ⅩⅦ: La redención de Ícaro

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Mención de temas sensibles.


En el instante en que su cuerpo es sacudido por la gravedad y el latigazo que lo impulsa hacia adelante y lo devuelve a su posición original gracias al cinturón que lo retiene, logra sentir de forma intermitente una calidez que lo embarga, percibe como su mano es sostenida por la piel contraria que tanto reconoce, aunque su conciencia trata de emerger, la sacudida que ha sufrido no se lo permite, pero lo que sí siente es la última exclamación de amor que aceptara en toda su vida.

Lo escucha a él en sus minutos finales de vida.

‹‹Te lo suplico, no me dejes o llévame contigo, pero no puedo hacerlo sin ti a mi lado›› exclamó JungKook viendo el cuerpo inerte de su pareja entre sus brazos a la espera de la ayuda que viene en camino, que inútilmente llegará para salvar el único cuerpo con vida que desea haber seguido el mismo trayecto que su pareja.

JungKook ha llorado amargamente desde que retiraron la sedación de su sistema, que en un inicio le administraron para inducir un estado máximo de relajación debido al colosal ataque de pánico sufrido después de enterarse de la inexistencia de TaeHyung; comenzaron a detener el sedante paulatinamente hasta permitirle despertar por voluntad propia.

Y durante el tiempo que le tomó al cuerpo de JungKook liberarse del somnífero administrado, las lágrimas estuvieron presentes cada cierto tiempo, indicando el sufrimiento al que sus recuerdos lo someten al reestablecer lo que olvido como un mecanismo de supervivencia.

Esto último es la esperanza que ellos tienen sobre el resultado de este nuevo intento. Están vigilantes y atentos al momento en que JungKook recobre la conciencia. Una situación tan conocida y que han vivido de forma recurrente y que siempre les causa la misma ansiedad por saber si fracasaron o finalmente el destino les concedería una tregua justa después de todo el dolor al que los ha sometido durante los últimos tres años.

―¡No! ―gritó JungKook al despertar pataleando cuando manos desconocidas se empeñan en alejarlo de TaeHyung.

Cuando abre sus ojos su mirada desenfocada cree ver un rostro tan conocido desde su infancia, que ahora que lo ve con mayor detalle después de deshacerse de todo resquicio de sueño que nubla su visión, ve un rostro más maduro, aunque hermoso y jovial luce tan cansado, sus párpados un poco inflamados y sus labios de corazón se mueven o eso es lo que cree reconocer.

No sabe lo que sucede a su alrededor cuando los estímulos sórdidos lo obligan a llevarse las manos hasta sus oídos para detener la saturación de emociones que recién reconoce como propias, luego de haberlas escindido de su mente, cada recuerdo y experiencia pasada comienzan a acomodarse una a una mostrándole el panorama de un rompecabezas que ahora ya tiene sentido cuando las lagunas se van despejando para enseñar los fragmentos que a cada pieza le corresponde.

Ahora puede verlo tan claro y brillante sin confusión alguna o temor a aceptar lo que tanto se empeñó en negar, en realidad nada fuera borrado y desde las sombras lo guiaron a tomar decisiones a las que no siempre les encontraba sentido pero que lo movilizaban a ejecutar las órdenes provenientes de su inconsciente que por tiempos tomaba el control para alternarlo con su consciencia que se encargaba de terminar la ejecución iniciada.

Sus memorias están presentes, lo que olvidó y lo que vivió, ambas dimensiones finalmente se integraron y crearon una sola a expensas del vacío que hiela su corazón desde que despertó.

―JiMin, solo quiero verlo a él ―pidió JungKook al sentir más personas de las que quiere ver en el momento, debe afrontarlo con calma y sin presionarse o imponerse un ritmo más acelerado, ir por pasos y en el orden que sus recuerdos le dictan seguir.

Clemencia Psicótica || TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora