Seguía sin poder creer todo lo que me había pasado en las últimas veinticuatro horas. La chica silicona me había humillado de la peor manera, y me había dado mi primer beso un chico para soñar que además me tenía loca. Bueno, era uno de los dos que me tenían loca. Ya saben cuál es el otro.
- Si mi vida, todos lo sabemos
Además fue de película. Estuvo mejor de lo que esperaba. Juraría que había sentido mariposas en el estómago.
- Estás de un cursi últimamente cariño
Siendo sincera ni siquiera sé cómo voy a reaccionar al ver hoy a Enrico. Ahora mismo desearía desaparecer a otro planeta. Pero como por lo visto es imposible, tendré que enfrentarme al hecho de que tengo que entrar ya al salón de clases si no quiero reprobar Matemática.
Cuando entré ni siquiera miré en su dirección, no podía. Se me caería la cara de vergüenza. Llegué a mi puesto e ignoré el hecho de que él se sentara justo detrás de mi.
Los chicos se pasaron la noche entera escribiendome para saber que me había sucedido. Yo no tenía ánimos de responder en ese momento por lo que se los conté hoy a Emily y Adriano al llegar.
Chiara no vino a la escuela ya que estaba muerta del sueño y con resaca de ayer. Había sido imposible despertarla y eso que ni siquiera bebió tanto.
Ya me había sentado y estaba ocupada sacando los libros del bolso cuando oí su voz.- Profesora - dijo Enrico
- ¿Si, Lombardi?
- ¿Puedo sentarme al lado de Miller para que no esté sola ya que su compañera no vino? - podía oír como había un matiz de risa en su voz, aunque disimulado ya que estaba hablando con una profesora
- Se lo permito - respondió ella y se volvió hacia la pizarra para poner el asunto de la clase.
Sin más por decir Enrico tomó sus cosas y se plantó en el asiento de Chiara sonriéndome maliciosamente.
Cómo siempre estaba guapísimo, pero esta vez había un brillo especial en sus ojos.- Hola compañera
Genial esto era lo último que me faltaba para ingresar en un psiquiátrico.
Este está totalmente aferrado a la idea de volverme loca. Cómo podía sentarse a mi lado con total confianza después de lo de anoche cuando yo ni siquiera era capaz de mirarle.
Ya sintiéndome preparada para articular palabra decidí encararlo.- ¿Que haces sentado aquí? - no soné acusadora, sino más bien dudosa.
- Te hago compañía - seguía riendo - Tranquila que no te voy a comer, al menos no por el momento.
Al ver qué yo seguía sin decir ni media palabra continuó
- Cuando quieras me dices que te pareció el beso que te dí anoche - dijo guiñandome uno de sus preciosos ojos verdes
- No es el momento - fue lo que dije para después centrar mi atención otra vez en la clase
Aún así pude oír como el murmuraba algo
- Te dejo tranquila para que lo pienses con calma.
A esto no respondí ya que no quería seguir metiendo la pata.
- Ya la has metido bastante
Ni siquiera sé por qué me enfadé, no tenía motivos. Vale que el me pone nerviosa y además usa todos esos comentarios atrevidos y descarados que acaban con mi capacidad de habla. Creo que lo uso como una forma de defenderme en una batalla que estoy librando. Lo peor es que para él no es una batalla, se lo toma con bastante serenidad.
No podía esperar el momento de que terminarán las clases para poder salir del aula. Su presencia no solo me descolocaba las neuronas sino que también me ponía tensa y eso me hacía enfadarme aún más con él. Resumiendo, que estaba en un círculo visioso de un terrible desorden mental provocado por Enrico.- Pobrecito, no sabe la loca que le ha tocado
- Gracias por tu apoyo - le dije a mi consciencia - Siento un gran alivio al saber que cuento contigo en momentos como este.
- Siempre es un placer
***
Gracias a dios ya habían concluido las clases y podía irme tranquilamente del instituto o quizás del planeta Tierra. Cualquier cosa me valdría.
Cuando voy saliendo recibo un mensaje de Adri diciéndome que les tenía que esperar un rato más ya que estaban en la biblioteca terminado un trabajo de clases.
Cómo había venido con ellos y necesitaba salir con urgencia de este lugar, le respondí que cogería un taxi.
Así que estaba en la salida esperando a que pasara alguno.
Sentí el ruido de una moto a mi lado y giré la cara para ver quién era.- Vamos - dijo Stefano
Lleva su uniforme con el mismo aspecto desordenado de siempre, el pelo no se le puede ver por el casco pero debe estar en iguales condiciones.
- Voy a esperar un taxi, gracias - le dije aún resentida por su comportamiento la última vez que hablamos
- Esto está muy alejado de la ciudad, por aquí no pasan taxis - me respondió - Vamos yo te llevo
Lo que había dicho tenía sentido, llevaba al menos veinte minutos esperando y no había pasado absolutamente nada.
Teniendo en cuenta que tenía unas ganas horribles de irme y que ya tendría tiempo para hacerme la orgullosa decidí subirme.- Vale - le dije tomando el casco que me estaba dando
Con bastante agilidad me subí a la moto pero tratando por todos los medios de no tocarlo.
- Agárrate de mí o te vas a caer nada más salir - comentó
Y en verdad tenía razón. Suavemente puse mis manos en su cintura. Era sorprendente la dureza de sus músculos, que por lo visto entrenaba muy seguido.
- Sabes, tus cambios de humor me dan vértigo - le dije cuando ya nos estábamos alejando del instituto - Hace unas semanas me trataste como el culo y ahora te ofreces a llevarme a mi casa
- Lo siento por como te traté - esto lo dijo de forma suave casi inaudible - Estaba un poco alterado por la presencia de mi hermana
- Ya lo sé - ahora me sentía un poco arrepentida por lo que le dije - Pero eso no significa que puedas tratar mal a las personas
Tenía razón en lo que le estaba diciendo, pero también debía tener en cuenta que no debía ser para nada fácil tener una hermana cómo Antonella. Maldita psicópata.
Ninguno de los dos dijo nada más el resto del camino. Y para mí fue un alivio ya que no podía con tantas emociones en el día.
Cuando llegamos me bajé inmediatamente y le dí el casco.- Gracias por traerme - le dije
- En serio, lo siento mucho, no debí tratar así a la única persona que se ha acercado a mí sin importarle mi forma de ser.
Aquello me dejó atónita y me conmovió un poco. Yo no quería que el se sintiera mal por algo que ya no tenía importancia así que le dije
- Perdonado - sonreí - Hasta mañana
Su rostro cambió y adquirió una luz muy bonita.
Antes de que se fuera me acerqué a él y le dí un beso en la mejilla que lo dejó sin palabras.
Me di la vuelta y empecé a caminar en dirección a la reja de mi casa. A los pocos segundos ví como solo quedaba una sombra de él alejándose cada vez más.
En ese preciso instante supe que tenía un gran problema.
Me gustaban los dos.

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Buscando Un Camino
Ficção AdolescenteCon la llegada de Samantha Miller a Roma todo cambiará. Lo que ella llamaba estabilidad emocional de pronto desaparece como consecuencia de dos chicos guapísimos del instituto Vittorio Emmanuelle. Pero... ¿por qué elegir a uno cuando se puede jugar...