Más allá. (+18)

1.2K 63 32
                                    


Y así fue, después de que ambos se reconciliaran entre ellos, todo fue a mejor. Se amaban mutuamente y querían estar juntos hasta la eternidad o hasta que un cazador llegue y les corte la cabeza. Aunque perfectamente sabían que eso era mínimamente probable que ocurriera.

Estos dos demonios, después de su primer beso como amantes, se volvieron más cariñosos entre ellos; amaban darse amor mutuo a través de caricias, mimos, besos...


. . .

Se encontraban en el templo del culto que lideraba Douma. Kokushibo, de vez en cuando, iba a visitarle ahí durante las noches para hacerle compañía y observar el cielo estrellado juntos.

- Kokushibo-dono ¿No consideras que las noches son cada vez más bonitas? - decía mientras agarra la mano de amado.


- Sí, tienes razón. Tienen una belleza asombrosa, pero la tuya es inigualable, mi amor. - lo mira con los ojos entreabiertos para acariciar su mejilla y besarle en los labios.

El menor corresponde a aquel beso gustoso, le gustaba mucho que su superior le diera besos. Esos besos le llevaban al cielo. Por parte del peli azabache, le agarró con firmeza a partir de su cintura para apegarlo más a si mismo; quería sentirle más cerca, mucho más cerca. Dejó de besarle y bajó su cabeza hasta el cuello del menor y comenzó a repartir besos sobre este.

- Ayy... -Las mejillas del albino se pusieron rojas y a pesar de que se sentía avergonzado, no lo separó. Le gustaba. - ¿Qué estás haciendo, Kokushibo-dono? - Dijo mientras pasaba sus manos sobre la espalda del mayor.

- Dándole besos al demonio que amo... ¿Por qué? - Responde mientras seguía dando besos en ese lugar y de vez en cuando, hablándole al oído. - Me gusta darte besos, muchísimos besos... Me gustaría que todos lo vieran para que sepan que eres mío y de nadie más. - Sonrío y le dejo un beso en los labios. Por alguna razón, se sentía posesivo con el menor. No quería que nadie se le acercara, quería que todo el mundo supiera que era suyo.

Dejo que este hiciera lo que quisiera con él, de alguna u otra forma le gustaba como estaba haciendo esas cosas el mayor. - ¿Tuyo? Sí... Soy tuyo, Kokushibo-dono. - Dijo para después comenzar a acariciar la cabeza de su amado.

- Claro que sí, mío y solo mío. - Agarra su cintura nuevamente y puso su rostro en su cuello para morderlo un poco y dejar un beso.

- ¡Ay! - Soltó un gemido ahogado por la mordida. - Kokushibo-dono, eso se siente diferente... ¿Raro? Pero me gusta

No supo cómo reaccionar al gemido que soltó Douma. Sus mejillas se pusieron totalmente rojas. Se quedó callado un rato mientras lo apegaba más a su cuerpo, sujetando su cintura con fuerza.

- Lo siento... n-no debí hacer eso. - dijo el mayor con ciertos nervios y con un poco de vergüenza.

- ¡No! No pasa nada, de hecho... me ha gustado que fueras así de posesivo. - Le respondió mientras daba palmaditas a la espalda del mayor.
-... Deberíamos parar, podemos llegar a algo más y no es el momento. - dijo con un tono neutral y separó al menor con una mirada un poco nerviosa.

- Okey... como digas. - sonríe sin darle muchos rodeos a lo que había pasado.

Para fortuna o des fortuna de Kokushibo, aquellas situaciones se darían a cabo muchas más veces. Entre ellos ya no sólo había un amor cariñoso...El deseo ya era presente en sus almas. Esa lujuria de sentirse uno con el otro de aquella manera tan intima. Una manera de demostrar el amor más físicamente. Cada vez eran más melosos entre ellos y parecía que en algún momento se iban a comer; sus miradas lo decían todo, no disimulaban para nada.

- ¡Kokushibo-dono! - gritaba el albino mientras corría tras su amado.

- Hola, Douma. - lo abraza. - Extraño tus besos... - agarraba sus mejillas y le dio un beso en los labios.

La calidez de tus manos | Kokudou Donde viven las historias. Descúbrelo ahora