Samantha
Muchas veces somos ciegos ante lo que no queremos ver. Es en esos momentos donde cometemos el mayor error. Ya tenía asumido que Sebastián no diría nada más acerca de lo sucedido hace unos días y mi padre ni siquiera dijo algo al respecto.
De momento las cosas estan algo tensas en la casa, lo que no entiendo es por qué me ocultan cosas. Incluso mamá parece ocultarme muchos aspectos importantes. Decidí no seguir indagando más en el asunto, al menos por un tiempo. Así que me concentre en las clases y en pasar tiempo con los chicos.
El Gabbana y el Lombardi parecían evitar cualquier tipo de contacto conmigo. Aunque más de una vez tuve la impresión de que en todas partes que yo me encontrara, allí estaba uno de los dos. Ya lo sé, a lo mejor son paranoias mías, pero siendo sincera, mi intuición me dice que esa actitud por parte de ambos es sospechosa.- Quizás te equivocas, aunque rara vez lo haces.
- Eso es cierto
Todos estos pensamientos se iban desarrollando en mi mente mientras conducía en la moto recorriendo la Vía Ventti Settembre. Ese día había decidido hacer algo que no había hecho en los tres meses que llevaba en la ciudad, recorrerla por completo. La verdad el paseo se me hacia extremadamente largo pero al mismo tiempo reconfortante. Incluso logré en cierto momento olvidar todos mis pesares mientras observaba las miles de obras de Bernini que habían esparcidas por toda Roma. Siempre ha sido mi escultor favorito.
Cuando solo estaba a unos metros de la Iglesia Santa María della Vittoria, mi corazón se detuvo por unos segundos. Pude ver cómo mi hermano se bajaba de un BMW negro. Reconocí que era uno de los carros de la casa pero de los que casi nunca se usaba. Daba la impresión de que la intensión de Sebastián era no llamar mucho la atención, teniendo en cuenta que casi siempre andaba en autos lujosos que causaban bastante revuelo donde quiera que iban.
Desde el primer momento su actitud me pareció extraña. Estaba parado en posición neutra como si estuviera esperando a alguien. No puedo negar que mi parte curiosa decidió revelarse, así que detuve la moto detrás de un árbol que me daba total visión de la panorámica que tenía enfrente, pero al mismo tiempo me mantenía considerablemente oculta.
De pronto mi hermano comenzó a caminar y se perdió por uno de los laterales de la Iglesia. Como por inercia mis pies empezaron a moverse y me detuve justo en la esquina para no ser descubierta. Vi como Sebas hablaba con un chico de unos treinta años. Por la distancia sólo me llegaban algunos fragmentos entrecortados por lo que tuve que aguzar el oído al máximo. Parecía una conversación de una escena sacada de una película de mafia.- ¿Qué haz averiguado? - preguntó mi hermano
- Balsano tiene un espía en la organización - el chico parecía bastante serio - El nombre del traidor sólo lo sabe él y su segundo en la cúpula. De lo que sí puedes estar seguro es de que van detrás de vosotros.
No daba crédito a lo que estaba oyendo. Aunque sinceramente ni siquiera sabía como interpretarlo.
Mi hermano por el contrario entendía muy bien de que estaban hablando. Al parecer meditó un momento lo que le había dicho el otro y se dispuso a contestarle.- Busca la manera de hacer que te confíen a ti la tarea de vigilarnos. Más adelante te diré que más debes hacer - se tomó un segundo para luego continuar - Espero no tener que recordarte que solo contactes conmigo en caso de emergencia. Si necesito verte, ya me encargaré de que lo sepas.
Nada más mi hermano terminar de hablar, el chico hizo un leve asentimiento con la cabeza y sin más preámbulos se dio la vuelta y se marchó.
Yo a pesar de ni siquiera poder moverme por la conmoción, tomé la decisión de encarar a Sebastián y terminar de una vez por todas con esa intriga que me carcomia por dentro.
Justo cuando él empezó a caminar yo lo encare de frente. Casi pude sentir su pulso acelerarse cuando se dió cuenta de quién era la persona que tenía delante.
Su rostro palidecio. Al ver que no podía articular palabra, lo hice yo.
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Buscando Un Camino
Подростковая литератураCon la llegada de Samantha Miller a Roma todo cambiará. Lo que ella llamaba estabilidad emocional de pronto desaparece como consecuencia de dos chicos guapísimos del instituto Vittorio Emmanuelle. Pero... ¿por qué elegir a uno cuando se puede jugar...