mejor de esto era que para llegar a su universidad, debía pasar por él. No le molestaba caminar por veinte minutos con tan solo de contemplar una vista tan maravillosa como esa.

Idiota Persistente | Chanmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora