25- Verdades

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Samantha Hawkins

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Samantha Hawkins

Venía dispuesta a decirle de mi embarazo a Hudson pero verlo en esa posición con Gina me dió a entender que no valía la pena. Me fui lo más rápido posible de allí evitando soltar una lágrima en aquel ascensor que mostraba mi reflejo.

Era un desastre toda mi vida, al final rompí con Mike sin haber si quiera empezado algo, no podía jugar con sus sentimientos cuando los míos le pertenecían a otro hombre y al pequeño frijol que crecía dentro de mi pancita. Acaricié lentamente mi vientre como si pudiera sentirlo, él o ella no tenían la culpa que su donador de esperma fuera un imbécil.

Maximiliano me esperaba apoyado en su coche con una cara de interrogante.

- ¿ Y?

Quiso saber pero solo negué con la cabeza. Le había pedido que me llevará con Hudson sin preguntas y que me esperará. Mi plan era sólo decirle que sería padre e irme, pero al final nada; aún cargaba este secreto. Aunque para mí no lo sería, mi hijo o hija no estaría escondido de nadie.

Max abrió la puerta delantera y me adentre en el coche viendo como el entraba del otro lado y conducía de vez en cuando echandome un vistazo.

Seque una lágrima que se me escapó al tener la mínima esperanza de que Hudson corriera tras de mí como el protagonista de una de las pelis románticas que tanto le gustaba a mi madre. Definitivamente esto era la vida real y nada de eso pasaría.Tenia que olvidarme que alguna vez conocí a Hudson Manckley.

- ¿ Quieres qué te lleve a casa?

La voz de Max me sacó de mis pensamientos y centre mi atención en él negando con la cabeza. Por un momento me quedé absorta en él y en lo guapo que siempre me había parecido desde que Ana me lo había presentado por primera vez, hubiera sido tan fácil enamorarse de él. Seguro las cosas no fueran tan complicadas, pero él corazón no viene con instrucciones.

- No me mires así- se aclaró la garganta.

- Perdón- aparte la vista riendo sin ganas, pero el me tomo la mandíbula con la mano que no tenía en el volante.

- No te disculpes, no es como si me molestará...no es como sí. Olvídalo- se interrumpió el mismo dejándome intrigada.

Max siempre era un misterio, educado, buena persona, ni siquiera entendía como era amigo de Hudson. Era como ver a un sol sin manchas. Cualquier mujer caería a sus pies.

- Llévame con Ana- le pedí después de un incómodo silencio y el asintió acelerándo tomando camino hacia su casa.

La ciudad de día era hermosa, ver a cada persona en su vida, unos trabajando otros con sus problemas, como si cada uno tuviera su propio mundo.

"Mi jefe necesita una novia" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora