Prefacio

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Hudson Manckley

Él primer día que ví a Samantha Hakins en mi puerta de rodillas rogandome que le diera otra oportunidad casi me hecho a reír; yo no era un hombre caracterizado por dar segundas oportunidades, de hecho no sabía ni siquiera que significaba esa palabra. Era un hijo de puta en toda la regla que no le importaban más allá de sus empresas y sus noches de sexo salvaje en el bajo mundo de Londres.
Amaba mi vida de Playboy desenfrenado en las noches y empresario serio de día. No por nada era llamado la bestia, nadie me podía superar, tenía un ojo clínico capaz de elegir muy bien a mis presas y a todas las terminaba doblegando.

Y Samantha en realidad no era de mi interés, ni siquiera sabía que existía con esas horribles gafas, salla hasta la rodilla y camisa de abuelita como sí quisiera esconderse del mundo, a eso súmale que mirándola de cerca parecía un corderito totalmente asustado.


Estoy seguro que yo nunca contrataría a alguien así y no quiero sonar narcisista, pero tenía un régimen estricto con el porte de mis empleados, bastante había durado estos seis meses fuera de mi radar como secretaria de planta baja.


-¡Por favor señor haré lo que sea!


Esas últimas palabras y su voz desesperada al otro lado de mi oficina me hicieron sonreír como un lobo, amaba esa desesperación. Ni siquiera sé porque carajos no había llamado a seguridad, o más bien sí sé, en el fondo me gustó ver qué me rogara.


Me levanté a paso lento arreglando mi traje, tomándome todo el tiempo del mundo en llegar a la puerta y cuando abrí la encontré allí con lágrimas en los ojos y el cabello rubio hecho una maraña de gato.


-¡Por favor señor tengo una madre enferma!


Esta vez ví como se rompió y bajo la cabeza en espera que saliera algo de mí.


-¿Estas dispuesta a hacer lo que sea?


Sus ojos que antes a penas había notado relucían debajo de esas enormes gafas como dos esmeraldas, y su nariz roja de tanto llorar seguido de unos labios medio carnosos que se fruncían como si se sintiera confundida por mi pregunta capataron mi atención.


Pensé que se negaría, una persona en sus cabales lo haría teniendo en cuenta que estaba ante Hudson Manckley. Un trato conmigo significaba un trato con el diablo, tenían más del 90 por ciento a perder
Pero al final su amor por su madre era mas fuerte que terminó asintiendo y yo sonriendo porque había ganado mi próxima presa.


-Te puedes ir, mañana te enviaré a tú casa a mi asistente con todas las reglas del contrato.


-Pero señor...


-Ah y ni pienses que es para secretaria de planta, tengo para tí algo más grande en mi mente.


-Gracias- se levantó secando sus lágrimas y casi sentí lastima y remordimiento por la pequeña rubia que tenía ante mí y justo antes de que diera la vuelta la agarre del brazo derecho deteniendola y haciendo que sus ojos se enfocarán nuevamente en mí.


-No me las des Samantha, créeme que mañana no te sentirás del mismo modo ante mi persona.


Sonreí como un puto loco dejándola ahí más que confundida.


Mañana entendería todo...
Mañana.


Entre nuevamente a mi oficina cerrando la puerta y caminando hacia mi escritorio volviendo nuevamente al contrato con los hoteles de Varsobia, pero sin poder quitarme de la mente esos ojos; quizás Samantha sí es más interesante de lo que se puede ver, como un diamante en bruto mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una llamada que anunciaba a mi madre por quinta vez.


-Dime- respondí cortante ya estaba claro por lo que me llamaba, estaba hostinado con los mismos temas.

-Hudson cariño, no pensabas contestarle a esta anciana.


-Por Dios mamá ni que tuvieras 60. Dime qué no me llamaste para insistirme con lo del matrimonio-  prácticamente rodé los ojos.

- Eres un empresario cariño, necesitas sentar cabeza, aunque sea presentarme una novia si quiera .


-Ya te he dicho que yo y el compromiso no ligamos.



-Pues entonces no me quedará de otra que llamar a tú padre e intervenir.

-Ni se te ocurra mamá- Por nada del mundo dejaría que mi padre metiera sus narices en mi mundo, bastante trabajo me había costado que delegará sus empresas a mi nombre.


-Muy pronto te presentaré a alguien así que cálmate-colgué sin esperar respuesta.


Necesitaba urgentemente una novia.

¡Joder!




"Mi jefe necesita una novia" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora