Deseos Grandes, Deseos Pequeños

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7.

Henry se miró al espejo. Sus ojos eran normales, diferentes, porque tenía dos, pero normales. Si cerraba un ojo, veía perfectamente por el otro.

Lo que le estaba pasando era extraño. No era un viaje en el tiempo porque Jerry y el resto del mundo seguían exactamente igual. La única variante era él.

Se preguntó si estaba dentro de una simulación, o si no estaría siendo parte de un Efecto Mandela muy esotérico y raro.

Se metió en internet y vio videos de fallos en la realidad. Aparte de automóviles que desaparecen solos en la carretera no vio nada interesante.
Luego buscó los síntomas,  causa y cura de la diabetes. Como su cuerpo de pronto era joven, concluyó que debía ser diabético tipo I. Pero no sabía si era debido  a alguna enfermedad autoinmune o por resistencia a la insulina… de cualquier forma estaba bastante jodido. Jerry tenía razón, si se le subía mucho el azúcar por un tiempo prolongado moriría.  No de inmediato ni ese mismo día pero…

Suspiró. No le gustaba nada de eso. Si aceptaba que era diabético tendría que aceptar su nuevo papel en el mundo. Se volvería loco a ese paso. Si es que sus riñones no fallaban antes de tiempo.

“Desearía que me explicaran qué  diablos está pasando.”

Fueron esas las palabras mágicas: “Desearía" que hicieron retumbar la habitación. Del espejo principal brotó una sustancia viscosa y roja. Era la lava… ésta se desparramó por el suelo, moviéndose con vida propia. Le ganó la batalla a la gravedad y tomó la forma de un ratón muy pequeño. Rojo como un cardenal.

Henry iba a gritar, hasta que una voz tronadora se escuchó en toda la habitación. La voz salía de las paredes. Era como si un gigante estuviera afuera y su habitación fuese una triste casa de muñecas.

“Tú eres el nuevo maestro de los deseos.”

“¿El nuevo… que?”

“Soy el Jinn de la lámpara…” dijo la voz atronadora “estuve durmiendo por años hasta que otro maestro viniera a liberarme. Y como labor, cumplí tus deseos entre las sombras.”

“Mis deseos… eso… quiere decir” la mente de Henry hacía un montón de maquinaciones por segundo. “Eres un genio ¡claro! Sabía que la lámpara era especial… tú me hiciste esto.”

“Efectivamente.”

El ratón parpadeo. Sin dar muchas más explicaciones hasta que el chico preguntó:

“¿Cuántos… ¿Cuántos deseos me quedan? Pedí más de tres…” Todos los recuerdos de cosas que pidió vinieron a su mente… Rebobinar el tiempo… Hizo que Jerry solo pudiera decirle la verdad… Hizo que lo contrataran. No recordaba haberlo dicho pero era un deseo ferviente que tenía contra toda lógica. Y finalmente dejar de ser un adulto. Esos eran más de tres. “¿Acaso… los usé todos?

“Aún tienes deseos por cumplir. Temo que no son muchos”.

“Entonces deseo volver a ser un adulto, uno sin diabetes, por favor”.

“No se puede…” dijo el genio.

“Pero acabas de decir que tengo más deseos”.

“La calidad y cantidad de deseos varía según el tiempo que los Jinn dormimos a la espera de un nuevo amo. Hay muchos tipos de jinn. Algunos solo cumplen tres deseos. Otros. Como yo, los cumplimos hasta que nuestro poder se agota y morimos.”

“¿El poder…?”

“Cada deseo altera el mundo… alterarlo necesita cierto poder… el poder acumulado por años de descanso. Si el maestro pide un deseo y no hay poder suficiente, el jinn muere… si el maestro pide sólo deseos pequeños, tendrás muchos deseos. Pero si el maestro pide un deseo muy grande, uno que altere el mundo demasiado, entonces el número y calidad de deseos se reduce drásticamente.”

“Eso quiere decir que… el deseo que hizo todo esto te quitó todo el poder… ¿cuántos deseos grandes me quedan?”

“Ninguno…”

Ninguno… eso quería decir que se quedarían así las cosas… a no ser…

“¿No hay otra forma de que puedas revertirlo?”

“Solo acumulando poder… si el amo lo desea. El jinn dormirá por años hasta que esté listo para pedir nuevamente un deseo grande. Justo ahora… podría volver todo a como estaba antes… o casi… pero eso me mataría… el maestro volvería a ser un hombre infeliz, sin hogar, sin trabajo, sin amigos ni familia."

“Tu… me estuviste espiando.”

“Si el maestro pide dos deseos pequeños… o si el maestro decide alimentar al jinn… tendrá más deseos, pero cada deseo tendrá un precio…”

“Alimentarte.” Musitó, nervioso “¿que come un Jinn?”

“Me alimentaré dependiendo del tamaño de los deseos de mi maestro.”

“Entonces… si no puedo volver a lo de antes… deseo acabar con el hambre en el mundo.”

“Muy grande…” musitó el jinn.

“Entonces quiero acabar con el comercio de comidas. Que todo sea gratis."

“Muy grande…”

“Entonces quiero dejar de ser diabético. Hazme sano.”

“Muy grande…”

“Entonces acaba con la pobreza del mundo. Haz que todos sean iguales.”

“Muy grande y muy estúpido.”

Henry gruñó de frustración.

“Si pido cualquier deseo pequeño… estarás escuchando. ¿Cierto?”

“Siempre.”

“Si los deseos insignificantes se me acaban… no duermas. Hagamos un acuerdo y aliméntate de algo… pero solo si es un deseo pequeño. Si es muy grande debes advertirme… ¿no?"

“Tus deseos son mis órdenes.”

La voz se fue… también el ratón.
Henry se quedó pensando en lo que acababa de pasar. Sí, estaba jodido a lo grande. Pero tenía alguien que cumplía sus caprichos, eso no podía ser tan malo, sí;  nadie le había dado poder antes. Ahora de pronto se sentía diferente. Más seguro… pero al mismo tiempo se sentía preocupado.

¿Qué comía el Jinn?

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