Capítulo O8: Bebidas junto al fuego

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(Muchas gracias por los 300 seguidores¡! Prometí que cuando llegara a esa cifra iba a actualizar todas mis traducciones, ¡y esta es la segunda, disfrutad! <33)

Capítulo 8: Bebidas junto al fuego

La llamada a la oficina del profesor Snape lo había desconcertado un poco. Aunque lo había visto venir a una milla de distancia, Draco seguía sorprendido de que su Jefe de Casa no hubiera esperado a que terminara su primer día de clases para pedirle a Draco que viniera a verlo.

¿Muy ansioso? pensó sarcásticamente mientras salía de la sala común de Slytherin para dirigirse a las habitaciones privadas de su padrino más abajo en las mazmorras. No puede esperar para interrogarme sobre todo lo que sucedió durante las vacaciones, apuesto.

La oficina de Severus Snape tenía la imagen del salón de clases del maestro de pociones: oscura, ominosa y cubierta con frascos que lucían contenido que revolvía el estómago de los no acostumbrados. Después de aproximadamente un mes de tolerar a Lord Voldemort y su cohorte en Malfoy Manor, Draco no deseaba ver más criaturas retorcidas y macabras. Así fue como decidió presentarse directamente en los aposentos de Severus.

Pocos estudiantes habían visto alguna vez las habitaciones privadas del hombre. Pero a Draco lo había dejado entrar más de una vez, porque los dos eran, en cierto modo, familia. Sin embargo, no había sido invitado en años; su relación no era lo que solía ser.

¿Qué solía ser? se preguntó en el camino. Su voz interior sonaba dura y de reproche y se recordó a sí mismo que no estaba siendo justo con Severus; su amargado padrino había tratado de estar ahí para él. Hubo un tiempo en que no se perdía un cumpleaños y siempre enviaba algo por Navidad. Ese hábito se había roto hacía mucho tiempo, relegado a un segundo plano para dar paso a asuntos más urgentes, como la resurrección del Señor Oscuro y la guerra que se reavivó. Pero no se podía negar que Severus lo había intentado.

Pero no fue una gran pérdida; los regalos de su padrino siempre habían palidecido en comparación con los que recibía de sus padres y otros parientes. Los regalos de Severus eran de la variedad hecha en casa. Cuando Draco era pequeño, consistían en figuritas esculpidas encantadas que cobraban vida con un toque de su varita. Cuando se hizo demasiado mayor para jugar con juguetes, Draco recibió pociones útiles que no se podían encontrar en ningún otro lugar.

Tonterías, todas ellas, se dijo Draco mientras se acercaba al sombrío pasadizo que conducía al santuario del hombre. Cosas estúpidas que debería haber tirado.

De pie frente a una pared de adoquines tan oscura que parecía negra, Draco sacó su varita para trazar el intrincado patrón que revelaría la puerta que conducía a la sala de estar de Severus. Resplandeció a la existencia cuando el velo que lo ocultaba se levantó, y Draco golpeó dos veces su superficie con su varita para señalar su presencia.

El profesor de Pociones esperó sus buenos cinco minutos para contestar, aunque Draco sabía que solo le tomaría medio minuto, tal vez menos, llegar desde su oficina hasta esta puerta. Lo había hecho esperar a propósito. Cuando la puerta se abrió, reveló a un mago melancólico con las cejas fruncidas y los labios apretados.

Draco estaba tan acostumbrado a esa mirada que le afectaba como una lluvia suave. A cambio, le sonrió a su padrino con una sonrisa alegre que era igual de falsa.—Buenas noches, Severus—dijo, sin pensarlo dos veces antes de dirigirse a su Jefe de Casa por su primer nombre.—¿Querías verme?

El rostro del Profesor de Pociones se oscureció cuando se hizo a un lado para dejar entrar al rubio. El aparente buen humor de Draco lo puso aún más nervioso. Cuanto más se amargaba la expresión de Severus, más sonreía Draco.

Familia Ante Omnia [Severitus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora