Una nueva vengadora

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Samantha

- ¿En serio quieres hacer esto? - pregunta Enrico con el ceño fruncido

Hago un movimiento afirmativo con la cabeza.

- Ya te dije que sí - no pude evitar que la frase sonara algo brusca

¿Por qué nos afanamos constantemente en dañarnos a nosotros mismo? Algunos lo llaman masoquismo, sin embargo, otros como yo, lo llamamos vivir la realidad. Y eso justamente estoy haciendo en estos momentos.
Hace unos minutos el Lombardi me recogió en la salida del Vittorio Emmanuelle, en un Maserati Ghibli de color gris. No dudé ni por un segundo, simplemente me dejé llevar. Después de meditar por horas, me negué a que personas, que en su mayoría no conozco, decidan sobre mi integridad física. Me molesta que no se les halla ocurrido, que quizás el mantenerme al margen, me pudiera llegar a molestar. No pretendo andar de feminista, pero siempre he tenido en mal concepto la exclusión de las mujeres, en ciertos puntos. Me surge la duda de si mi padre y mi hermano, están al corriente de que estaré presente en una de sus reuniones. Según Enrico, solo Emilio Lombardi y los dos Gabbana lo saben.
Sigo mirando por la ventanilla, hasta que siento el rechinar de las ruedas sobre el asfalto. Volteo para ver a mi acompañante, pero este ya ha salido y se encuentra abriendo mi puerta. Cuando bajo del auto, siento como mi cuerpo se tambalea al darme cuenta de que estoy frente a la sede de la empresa de la que mi padre es uno de los principales accionistas. Nunca había venido, pero sí la he visto varias veces en fotos de Internet. Miro a Enrico de forma interrogante, pero él simplemente me indica que camine.
Mis pies comienzan a moverse y con cada paso aumentan mis ganas de marcharme.

- Aún estás a tiempo de hacerlo - me dice mi consciencia

No, eso nunca. He llegado con un objetivo, y lo voy a cumplir. Entramos a un amplio vestíbulo. Por un momento pienso que iremos hacia el ascensor, pero no es así. Nos dirigimos a un pasillo, que termina en una escalera que va hacia el sótano del edificio. Sin embargo al llegar, me percato de que no es para nada igual a los sótanos normales. En lo único que se asemeja, es en que está completamente oscuro. Ni siquiera sé por dónde voy, solo puedo orientarme por el sonido que hace Enrico al caminar, él no ha hablado en todo el trayecto, me parece bastante raro, teniendo en cuenta que siempre se muestra bastante elocuente en mi presencia. Pero supongo que la ocasión requiere de seriedad. De repente se detiene y logro divisar, pese a la negrura, como introduce una tarjeta de acceso, en la ranura de una puerta que ni siquiera sé de dónde salió. Esta se abre, permitiéndome así, ver una gran habitación vacía, compuesta solamente por dos corredores, iluminados por varios bombillos. Nos acercamos al que se encuentra a nuestra derecha, y justo en el principio de este, hay una entrada que nos lleva a una sala de reuniones, con una gran mesa en el centro.
Las personas que ocupan los asientos alrededor de dicha mesa, se quedan desconcertados cuando me adentro en el sitio. Siendo sincera, yo también me sorprendo, ya que conozco a varias de las caras que aquí se encuentran. Entre ellas, está la del padre de Chiara, quien me observa fijamente.

- Tomen asiento - indica Carlo Gabbana

Yo me mantengo siguiendo a Enrico, hasta que se sienta en una de las sillas y me señala la que tiene justo al lado. Imito su gesto sentándome. Paso la vista por todos los presentes, incluyendo mi papá y Sebastián, que no me quitan el ojo de encima.
Mi corazón se acelera cuando detallo el rostro de Stefano, que está frente a mí. En cambio él no me observa como en otras ocasiones, realmente parece ignorarme. Por un momento me quedo pensativa por su muestra de indiferencia; en serio no me esperaba que me declarara amor eterno, pero al menos si un mínimo de empatía por su parte.

- Bien, como ya deben haberse percatado, la señorita Miller está al tanto de lo correspondiente a la Organización Vendicatori - dijo Emilio mientras dirigía su mirada hacia los miembros de mi familia que allí se encontraban.

Esta frase, hizo que saliera del trance en el que me encontraba.

- Todos sabemos, que hoy se tiene que tomar una decisión, ya que esto no puede quedar así - prosiguió - Pero antes creo que sería conveniente oír la opinión de la Miller

Dirigió su rostro hacia mí, invitándome a hablar. En cuestión de segundos preparé mentalmente lo que diría.

- Ehh - dudé un instante pero me obligué  a que algo coherente saliera de boca - Estoy aquí porque no considero justo y mucho menos imparcial, que se me excluya de acciones que en parte también influyen en mi seguridad

- Señorita Miller, esto no se trata de normas sociales o algo por el estilo y mucho menos un juego de adolescentes con necesidad de llamar la atención - me interrumpió uno de los miembros, el cual desconozco su nombre - Nosotros no tratamos con cualquier delincuente, desmantelamos clanes enteros de mafiosos que lo único que les importa es el dinero.

Frené mis intensas ganas de lanzarle una mirada asesina por su despectivo comentario.

- Por esa razón considero que deberían tomar en cuenta mi opinión - dije ignorando por completo lo que me acabó de decir el hombre de ojos oscuros y barba espesa

- En esta organización las cosas no son así Samantha - oí mi nombre por primera vez en toda la reunión y salía precisamente de los labios que tantos besos me dieron hace apenas unos días - Cuando conoces este secreto, te conviertes en un Vendicatori o te olvidas de eso para siempre. No existe un término medio

Stefano dijo esto con voz neutra, mientras me miraba fijamente.

- Entonces me quiero unir a la Organización - solté sin vacilaciones

Puedo notar la tensión que se creó en el ambiente. Mi padre y mi hermano ni siquiera me miran. Me quedo en silencio , a la espera de una respuesta.

- Creo que deberíamos considerar lo que acaba de decir la señorita Miller - dice Carlo Gabbana con esa voz grave y ronca tan parecida a la de su hijo

- ¿Estás hablando en serio, Gabbana? - dijo el hombre que habló hace un rato - ¿Dejarán que una menor de edad forme parte de los Vendicatori?

- Técnicamente dentro de una semana cumplo la mayoría de edad - lo encare

Este iba a alegar algo, sin embargo fue interrumpido por la imponente figura de Emilio.

- Comprendo tu punto Riccardo, pero se acabaron las discusiones, haremos una votación para dar el dictamen - recorrió a todos con la mirada - Los que estén en contra de que la señorita Miller se una a nuestra asociación...

Varias manos se alzaron, entre ellas la de mi padre, la de Enrico y la de el hombre que ahora sé que se llama Riccardo. Pará mí sorpresa la de Sebas no se encontraba entre ellas. Si las cuentas no me fallan, las personas en contra son la minoría.

- Los que estén a favor - volvió a hablar el Lombardi

Ahora se veían más miembros votando. Por supuesto entre ellos se encontraban Sebas, Stefano y Carlo Gabbana, Emilio Lombardi, Leonardo Galli, el cual es uno de los principales socios de mi padre, y varias caras más, desconocidas para mí.

- Bien, entonces a partir de mañana Miller comenzará su preparación - sentenció Emilio

- Tenemos una nueva vengadora - dijo Carlo con una sonrisa de medio lado, mientras me hacía una seña con el ojo

Sentí la hermosa sensación de triunfo surgir desde lo más hondo y no pude evitar centrar mi atención en mi padre. Este me correspondió la mirada y negó con la cabeza en señal de desaprobación. Se levantó lentamente como estaban haciendo los demás miembros y se dirigió a la salida. Intenté ir tras él, pero Sebas se me acercó y me detuvo poniendo una mano en mi espalda.

- Dale tiempo - me susurró para que solo yo pudiera escucharlo - Tarde o temprano lo aceptará.

Asentí ligeramente. Comencé a caminar al paso de mi hermano. De pronto sentí como el brazo de alguien me rozó y giré mi cabeza para ver de quien se trata. Vi como Stefano seguía su camino sin mirar atrás y no pude evitar acelerar el paso para alcanzarlo...

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⏰ Última actualización: Dec 20, 2023 ⏰

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