Por la ventana

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Me sorprendí mucho cuando vi que Enrico subía al escenario. Era el primer participante.
Allí había un piano negro hermoso que estaba claro que el tocaría.
Se sentó en el banco e inmediatamente sus dedos comenzaron a moverse. Al principio sonó una música suave y pasados unos segundos reconocí que canción era. Balada para Adelina. Lo mejor de todo era que cada nota, cada melodía provocaba un estremeciento de mi parte, sobre todo porque era una de mis canciones favoritas. La emoción que sentía en ese momento al verlo tocar esa pieza era indescriptible. Me pareció aún más bello de lo que me había parecido hasta ahora. Me cautivó la concentración que utilizaba para tocar el piano y que al mismo tiempo parecía estar disfrutándolo más que nadie. Simplemente la imagen perfecta del chico perfecto. Cualquier persona caería rendida a sus pies al verlo exactamente como estaba ahora.
Cuando culminó todo el público rompió en aplausos. Había sido alucinante y todos estaban conscientes de eso.
El bajó del escenario y desapareció por un pasillo.
Luego siguieron las demás actuaciones incluida la de Lily que estuvo de maravilla. En realidad no sabía que se le diera tan bien el ballet.
Por fin llegó mi turno. Yo era la última.
El miedo escénico ni siquiera lo conocía, así que eso no sería un problema.
Desde arriba todo se veía distinto, la gente me observaba atenta y entonces empecé a sentirme un poco nerviosa. Pero el lado bueno de las cosas es que cuando yo canto me olvido de todo a mi alrededor.
La música empezó a sonar y llegó el turno de mi voz. De mi boca salía Someone Like You de Adele. Me encantaba esa canción desde siempre, por eso la elegí. Y al parecer fue la elección correcta porque al terminar todos aplaudieron y pude ver cómo Adriano incluso silvaba. Era la primera vez que me escuchaban cantar, a parte de mi familia y la ducha claro.
Todavía no había bajado del escenario cuando noté la mirada de todos en la pantalla que había justo detrás de mí. Me giré enseguida y me quedé totalmente congelada.
No podía ser cierto lo que estaba viendo, no podía estar pasando.
En la pantalla estaba puesto un vídeo de hace un tiempo en el que aparecía una yo de quince años en ropa interior con todos los de mi antiguo colegio observándome, riéndose de mi y llamándome zorra.
De pronto sentí que mis piernas se tambaleban y quise correr y huir de allí antes de desmayarme así que lo hice.
Cuando iba corriendo directa hacia la salida con la mirada de todos sobre mí, sentí que alguien me agarraba por el brazo deteniendome

- Sam espera, ¿Qué te sucede? - me dijo Enrico

- Sueltame joder

Me safé de su agarre y seguí. Al llegar afuera me subí a un taxi. Ya dentro me limpie las lágrimas de mis llorosos ojos.

***
Estaba en mi cama con mi pijama rosa de la tristeza, ya se que suena cursi pero la ocasión lo amerita.
Ese vídeo fue el principal destructor de mi adolescencia y de la poca autoestima que tenía.
Los autores fueron unos chicos del instituto de Los Ángeles. Me habían grabado saliendo de la ducha después de un turno de deportes y uno de ellos dijo que yo había intentado acostarme con él. Lo peor de todo fue que se hizo viral, millones de personas me vieron en tan penosa situación.
Eso me había costado seis meses de depresión y terapia con una psicólogo.
La mayor razón por la que quería venir aquí era porque nadie sabía lo que me había pasado. No sentiría vergüenza al mirar a las personas del instituto a la cara. Pero ahora todo se  arruinó y sé perfectamente quien fue la causante.
Oí un ruido proveniente del exterior y   pensé que era algún pájaro. El ruido continuó y comencé a sospechar que fuera algo más.
No soy de las personas asustadizas pero en este momento estaba temiendo por mi vida después de ver a un hombre trepado en la ventana.
Pasado un momento pude reconocer quién era.
Enrico dió un toque en el cristal hermético para que le abriera.  Temblorosa por el susto, con el corazón a mil y los ojos aún llorosos le abrí para que entrara. Cómo la cama quedaba frente a la ventana cayó primero en ella y luego se paró recomponiendose.

- Pero por qué entras así gilipollas - fue lo que pude decir

- Lo siento por entrar asi, es que pensé que a tus padres no les haría mucha gracia que yo llegara a las dos de la mañana a visitarte. Y me quedé preocupado por las condiciones en las que te fuiste - dijo lo primero con una pequeña risa, pero luego adoptó un tono serio - ¿ Qué te pasó?

- No me digas que no viste el video - dije amargamente

- Sí lo ví, de hecho todos los que estaban allí lo vieron, pero... ¿Por qué reaccionaste de esa manera?

- Es complicado

- Ya veo - dijo el - Pero debo decirte que tengo toda la noche para que me lo expliques y para conseguir que dejes de llorar porque permíteme decirte que no te favorece - esto último lo dijo sonriendo ligeramente

- Ese video lo grabaron hace dos años en mi antiguo instituto y desde entonces fui la principal burla de todos. Tuve que ir a un psicólogo.

- Entiendo - quizo decir algo más pero al parecer no encontró las palabras.

- Y ahora también lo han visto en el Vittorio Emmanuelle - fruncí el seño y luego agregué - Debería ir a estudiar a Japón, ahí creo que no lo ha visto nadie aún

- Podrías hacerlo, pero yo debo decirte que no deberías preocuparte por lo que piensen las personas, además en ese instituto se olvidan de las cosas a los tres días - me escruto con la mirada y prosiguió - ¿Sabes quién lo puso?

- La estúpida de tu novia Antonella - dije yo de repente molesta porque esa idiota estuviera con un chico tan maravilloso

- Esa desquiciada hace rato que no es mi novia - dijo y yo no pude evitar que se me saliera una sonrisa

- A sí, pues el otro día me amenazó diciendo que si no me alejaba de tí se las pagaría. Ella está segura de que me gustas - dije yo incómoda por la situación

- ¿ Y no es cierto? - me soltó una sonrisa pícara

Mis piernas empezaron a flaquear. Por favor que no me falle ahora el poco ingenio que me queda.

- Para nada - allí estaba mi gran respuesta que ni yo misma creía

El de repente fue acortando la distancia que había entre los dos hasta que solo nos separaban unos pocos centímetros. Mientras mi corazón estaba a punto de estayar. El labio inferior comenzó a temblarme por lo que tuve que mordermelo para disimular.

- Y entonces por qué te pones tan nerviosa cuando estoy cerca - me respondió - Deberías empezar a ser un poquito más sincera porque yo lo voy a ser contigo ahora, me gustas, de hecho me encantas. Me encanta como te ries, cómo utilizas el sarcasmo cada dos por tres, lo insoportable que resulta que seas una sabelotodo, que manejes moto y auto como si fueras la dueña de todas las carreteras, me encanta que ahora mismo te estés mordiendo de forma tan sexy el labio y por qué no, me encanta todo tu cuerpo

Ya está, mi cerebro se había ido volando y ahora mismo no tenía la capacidad de hablar, de pensar, ni siquiera de respirar.
Cuando yo creía que ya había tocado fondo al decirme todas esas cosas lo veo acercándose más a mí acortando la poca distancia que nos separaba y de pronto me besó. Sentí sus labios sobre los míos. Su tacto húmedo sobre mi boca.
Pasado un momento, se separó dejándome boquiabierta y sin aliento.

- Visto que ahora mismo tu cuerpo es lo único de ti que está presente porque tu mente emigró, solo me queda decirte una cosa, adiós

Se fue dejándome allí plantada y sin ninguna neurona funcionando.

Lo que quedaba de noche lo pasé dando vueltas en la cama y pensando en todo lo ocurrido. Enrico Lombardi me había dado mi primer beso. Aún no lo procesaba correctamente.


Buscando Un CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora