Caida en picada

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Los días habían transcurrido y nada había sido resuelto.

La Teniente Emily había terminado saliendo a mision y su regreso no tenía fecha estimada.

Jamás había consumido ningún tipo de droga, en el pasado, vio lo mal que su hermano sufrió por ello, así que decidió nunca recurrir a ellas. Pero justo en este momento se podía dar una idea de lo que los adictos sienten cuando los privan de su droga, cuando aparecen los síntomas de la abstinencia.

Y es que ¿Desde cuando era tan difícil estar sentados juntos?

Como al ojo público se suponía que estaba en "una relación", tú le habías dejado de poner atención. No era que lo ignoraras, pero podía perfectamente diferenciar el trato que recibía antes con el que tenía ahora.

Y ni hablar de las visitas nocturnas o los encuentros a escondidas. Eso era cosa del pasado.

Por eso, estar ahí sentados juntos se estaba volviendo algo insoportable.

Estabas tan cerca pero no podía tocarte.

¿Y cuanto shampoo usabas? Podía sentir como el aroma que desprendía tu cabello lo estaba envolviendo, un aroma suave y floral. Ni siquiera usando su pasamontañas podía evitar inhalarlo.

"¿Sucede algo, Teniente?" Te dirigiste a él cuando después de mucho no pudiste seguir ignorando su mirada sobre ti.

"Nada" Esa era otra cosa con la que estaba teniendo conflicto, porque ya no era Ghost, ahora siempre era Teniente.

Te vio como te encogiste de hombros ante su respuesta.

No te interesaba investigar más, no insistías.

"Fucking hell..."





Esa noche las cosas no mejoraron para Ghost. No solo no podía conciliar el sueño, sino que su entrepierna le estaba exigiendo atención, una que no había tenido en días.

Nuevamente tuvo que recurrir a autosatisfacerse, pero como el contacto con su propia mano no era lo bastante estimulante, se vio en la necesidad de recurrir a algo más. Tomó su celular y buscó entre la galería de fotos hasta que dio con la indicada.

Aquella foto tuya del día de tu cumpleaños.

Increíble como a pesar del tiempo que tenían de conocerse esa era la única foto tuya que tenía. Y claro, no existía alguna en donde ambos salieran juntos.

El resto del trabajo fue mentalizarse, imaginar que su mano no era suya. Que en realidad tú estabas hincada entre sus piernas, tomando entre tus manos sus ereccion, comenzando un movimiento de vaivén de arriba hacia abajo. Que tus labios, húmedos y cálidos, se posaban sobre la cabeza de su polla, mientras lo mirabas desde abajo, dándole una imagen jodidamente erotica.

Tuvo que modular su propia voz para que sus gemidos no fuesen notados. Eso, y los suspiros con tu nombre que se escapaban de sus labios.

Pero igual que noches anteriores, aunque pudiera terminar, no había el mismo placer.

No quería sentir su mano sobre su miembro, ya no era un adolescente para estar satisfecho con eso. Sabía lo que era tener sexo con una mujer, lo había hecho tantas veces antes. Pero en este momento solo quería poder volver entrar a tu habitación o arrastrarte con el a cualquier otro lugar, y hacerte suya las veces que sus cuerpos lo permitieran.







Estabas recostada en tu habitación, con el ánimo por los suelos.

Tu brazo colgaba de uno de los bordes de la cama, en el suelo se encontraba tu celular con el chat de tú madre abierto.

"¿Estás libre o demasiado ocupada en la cama siendo la amante?"

A veces uno se arrepiente de esos momentos de sinceridad que llegan, porqué generalmente te terminas desahogando con las personas equivocadas. Como era tu caso.

"Se acerca la fecha ¿Vas a dignarte a venir este año?"

Podías leer los mensajes a través de la barra de notificaciones sin tener que abrirlos.

"Esto es más importante que tu trabajo...y que la entrepierna de un hombre"

A este punto dejaste de mirar la pantalla. Hundiste tu rostro en tu almohada.

"...solo espero que estes siendo un poco inteligente  y no te dejes embarazar. Un bastardo es lo menos que se necesita...una humillación como esa...no la aceptaré en este hogar"

Suspiraste cansada. La insistencia en sus mensajes era agotador, y eso que no los estabas leyendo. Pensaste en bloquear su contacto pero eso solo la haría más insoportable, después vendrían llamadas y aún si bloquearas su número, siempre podría conseguir otro y volver al ataque.

Cuando de reincorporaste notaste como tu almohada estaba húmeda. Sin darte cuenta habías estado llorando.

Tomaste nuevamente tu celular y leíste lo ultimo que había sido enviado.

"No puedo asegurar que vaya..."

Respondiste ignorando todo lo demás. Dolía, pero no se lo ibas a hacer saber.

Dejaste que la pantalla de tu celular se bloqueara por si sola, aunque momentos después llegaron mas notificaciones ya no les prestaste atención. Eventualmente dejaría de escribir.

Fuiste directo a una mochila que guardabas dentro de tu pequeño closet. Rebuscaste un poco en el interior hasta que diste con un pequeño frasco, lo agitaste y escuchaste el sonido de algunas pastillas bailando dentro.

Observaste por varios minutos el frasco, especialmente la etiqueta. Lo que tenía toda tu atención no era el nombre del medicamento, eso lo sabías de memoria. Lo que seguías leyendo una y otra vez era el nombre del paciente para quien estuvo alguna vez prescrito.

"Ahora más que nunca entiendo porque las tomabas..." Susurraste para ti misma.

Abriste la tapa y dejaste caer un par de pastillas en la palma de tu mano. Te levantaste y fuiste al lavabo, pusiste las pastillas en tu boca y bebiste un poco del agua que salía de la llave para ayudarte a tragarlas.

Cuando tú vista subió te encontraste con tu propio reflejo en el espejo. No te veías aún tan, fácilmente podrías decir que tu aspecto era producto de mal pasarte por las noches.

Limpiaste tu rostro con un poco de agua fría esperando eso aclarara tu mente.

Volviste a tu cama y te recostaste, esperando que el sueño o el efecto de las pastillas llegara, no importaba cual actuara primero.

You Love MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora