Regla No. 1

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Regla No. 1: Prohibido enamorarse.

Aquella regla era un pilar demasiado importante en tu "relación" con el Teniente Simón "Ghost" Riley.

Como los compañeros que eran habían terminado estrechando lazos, pasando de ser un par de desconocidos a terminar compartiendo la cama después de alguna misión o para descargar algo del estrés diario.

Se llevaban bien, eso era cierto. Pero Ghost fue muy tajante desde el comienzo de su pequeño acuerdo, no habría ningún sentimiento de por medio. Aquello era exclusivamente algo físico y en cualquier momento se podía dar por terminado el mismo.

Y tú aceptaste.

Desde un comienzo habías sentido que había una extraña tensión sexual entre ambos y solo cuando comenzaron a acercarse, es que él también lo terminó reconociendo. Eso dio pie a que fuera el mismo Teniente quien propusiera aquello.

Habían logrado mantener su "relación" estable por varios meses y sin que nadie más se diese cuenta. Porque claro, la segunda regla era que lo suyo era un secreto, nadie más debía enterarse de lo que hacían. Ghost era una tumba, fuera de sus momentos íntimos actuaba igual que siempre, no te daba ningún trato especial o hablaba de más. Estaba comprometido con su acuerdo. Por tu parte hacías lo mismo, fuera de la cama eras una persona completamente diferente, apenas y le dirigías la palabra, no había ni una sola mirada indiscreta o comportamiento sospechoso.

Ambos disfrutaban bastante de sus momentos privados y aprovechaban cualquier oportunidad para perderse, buscar algún lugar para no ser vistos, y daban rienda suelta a sus deseos. No hacía falta decir que Ghost era perfecto en la cama, sabía perfectamente que hacer para llevarte a tu punto máximo de placer, sabia donde tocar para provocarte y siempre te dejaba satisfecha. Tu no te quedabas atrás, no por nada el Teniente siempre volvía a ti. Habías aprendido muy bien en ese tiempo que era lo que le gustaba y que no, y aunque por lo general a él le gustaba tener el control, también tenía sus momentos en los que te dejaba hacer todo el trabajo mientras él contemplaba como lo hacías venirse varias veces.

También había que resaltar que ambos eran muy cuidadosos, lo que menos querían era un embarazo. Tu procurabas siempre tener a la mano tus pastillas anticonceptivas, las tomabas de manera casi religiosa todos los días. El por su parte utilizaba siempre un preservativo, ni una sola vez lo habían hecho sin sus debidos cuidados. Por eso preferían esperar a estar en la base, hacerlo durante alguna misión, además de ser peligroso, podría resultar complicado conseguir sus respectivos métodos de cuidado.

Algo que también había dejado muy claro Ghost era el hecho de que al no tener ningún tipo de sentimiento de por medio, los celos eran algo completamente innecesario. Ambos podían ver a quien quisieran y en dado caso que alguno formalizara una relación con un tercero, sin ningún problema darían por terminado su acuerdo.

Con todo aquello aclarado, es que estabas en lo que era tu relación más larga con cualquier persona. Aunque no era algo que pudieses presumir.

Llegado a cierto punto, fuiste tú quien comenzó a sentirse diferente. No dirás que estabas desarrollando amor, o eso pensabas, era solo que en ciertas ocasiones no podías evitar sentirte sola. A veces el hecho de estar sentada en tu cama, tratando de cubrir tu desnudez mientras observabas a Ghost terminar de vestirse para irse, hacía crecer en tu pecho un gran vacío. Extrañabas ese contacto humano con amor, caricias tiernas, palabras dulces y no solo de deseo. Pero decirle algo como eso a Ghost era igual a que te dijera que detuvieran todo aquello y no querías eso. Contradictorio la verdad.

Esa noche no fue la excepción.

El teniente había ido a tu habitación en medio de la oscuridad, el camino ya le resultaba más que conocido. Abrió silenciosamente la puerta y del mismo modo la cerró, con un paso sigiloso se acercó hasta tu cama y con tan solo acariciar la piel expuesta de tu brazo logró despertarte. Lo siguiente que sabías es que ese hombre estaba encima tuyo, apartando cualquier prenda que le estorbara en su camino mientras que, con su pasamontañas previamente levantado hasta el nivel de su nariz, devoraba tus labios. Ghost era un hombre de gran duración e intensidad, por lo que debías ingeniártelas para contener tus gemidos y hacer el mínimo ruido. En las habitaciones aledañas había otros soldados, un descuido y alguien fácilmente podría atraparlos. En más de una ocasión llegaste a considerar que esa adrenalina de ser descubiertos le resultaba excitante a Ghost, ya que muchos de los lugares elegidos no resultaban precisamente ser muy discretos.

You Love MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora