Lo siento

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"No si definitivamente eres tonto...Cuando haces eso, le das amor a otra persona, ese tipo de amor es algo íntimo."

El demonio de ojos arcoíris recordaba aquellas palabras que le había dicho su compañera Daki, ¿Con que eso es una forma de demostrar amor de manera íntima? Él, a decir verdad, no lo veía así. Sólo pensaba que era algo que hacían los humanos entre ellos para saciar sus deseos más lujuriosos, no veía en eso una parte "romántica" y, por ende, seguía sin entender el enojo de su pareja. Pero iría a hablar las cosas con él, eso no podía dejarse así y ya está.

Al llegar el alba y próximamente el anochecer, fue en busca de su amado, pues sabía que él en sus tiempos libres iba a investigar sobre la flor del infierno azul para su jefe. Merodeó por aquel gran bosque lleno de flora preciosa y con aquella atmosfera húmeda fresquita que tanto le encantaba en busca de su querido demonio. Ese monte era bastante grande, así que le llevaría tiempo encontrarle si se encontraba ahí.

Pasaron las horas hasta que por fin, sintió una presencia demoníaca que tanto le era familiar y, así, le encontró a lo lejos.

— ¡Kokushibo-dono! ¡Kokushibo-dono! — decía este mientras empezaba a correr en busca de las caricias de su pareja. — ¡Qué alegría que te encuentres aquí! — añade mientras con una gran sonrisa, le abraza.

Antes de que el albino llegase a abrazar al de pelos azabache, apartaría sus brazos de forma bastante brusca. — No me toques Douma, ya te dije que no te quiero ver. — Dijo sin querer mirarle y con un tono bastante agresivo.

—¡Eh! ¿Kokushibo-dono...? — este no se esperaba tal reacción de su "amado", lo cual le hizo asustarse un poco y bajó la mirada con un poco de pena.

Agarró el mentón del menor viéndolo con los ojos entreabiertos y mirándolo como miraría a cualquiera, una mirada fría, no había amor en ella. — Déjame solo, ¿Quieres? — Después de eso, se dio la vuelta y caminaba yéndose.

Se quedaría callado mientras lo veía irse, claramente quería seguirle, pero no sabía si era lo correcto. Se veía bastante enojado. — Yo venía a disculparme... — murmuró mientras lo veía marchar.

Sin mirar hacía a atrás, se adentraba en el bosque hasta encontrarse lejos de donde estaba y dejó sus pertenencias en el césped para después sentarse al lado de un árbol. — Cual era la necesidad de engañarme... odio que me mientan, yo pensé que me querías, Douma... — decía en voz baja con un tono bastante triste, realmente se sentía muy traicionado.

No podía soportarlo, en verdad quería perseguirle. Como si fuera un perro persiguiendo a su amo decidió ir a su busca hasta poder sentir otra vez la presencia de su mayor. — ¿Kokushibo-dono...? — llamada al nombre de su amado mientras observaba sus alrededores.

Al escuchar la voz del menor, el cual le estaba buscando, lo ignoró y tomo sus cosas para volver a irse de ahí— ¿Qué parte no entiende de que quiero estar solo?... — Seguía adentrándose al bosque sin rumbo.

Seguía buscando cuando de repente... Bingo, lo había encontrado gracias a aquel ruido que transmitía el mayor al agarrar sus cosas. "¡Ahí está!" Pensó. Decidió caminar en esa dirección, notando que se estaba alejando cada vez más. No quería que se le escapara así que decidió empezar a correr tras él. — ¡Kokushibo-dono! ¡Espera!

El peli azabache se quedó quieto y dio un suspiro, estaba abrumado y enfadado con el menor ...bastante enfadado de hecho. — ¿Qué quieres? Te dije que no te quiero ver... ¿POR QUE ME SIGUES? — Lo miraba frustrado mientras le gritaba. Se podía notar que en su frente se estaba haciendo notoria la aparición una vena por su enojo. Sus pupilas estaban contraídas. De verdad estaba enojado.

La calidez de tus manos | Kokudou Donde viven las historias. Descúbrelo ahora