22- Confianza

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Hudson Manckley

A pesar que había pasado la mejor noche de toda mi vida mi cabeza ni me dejaba dormir con los acontecimientos del día de ayer. Mi padre me había prácticamente empujado a casarme en una semana sí no me quitaría el proyecto por el cual había trabajado bastante tiempo. Pensé que mi madre se opondría pero sus palabras en acuerdo con mi viejo fueron una puñetada.

Sabía que Samantha no lo haría, ni siquiera tenía claro en qué punto estábamos cuando ayer ni me quería escuchar. Me sentía un poco culpable por utilizar su momento más vulnerable para pedirle matrimonio, pero estaba desesperado y no me imaginaba casándome con Gina Roberts ni con otra mujer.

Nunca en mis años de vida había considerado el matrimonio, de hecho me asusta, pero pensarlo con mi ratoncita de pronto no se siente tan descabellado y loco como suena.

Quizás caótico pero sí tenía más noches como estás valía la pena. Al igual que esta mujer maravillosa que descansaba en mis brazos. Al final me rendí cerrando los párpados extasiado de tanto detallarla.

El Sol se filtro en mis párpados haciéndome gruñir a los pocos minutos e intenté palpar a mi lado topandome sólo con las sábanas, fui más halla pero sólo recibió a mi mano la suavidad del colchón plano.

Abrí mis ojos lentamente confundido buscando a mi alrededor cuando me tope con la imagen de mi ratoncita mirándome de pie con los brazos cruzados, su ceño no parecía para nada alegre, recorrí su cuerpo notando que tenía una sábana envuelta a modo vestido bien agarrada la cual le quedaba perfecta marcandose en cada lugar correcto dónde me entretuve hasta que su garganta siendo aclarada me hizo regresar a sus ojos.

- Buenos días- probe con una sonrisa al ver que no hablaba.

- ¿Dime qué no es verdad que me comprometí ayer contigo?- gesticuló hacia mí- ¡ Por Dios seguro fue un sueño! O me estoy volviendo loca.

Me reí a carcajadas sin poder evitarlo y se acercó a golpearme pero la agarre tirandola junto a mi haciendole cosquillas. Su resistencia duro muy poco, retorciéndose entre risas en mis brazos.

- Para- no puedo más- suplico y le di un respiro volviendo a atacar sus costillas.

Era hermoso el sonido de su risa y que yo fuera el causante de ella. Mi corazón se sentía emocionado. Nunca pensé que despertar junto a alguien se sintiera tan maravilloso al igual que hacer estás pequeñas cosas.

- Me meo- declaró sin voz y pare temiendo que de verdad lo cumpliera. Nos miramos en silencio atraídos por esta conexión que nos hacía acercarnos cada vez más hasta que no hubiera distancia alguna entre mi boca y su boca; reclamando sus labios y ella jadeando en mis labios acercándome más por la nuca.

- Hudson- suspiro rendida cuando comencé un recorrido de besos por su cuello hasta su oído, mordiendo lentamente su lóbulo y pegando mis caderas hacia su zona íntima tapada con aquella sábana para que sintiera como me tenía.

- Aquí estoy ratoncita, siempre estaré aquí- susurré gruñendo.

Su mirada era puro fuego y a la vez habían dudas, una lágrima se le escapó y la tomé en mis labios.

- ¿ Qué sucede?- pregunté preocupado tomando su mandíbula al ver que había cerrado los ojos y luchaba por recuperar el aliento y separarse de mí.

- No puedo, yo no puedo hacer esto. Se sentó en la cama cuando la liberé y se alejo de mí para continuar hablando-

- Lo de ayer fue maravilloso y no podía pedir una primera vez mejor . Pero no quiero algo falso cuando lo que siento aquí- se señaló su corazón- se siente tan real que hasta duele . Ha pasado muy poco tiempo y no te puedo decir que estoy enamorada de tí pero si me gustas y eso no puedo evitarlo.

- Tu también me gustas. Entonces no veo cuál es el problema- intenté tocarla pero negó.

- Ese es precisamente el problema, que no confío en tí y en tus sentimientos.

Su repentina declaración me dejó sin palabras. Es verdad que mi reputación no me ayudaba en nada, que siempre había jugado con los demás y que cualquier tipo de compromiso antes no lo consideraba acto para mí. Y por ella estaba dispuesto a intentarlo. Pero si no confiaba en mí no sabía que hacer.
Qué decir, tenía tantas palabras atoradas ahora mismo en mi garganta. La rabia y la impotencia me recorrían, necesitaba pensar. Alejarme, quizás darle su tiempo ayudaría o demostrarle que si soy digno de su confianza.

- ¿ No vas a decir nada?- me instó a hablar sacándome de mis pensamientos.

- Te llevaré a tu casa.

Ella asintió y soltó un suspiro desviando la mirada mientras se dirigía hacia el baño tomando una ropa del clóset sin mirar atrás.

Deseaba golpear mi cabeza con algo por ser tan idiota a veces. Por dejarla ir con su rostro lleno de decepción y por quedarme aquí estático luchando con las ganas inmensas de perseguirla y abrazarla.

Tomé mi pantalón de chandal de dormir y me lo puse saliendo de allí para ducharme en otro cuarto y así vestirme. Mi cabeza ahora mismo era un lío de pros y de contra dispuestos a explotar.

El viaje hacia casa de Samantha en mi auto transcurrió en silencio. Ella evitaba mirarme, centrando toda su atención en la ventanilla del auto. De vez en cuando le hechaba miradas intentando decir una palabra, pero luego simplemente me arrepentía. Está mañana vestía un mono rosado que dejaba sus piernas descubiertas haciéndola lucir como una modelo de piernas largas que me tenía babeando prácticamente. No entiendo como antes de ella alguna otra mujer la pude ver atractiva, porque mi ratoncita se había convertido en lo más atractivo que jamás había visto nunca.

Escuché como hablaba con su madre y sonreía por el móvil cuando se lo devolví junto a sus cosas que Max me había facilitado. Después su actitud volvía a ser seria.

Pare el auto frente a su edificio y nos quedamos sin saber que decir hasta que ella habló.

- Espero que te valla bien Hudson Manckley-  abrió la puerta y asentí en su dirección .

- A tí también Samantha Hawkins- susurre y la vi marchar.

Hasta que no entro dentro no arranque el auto para irme de allí. Sintiendo como de pronto mi corazón se rompía en mil pedazos como si una grúa le hubiera pasado encima.

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"Mi jefe necesita una novia" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora