La gala: primera parte.

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23.

Tyler estuvo deprimido los dos días siguientes. No entendía qué le había pasado a su lengua. En un segundo tenían pleno control y al siguiente estaba hablando como retrasado. Se le bajó tanto el auto estima que prefirió optar por hacer un voto de silencio hasta que pudiera decir la palabra o hablar normal. Lo que pasara primero.

Se encerraba en su cuarto e intentaba decir la palabra frente el espejo, ponia todo su empeño para obligar a su lengua a pronunciar correctamente, era tan inútil como pedirle a un perro de la calle que pasara por una pista de obstáculos.

Estaba muy achicopalado, tanto que no quería comer. No merecía comer, ¿si no podía ni hablar bien,  qué le quedaba?

"Señorito Tiron, ¿por  qué esa cara?"

Tyler se encogió de hombros en la mesa.

"Coma por favor. No ha tenido mucho apetito estos días."

El chico negó  con la cabeza. Tenía una larga lista de palabras para expresar cómo se sentía y la razón  de por qué  no tenía  ánimo. Pero a sabiendas de que solo se humillaría a sí  mismo no dijo nada.

"¿Es que tiene lombrices? No… eso lo haría tener mucha hambre todo el tiempo…"

Tyler no respondió,  pero que Robert concluyera que asquerosos gusanos se movían en su interior lo indignó. Así que miró  a otro parte e ignoró a Robert. O al menos lo intentó, porque este dijo:

"El señorito se ha vuelto muy quisquilloso últimamente. No se comporta de su edad."

Tyler, sin poder insultar al mayordomo, prefirió tomar el camino de la violencia. Tomó su taza de chocolate y la arrojó al hombre, quien apenas pudo esquivarla.

"¡Señorito! Calmese."

Tanto el chico como el mayordomo quedaron congelados cuando, de pronto, una figura en bata de dormir  apareció en el umbral.

"¿Qué es todo este alboroto?" Dijo la madre de Tyler "¿Ahora juegas con la cómoda, Tiron?"

"N-no señora." Dijo el niño, mecánicamente.

"Señora, temo que su hijo ya no quiere comer, se comporta como un niño."

"Robert, él es un niño. Déjalo ser."

A Robert eso lo tomó desprevenido.

"¿Dejarlo ser? ¿Desde cuándo se le deja hacer eso?"

"Desde que lo digo yo. Después  de todo, solo son pequeños una vez."

"Señora…"

"Preparame  un té,  Robert. Hoy tengo ánimos de desayunar con mi hijo."

"A su orden."

El mayordomo se marchó  a preparar la bebida de la señora mientras esta se sentaba en una silla junto a su hijo.

"¿Vas a decirme qué te pasa?"

El chico negó con la cabeza.

"¿Voy a tener qué  adivinarlo?"

El niño no respondió. 

"Bien, entonces… ¿quieres comer?"

El chico negó. 

"No puedes irte a la escuela sin comer. Estás creciendo aún… mi niño grandote."

La señora le hizo cosquillas en la barriga a Tyler, quién se rió un poco, pero tan pronto como lo hizo volvió a poner una cara seria.

"Ah… siempre has sido un rogado." Comentó ella "creí que habías superado esa fase. ¿Desde cuándo los niños crecen al revés?"

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