Capítulo 30

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"Pobre Lauren. Por mi culpa ahora está muerta".

Esas palabras rondaban por mi mente. Aparecían en cada momento sin importar lo que estuviese haciendo.

¿Frank un asesino? Seguramente era causa de la depresión que tuvo. ¿O no?

Empezaba a tener miedo de Frank. Ese día... se veía terrible. Y lo que había dicho era tan... aterrador. ¿Qué era lo que escondían y cuál era su pasado?

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La primera vez que vi a Fred borracho fue en la noche.

Yo estaba dormido, o tratando de dormir, cuando Fred empuja la puerta y empieza a reír como loco. Lamentablemente, sus seguidores, también borrachos llegaron dando trompicones y cayendo al suelo.

Yo me incorporé y miré a todos los idiotas doblados o en el suelo, riendo. Uno de ellos se levantó y avanzó unos  pasos hasta que perdió el equilibrio y se dio de bruces contra la pared.

-Essssto es tan divertido... -murmuró Fred. Al instante, los pelos se me pusieron de punta al recordar al padre de Malus. Y luego la pelea, y los ojos desorbitados...

Sacudí la cabeza mientras que otro de sus amigos caminaba como zombie hacia mi cama y se dejaba caer sobre ella. Otro de ellos caminó hacia las ventanas y las cubrió.

-¿Qué harán? -pregunté con curiosidad ya que nunca se ve a un borracho cubrir una ventana.

-Jugaremos póquer -dijo uno que si bien había tomado, no se veía tanto como los demás. Yo asentí y me volví a acomodar. Quería dormir, pero no podía. Y dudo que unos como ellos fueran a dejarme.

Fue hasta después que me harté de las risas y los comentarios estúpidos que hacían. Me levanté y me coloqué las zapatillas. Era un buen momento para un paseo.

Primero caminé por toda el área de Tierra. Era de noche, pero la verdad, estaba muy concurrida. Incluso más que en las tardes. Luego caminé hasta la cabaña principal. En la sala me encontré con Sophie guardando cosas.

-Hey. ¿No puedes dormir? -preguntó al mismo tiempo que guardaba un delantal en una caja.

-Algo así... Fred y sus amigos borrachos fueron a jugar póquer en la cabaña -expliqué e hizo una mueca. Tomé una espátula grasosa de la caja-. ¿Ya no vas a trabajar?

-No, para mi suerte, ya no. El castigo terminó -me robó la espátula de las manos y colocó la tapa encima-. Supongo que así festejan Fred y sus amigos.

-¿Festejar? ¿A caso te extrañaban? -pregunté con sorna.

-No, pero extrañarán el alcohol -respondió. Tomó la caja por ambos lados y avanzó hacia el pasillo-. Adivina dónde lo guardaban.

-En el comedor -dije de vuelta sin seguirla. Luego ella se metió por una puerta y se escucharon unos golpes y unos murmullos.

-Y adivina quién era de Tierra y tenía acceso al alcohol -gritó desde la habitación. Sin mencionar palabra, dije su nombre. Tenía sentido lo que decía-. Así que... -dijo después de haber caminado de regreso-, lamento haberte enviado a ese grupo de monos, pero ahora ellos me deben unos favores....

Caminé por la puerta de entrada y apoyé las manos en el barandal del porche. Sophie se colocó a un lado mío y miró hacia la oscuridad, allá hasta donde se alzaba el edificio de la Enfermería.

Era un lugar genial. Un lugar demasiado tranquilo y pacífico... que guardaba historias terribles.

-¿Sabes? No deberías preocuparte tanto -opinó ella sin mirarme. Colocó los codos en el barandal y puso sus manos debajo de la barbilla-, van a rescatar a tu padre, lo sé. Arthur lo hará. Y Frank va a mejorarse. Ya está mucho mejor que antes. Todo va a mejorar. Todo va a estar bien.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora