Ⅲ: Lycoris radiata

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No hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y transforme en héroe.

PLATÓN


Jeon JungKook era consciente de la decisión que estaba tomando, en el momento en que su voluntad en un inicio fue coaccionada por los lamentos de su madre HyeJin, las súplicas de hermana YeoBeen y la mirada acongojada de su padre NoMin, cuando la última acción que garantizaría su mejoría fue irremediablemente presentada. Ya no había más opciones viables que elegir como una alternativa al tratamiento que no estaba surtiendo efecto.

Una decisión agresiva y directa para enfrentar un trauma que día a día se hacía más fuerte, arrebatándole el sentido de su existencia y llenando de temores sus sueños, qué ya no podía soportar más, sentía que en cualquier instante su mente colapsaría arrastrándolo a la noche del accidente que se repetía sin cesar cuando sus ojos se cerraban para darle paso al sueño.

Puedo hacerlo se alentó a sí mismo cuando atravesó en compañía de su hermana el camino de entrada del hospital de salud mental, Salm-ui seomgwang, mientras sus padres iban unos pasos más atrás con el psicólogo encargado, de quien ya había olvidado su nombre, pero sabe que ya tendrá tiempo para aprenderlo después.

Sus recuerdos son difusos y de la misma forma en que se aferró al cuerpo de su familia en lo que sería el último abrazo hasta la primera visita a la que tuvieran permiso de acudir, sabría que esa calidez inundada de lágrimas sería su mayor consuelo para enfrentar el tratamiento. Y de esa misma forma su cuerpo perdió la conexión familiar y el primer vínculo que conoció en la vida para verse en una fraccionada parte de la realidad que viviría.

Hola JungKook, soy Kim SeokJin y soy el enfermero en jefe de esta unidad, y seré quien te guíe en el proceso explicó el enfermero, que se encargaba del recibimiento de los nuevos pacientes para brindarles un cálido saludo y no abrumarlos durante la primera semana mientras atravesaban el proceso de acondicionamiento al hospital y a lo que deberán afrontar más adelante.

Gracias susurró el azabache. Soy Jeon JungKook se presentó de forma automática sin tener plena consciencia de lo que estaba haciendo, ya que, desde el momento en que soltó la mano de su hermana se sintió perdido en un lugar que lucía gris antes sus ojos, carente de emoción y desbordante en añoranza.

Luego, las palabras y frases del amable enfermero se convirtieron en una canción de fondo, en una sonata que su memoria registraba atendiendo a las indicaciones que pausadamente le daban, no eran demasiadas, eran simples y concretas pero entonadas con una voz suave, que le daba consuelo a su perturbado corazón que buscaba salir y huir en la dirección contraria a la que voluntariamente cedió para estar aquí.

Pero el arrepentimiento era sagaz y demandante al presentarse sin ser llamado para imponer su potestad de volver al camino del que fue usurpado.

Yo... su voz se entrecortó debido a la afonía que comenzó a anidar en su garganta, pero no quería ser descortés con SeokJin, así que hizo un esfuerzo por hacerlo. Solo quiero descansar, lo siento, no me siento bien pidió un poco de comprensión.

El rubio lo entendió perfectamente, porque superar el primer día requería de un esfuerzo mayor para una agotada persona que aunque acudiera de forma voluntaria, exigía un gran acto de valentía para integrarse a la nueva realidad que estaban supuestos a experimentar. Además, se sintió agradecido por el esfuerzo que JungKook estaba haciendo al no sucumbir a la desesperación y tratarlo con molestia queriendo culparlo de lo que vivía.

Clemencia Psicótica || TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora