32- Un milagro

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Samantha Hawkins

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Samantha Hawkins

Estar al borde de la muerte te replantea como quieres realmente la vida sí es que tienes otra oportunidad.
Es un sentimiento de ansiedad por las cosas que dejamos atrás y que no disfrutamos lo suficiente por el hecho de solo pensar.

Se debe vivir en todo el sentido de la palabra, y ello implica amar con todas las fuerzas no importa lo que pase. Porque el amor llega sin pedirlo para quedarse. A veces ni siquiera es mutuo, pero cuando es de dos partes es único.

Ahora mismo mi corazón va a mil por no poder ver los únicos ojos que me transmiten paz en todo este caos. Nunca inmagine que terminaría aquí con aquel hombre frío que no daba segundas oportunidades y tenía un corazón de piedra que yo hice granitos junto al mío. Y lo volvería a hacer mil veces más, sí eso implica revivir cada paso del camino ya sea amargo o alegre. Porque sé que no me perdonaría borrar las lágrimas que luego trajeron sonrisas y me hicieron quien soy.

Mis ojos se dirigen al techo de estás cuatro paredes rogándole al cielo por un milagro mientras mis manos atadas a mi espalda se encuentran entre las de Hudson y mi mente divaga en cómo sería si tan solo saliéramos se aquí.

Yo vestida de blanco llegando veinte minutos tarde a nuestra boda frente al mar, Hudson con ese rostro que hace que mi corazón vuelva a latir por primera vez cada día. Mamá entregándome a sus brazos mientras le advierte que me cuide porque sí no, iría a cortarte las bolas...

Se me escapa una sonrisa ante ese último pensamiento.

- ¿De que te ríes ratoncita?- la voz rasposa de Hudson me trae a la realidad.

- Pensé que estabas durmiendo- me aclaró la garganta.

- No podía.

- Yo tampoco puedo- confieso- Quizás deberíamos jugar a un juego.

- ¿Segura que quieres jugar en este momento?

- Quizás este sea nuestro último momento.

Se hace un silencio entre los dos ante la realidad de mis palabras y el peso que ellas tienen.

- Lo siento ratoncita-

- ¿Por qué te disculpas?

- Todo esto es mi culpa. Si tan sólo hubiera mantenido a esa loca lejos de nosotros, definitivamente no estaríamos aquí.

- No pienses en eso. Mejor empiezo yo. ¿Cuando te diste cuenta que estabas enamorado de mi?

Esa es una pregunta que siempre me he hecho, considerando el historial de Hudson y su pasado. Es un hombre que por su físico y su riqueza tiene a la mayoría de la población femenina a sus pies. A veces me preguntó porqué yo entre tantas, no es que quiera ser masoquista, aunque sea una mujer segura de mí no puedo evitar que me entre de vez en cuando esa venita de inseguridades en mi cabeza.

- Desde la primera vez que te observé en la oficina, tenías algo que me llamaba y después del contrato pude saber que era. Supongo que no hay un momento exacto simplemente sucede de a poco.

Mi corazón se emociona ante sus palabras y aprieto su mano en respuesta.

- Mi turno. ¿Te irías a vivir conmigo cuando salgamos de aquí?-

Me río ante su pregunta y escucho el sonido de su risa también.

- Primero debemos casarnos o a mi madre le da algo.

- Estoy de acuerdo ratoncita, tendremos la mejor boda del mundo y te haré la mujer más feliz de este mundo junto a nuestro hijo.

- O hija- lo rectificó.

- Exacto ratoncita, sea lo que sea lo vamos a amar con la vida. Seguro va a ser tú viva imagen-

- Prefiero que se parezca a tí. Aunque si es mujeriego me va a dar dolores de cabeza en un futuro- los dos nos reímos. Hudson con un poco de dificultad por sus golpes.

- ¡ Basta de charla ahí dentro!. O se callan o los hago hacer silencio- grita el guardia de antes sobresaltandonos. Por suerte no entra y decidimos no tentar a la suerte y descansar porque quién sabe que pasará cuando a ese loco se le ocurra que va a hacer con nuestras vidas.

Espero desde lo más profundo de mi corazón que ocurra un milagro.

#

Gina Roberts

Mis ojos se abren lentamente y se cierran ante la claridad de una lámpara. Un señor vestido de blanco me examina con una lamparita. Mis sentidos se activan poco a poco como si hubieran estado dormidos. Todo de siente demasiado raro. Esta ni es mi cama, lo sé por el tacto de mis dedos en las sábanas.

¿Dónde estoy?

Miles de preguntas que no tienen respuestas se me acumulan haciendo que se me haga doloroso pensar. Quiero salir de esta burbuja, estar en mi casa, pero no sé si tengo casa. Lo más importante no sé quién soy.

Escucho voces a mi alrededor una mayor que no causa nada y otra que me eriza todo y manda a mi corazón a bombear sin parar.

- ¿Cómo está doctor? ¿Despertara pronto? ¿Y el bebé?- la voz sonaba dura y rasposa, del tipo que sólo escuchas en pesadillas.

- Parece perfecta, hasta ahora sus signos vitales se mantienen estables.  Logramos sacarla del estado crítico.

- ¿Eso significa que va a sobrevivir?

- Por ahora sí, lo más malo lo pasó a pesar de la gran pérdida de sangre y la herida en sí, actuaste bastante rápido. Y respondiendo  a tú anterior pregunta el bebé es un luchador que se aferra al vientre de su madre. De todas maneras hay qué mantenerla en observación cuando despierte-

Escucho pasos después de esos pero mi cuerpo a pesar de estar en un limbo no se relaja. Ni siquiera cuando el hombre de la voz rasposa me habla tan cerca. Quiero gritarle que no me toque. Pero no me puedo mover y en vez de eso termino sumergida de nuevo en la niebla.

Lo último que escucho son sus palabras...

"Te dije que sólo yo puedo decidir cuando te vas al infierno y a qué tipo de infierno, porque tú serás mi reina. No importa que tenga que quemar el mundo en el proceso"

Una caricia leve en mi mano y después nada.

"Mi jefe necesita una novia" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora