〃 ♡̶' skɥfɑll 럐 | 𝘆𝘂𝗻𝗴𝗶 ❕

i would give everything for you.

Ya llevaban un buen rato en la habitación que le habían asignado a Yunho, esperando a que regresara de hacerse sus últimos exámenes de gabinete.

Wooyoung ya estaba con él, por suerte. No se había tardado casi nada en arrimar al hospital, porque cuando ellos iban llegando a emergencias, a los diez minutos el pelinegro ya estaba entrando por la puerta principal.

Al parecer había salido rápidamente de su hogar al ser llamado por su novio.

- Yeosang está preguntando el número de habitación. Ya está aquí -le avisó mirando a su celular- Dice que salga a buscarlo, ¿no tienes problema si voy?

- No hay problema, puedes ir -asintió sin levantar la mirada del suelo.

- Está bien, volveré enseguida -se levantó de su asiento y salió de la habitación, dejándolo solo.

Hasta entonces se permitió soltar un largo suspiro que logró destensar su cuerpo solo un poco. No estaba soportando tanta espera, quería saber si Yunho estaba realmente bien o no.

Quería verlo y estar con él, asegurarse que de verdad estaba bien.

Y como si lo hubiese invocado, la puerta de la habitación se abrió, dejando ver a su chico sentado en una silla de ruedas con la pijama de hospital puesta y con una pequeña sonrisita en el rostro.

Casi se levanta de su lugar para pegarle en la cabeza por estar sonriendo de aquella manera después de haber sido golpeado a como lo fue.

Era un idiota. ¿Cómo podía sonreírle después de todo lo que había pasado? Casi lo mata de un maldito susto.

Casi se muere de la angustia y la preocupación. Iba a matarlo cuando estuviera mejor, por supuesto que lo haría.

- El doctor vendrá a leerles los resultados en una hora o dos, por ahora necesito que se mantenga en cama con el suero vía intravenosa. Por favor procure no quitártelo -le decía el enfermero mientras lo ayudaba a sentarse en la cama y a conectarle la sonda de suero a la canalización.

- Está bien, gracias.

- Perfecto. Si necesitan ayuda aprieten este botón de acá y una enfermera vendrá a verlos -señaló el botón rojo arriba de la cama reclinable- Les dejaré la silla de ruedas aquí, no se la presten a nadie más porque después no la devuelven.

- Está bien, gracias -respondió Mingi, acercándose a la cama en donde Yunho ya reposaba.

El enfermero se retiró sin decir más y los dejó a ambos a solas.

Se hizo un silencio incómodo casi de inmediato. Los dos estaban tensos, más que todo Mingi, quien no se atrevía a ver al otro a los ojos por miedo a explotarle en la cara.

Estaba molesto. Pero no se lo diría, por ahora.

Sin embargo, Yunho lo conocía como la palma de su mano y sabía más que nadie la razón de su silencio y su incomodidad.

- Sé que estás enojado conmigo justo ahora Mingi, lo comprendo muy bien, yo también estaría enojado contigo -comenzó a decir- Pero lo hice por instinto, no pude contenerme.

- ¿Por instinto de qué, Yunho? -le preguntó con molestia y con el ceño fruncido.

- Cuando recibí esa llamada, era de Haenul. Fue a casa de mis padres hoy por la tarde para ver si todo estaba bien con mi madre pero...al parecer no lo estaba, según me dijo -explicaba mientras veía hacia el techo de la habitación- Cuando llegó todo estaba bien a simple vista, pero luego se dio cuenta que mi mamá tenía marcas en el cuello y golpes en el rostro que había tratado de ocultar con maquillaje.